La palabra del hombre
Una reflexión sobre el machismo
en el 8 de marzo
“El poder es, en esencia, violencia”
Wrigth Mills
Miguel Lorente, el nuevo Malleus Maleficarum (martillo de las brujas), vuelve
a la carga esta semana. El que fue delegado del gobierno para la violencia de
género en las dos legislaturas del PSOE, acusa a Inma Ocaña, mujer, doy fe
porque soy su amiga, de mentir; y no solo acusa a Inma Ocaña de mentir, sino a
los cientos de miles de mujeres que sabemos y decimos que existen las denuncias
falsas, que la Ley de Violencia de Género no solo no resuelve el problema real
del aumento de la violencia machista en nuestros días, sino que la atiza,
fomenta todas las formas de violencia (pues existen otras violencias además de
la machista) a la vez que condena a un gran número de varones inocentes y los
maltrata institucionalmente (y de paso maltrata también a las mujeres
vinculadas con ellos por lazos de amor).
Miguel Lorente (del PSOE más corrupto
del Estado español, el andaluz), el diario el País (el de los anuncios de
prostitución a toda plana), el parlamento en pleno (el de los políticos
profesionales, peritos en corrupción y en mangoneo), el gobierno (de la derecha
española venida directamente del franquismo), los funcionarios y paniaguados del Estado (cobrando cada mes
del negocio de la violencia de género), la industria de los servicios
vinculados a este asunto (que nadie se llame a engaño, no son ONGs, los
terapeutas y profesionales cobran por sus servicios, y cuantos más servicios
prestan, más cobran), las antiguas ministras (mujeres detentadoras del poder
ilegítimo del Estado sobre el pueblo) como la señora Alborch y las nuevas (de
otro color político pero la misma
catadura), todos ellos, humillan y
maltratan a Inma Ocaña y a las innumerables mujeres que pensamos como ella.
Dirige el linchamiento un hombre, Lorente, experto en amedrentar, amenazar y
perseguir a las mujeres que no se sometan incondicionalmente a las órdenes de
la jefatura feminista, que él, hombre, ha ostentado durante muchos años, y a
las que no hablen al dictado de los funcionarios y funcionarias de la ortodoxia
de los poderes del Estado. Supongo que Lorente, como casi todos los machistas,
piensa que está justificada la agresión porque lo hace por nuestro bien, y que
su palabra, de hombre, vale más que la de Inma Ocaña y todas las que deploramos
la existencia de esa ley inicua y malvada que es la LOVG.
Se ha desatado una auténtica caza de
brujas con el diario “El País” a la cabeza, el periódico de los anuncios de
prostitución, el que usa el doble rasero para llamar a las asociaciones
críticas con la ley de violencia de género “ruidosas asociaciones machistas”,
mientras se financia con los anuncios de la compra-venta del sexo de las
mujeres (los anuncios de dicho periódico son mayoritariamente de prostitución
femenina), el órgano de los intereses de las corporaciones más poderosas del
planeta, el verdadero asesino de la libertad de conciencia de innúmeras
generaciones de féminas, cuya praxis le permite también practicar el
linchamiento de mujeres, de todas aquellas díscolas con el discurso obligatorio
del poder.
El País representa a la prensa que
habla en nombre de las grandes corporaciones mundiales (los grandes bancos y
fundaciones norteamericanas) que han diseñado una cárcel para la mujer que
supere todas las limitaciones que tenía el patriarcado clásico, especialmente
el occidental.
Lorente personaliza al partido que en
el año 1931 votó en contra del sufragio femenino por considerar a las mujeres
una fuerza reaccionaria, algo que era una mentira repugnante pues las mujeres
no estaban en las iglesias rezando como decían, estaban y siguieron estando, en
la primera fila de las luchas populares contra el poder[1],
pero, eso sí, no se acercaban al PSOE que era, y lo sigue siendo, un partido de
machos (que no de hombres) que solo consideraba a las mujeres, y las sigue
considerando, en tanto que seres (votantes o trabajadoras, no mujeres) objeto
de manipulación política y de explotación laboral.
El PP, fundado por el franquista
Manuel Fraga, acompaña al coro, aunque no tienen el empuje y la vehemencia de
los otros. Silenciosamente ha vuelto a resucitar el Ministerio de Igualdad, que
tenía rango de Secretaría de Estado cuando llegó al gobierno. La derecha hoy es
quien representa el feminismo de Estado, quien realiza las políticas de género
que en nada han cambiado su orientación respecto a los anteriores gobiernos; es
el que alimenta las campañas de “sensibilización” (adoctrinamiento) sobre la
violencia de género y quien ha preparado un protocolo para su aplicación en el
ámbito sanitario que es una auténtica estrategia para convertir a cientos de
miles de trabajadores de la sanidad en policías y adoctrinadores de la mujer.
Se suman algunas feministas de rancio
abolengo como Lidia Falcón, la fundadora del Partido Feminista y colaboradora
del franquismo que trabajó codo con codo con la que fue Secretaria General de
la Sección Femenina, Marichu de la Mora[2],
con la que le unía, entre otras cosas, la loa de “El Segundo Sexo” de Simone de
Beauvoir. Y Carmen Alborch, que se unió como ministra de cultura al PSOE más
podrido y corrupto[3],
el de la época de los GAL y el escándalo de los fondos reservados, vinculada al
partido del terrorismo de Estado, reivindicado con la desvergüenza de quien
cabalga sobre los lomos del pueblo como auténticos déspotas orientales.
La violencia con que se han desatado
los poderes del Estado a través de la clase política y sus perros guardianes
tiene por objeto crear el terror, asustar e intimidar a las disidentes de la
“verdad” oficial, imponer la obediencia ciega de las mujeres a sus consignas y
a sus proyectos. Es una estrategia para someter a la mujer apoyándose en esas
relaciones de poder ilegítimas que les vienen dadas por ser detentadores y
detentadoras de la autoridad del Estado, un poder históricamente constituido a
través de la violencia (ellos tienen un ejército y muchas policías para
defenderlo) y el control sobre la cultura (a través de numerosos sistemas de
adoctrinamiento y manipulación de los que el sistema educativo es central) y
es, por lo tanto, terrorismo machista.
Inauguran una etapa inquietante en la que
puede hacerse realidad la profecía de Valerie Solanas en su manifiesto SCUM, de
tener grupos de choque, al estilo de las SS nazis, que practiquen el terrorismo
contra los hombres díscolos con el poder y las mujeres-macho. El Manifiesto
SCUM ha tenido tres ediciones en castellano: la primera, de 1977, como
referente en la creación del Partido Feminista que fue quien lo avaló, y las
dos siguientes, de 2002 y 2008, que se pueden situar en relación con la LOVG,
de la que son en realidad inspiración.
Para quien no conozca este texto,
escrito en 1968 por Valerie Solanas, cuya androfobia militante la llevó a
disparar sobre Andy Warhol, hay que señalar en primer lugar lo expresivo de su título,
“Sociedad para el Exterminio del Hombre” ¿Cómo podría pensarse en ver en las
estanterías de nuestras librerías un texto llamado “Sociedad para el exterminio
de la mujer”?, imposible; sin embargo este repugnante libelo es considerado una
obra de gran valor por un nutrido grupo de feministas subvencionadas, algunas
durante más de medio siglo (como las prologuistas de dos de las ediciones, que son
parte de las fundadoras del Partido Feminista, junto a Lidia Falcón) y otras
catedráticas y profesoras, funcionarias del mayor aparato de destrucción de la
libertad de conciencia conocido, muy por encima de la religión, la Universidad (pública
y privada, por cierto).
Todas ellas, como nueva casta
sacerdotal que aspira a dominar por completo la conciencia de las mujeres,
presentan este inmundo alegato sexista y nazi como “un grito desesperado, un
canto profético, la cólera retenida desde siempre por media humanidad”[4],
y nos muestran a la autora como una “mujer visionaria” y símbolo de las que se
revuelven contra la injusticia (los fascismos también se presentaron así). Así,
ellas mismas, sus continuadoras, se invisten del poder de decidir los que
caerán bajo sus acciones violentas, los hombres y mujeres-macho. Y, ¿quién
señalará los individuos que representen estas categorías?, ellas y ellos por
supuesto, aupados en lo más alto de la pirámide del poder.
Este feminismo de extrema derecha no
es una broma o una locura sin consecuencias. En primer lugar, ¿qué panfleto
ridículo escrito por una desequilibrada con impulsos asesinos habría conseguido
la significación histórica de este libelo? Si SCUM se ha convertido en un
referente para un movimiento feminista vinculado a los Organismos
Internacionales, los gobiernos, las grandes instituciones de la política y las
Fundaciones de las señeras corporaciones del capitalismo mundial es porque
forma parte de las estrategias de esas instituciones, si no fuera así, no
hubiera pasado de ser un papelucho mecanografiado por una chiflada.
Los objetivos de semejantes
operaciones son, en primer lugar, formar escuadrones para manejar y dominar a
las masas (masas o vulgo, que no pueblo). En segundo lugar, crear el modelo de
mujer apta para nutrir los ejércitos y las policías, cuestión ésta esencial
para poder pensar en el mantenimiento del poder imperial de las potencias
occidentales frente al ascenso de los nuevos imperios económicos y políticos.
En tercer lugar, separar definitivamente a las mujeres de los hombres y generar
movimientos de destrucción de toda vida horizontal que colaboren al ascenso y
crecimiento del Estado, teniendo siempre en la manga la opción de desatar
movimientos exterminacionistas o genocidas como instrumento de control y de
poder.
Son motivos estratégicos y vitales
para el sistema que se encuentra atravesando la peor crisis de los últimos
quinientos años y que necesita construir definitivamente el Estado-Total sobre
las ruinas de la sociedad civil y los despojos humanos de lo que antes fue el pueblo,
para erigir un imponente aparato de dominación sobre unas masas bestializadas y
obedientes. No se permitirá, por ello, ninguna disidencia, la persecución será
implacable.
En primer lugar se acusa a Inma y a
todas las que pensamos como ella de no usar datos contrastados, se nos exige
usar únicamente los datos creados por ellos, los oficiales, de modo que estamos
obligados a creer en lo que nos dice un organismo que no es independiente, sino que forma parte del
aparato que implementa y defiende la LOVG. En este asunto, como en el caso de
la tortura, los datos que maneja el Estado no coinciden con los de, por
ejemplo, Amnistía Internacional, que sí es una asociación independiente del
gobierno.
Por otro lado, los propios datos del
gobierno son muy difíciles de contrastar, pues afirma el Ministerio de Sanidad
que las denuncias solo representan “entre el 5 al 10% de los casos que se producen”;
la pregunta que surge es: ¿cómo han llegado a estos datos? ¿Tienen una cámara
en cada dormitorio y en cada casa? Lidia
Falcón se permitía la licencia de afirmar, en su texto “Violencia contra la
mujer” de 1991, que en el Estado español había entre 200.000 y 2.000.000 de maltratadas sistemáticamente... ¡qué horquilla tan amplia para ir
imponiendo datos no verificables! Y en 2011 decía que existían dos millones de
“apaleadas sistemáticamente”; ¿dónde ha contrastado Lidia Falcón esos datos?, ¿por
qué se dan por ciertos cuando no pueden ser comprobados de forma alguna?
Lo comprobable es que la versión
oficial contiene algunas mentiras confirmadas como por ejemplo la afirmación
que se hace en el preámbulo de la ley de que “en la realidad española, las
agresiones sobre las mujeres tienen una especial incidencia”, porque, en los
hechos, no solo no es así, sino que incluso con el crecimiento actual, seguimos
teniendo una de las tasas más bajas de Europa y del mundo, que se situaba en
2006 (desde entonces no nos ofrecen datos sobre ello) en 2,8 muertas por millón
de mujeres, mientras en la próspera, moderna y feminista Finlandia se producen
9,35 muertas por millón de mujeres, en EEUU son un 8,36, en Inglaterra un 4,20.
Es más, si se hace un desglose la tasa de víctimas extranjeras en nuestro país
es de 12,44 mujeres muertas por millón de mujeres extranjeras, mientras que la
de españolas es de 1,98 por millón.
Y, si su principal argumento es una mentira,
¿por qué hemos de creer que los datos que dan son verdad?
Lo cierto es que el auténtico maltrato,
que existe, no es el objeto de esta ley, por eso ese maltrato, cargado de
evidencias y manifestaciones reales es bastante ignorado mientras se dirige
mucho más a crear nuevas figuras delictivas como la “violencia simbólica” y, la
más asombrosa aún, “violencia invisible”, para que cualquier cosa pueda ser
calificada de maltrato aplicándole el principio de la invisibilidad y
confundiéndolo todo.
Así los datos no han de ser
verificables pues dependen de elementos subjetivos y misteriosos no perceptibles.
Se desea adecuar la mentalidad de la mujer a un subjetivismo delirante, a un
estado de ofuscación y aturdimiento permanente que le impida comprender y
percibir su realidad, una adecuación de la conciencia que se corresponde más
con esos estados de credulidad extrema que se nutre de milagros, apariciones y
prodigios similares. El maltrato entra así en el dominio de lo esotérico y lo
hermético y necesita de sus mediadores o brujos que ejercen de traductores de
lo real.
Se supone además, que las mujeres no
sabemos reconocer el maltrato, que necesitamos
profesionales y expertos que nos lo muestren, nos lleven de la mano, nos
interpreten nuestras propias experiencias, por eso en el “Protocolo para la
actuación sanitaria ante la violencia de género” redactada por el PP se dice
que “existen múltiples dificultades para reconocer la violencia de género,
tanto por las mujeres que la sufren, como por parte de los profesionales del
sistema sanitario”. En conclusión, solo el Estado conoce la realidad y sólo él
puede dirigir nuestras vidas. Y ¿si existen tantas dificultades para
reconocerlo? ¿Cómo sabemos que las 135.000 denuncias anuales son verdaderas y
no falsos reconocimientos? Pero, con su maquiavélico argumento se nos impone
que las mujeres que no nos sentimos maltratadas mentimos y solo dicen la verdad
la totalidad de las que denuncian a sus parejas, es decir, las que obedecen el
mandato estatal de enfrentarse con sus pares.
La sociedad de Orwell está servida, el
Ministerio de la Verdad es el encargado de esclarecer las tinieblas en que
vivimos. ¿Es que no es evidente el deplorable machismo de semejante argumento?
¿Por qué las mujeres tenemos que renunciar a nuestra propia reflexión sobre la
experiencia para sumarnos a una teoría sobre lo que nuestra vida es dictada por
una institución que, de momento, sigue siendo mayoritariamente masculina?
Pero si no nos sometemos al gobierno y
fiscalización institucional de todos nuestros actos vitales entonces somos
acusadas de connivencia con la violencia machista. Así, en agosto de 2011, casi
toda la prensa señala que 240.000 mujeres justifican la violencia machista. Y
¿dónde se han contrastado estos datos? ¿Por qué 240.000 y no 2.000.000? ¿Cómo
de una muestra de 2000 personas, que además está falseada[5],
pueden sacarse tantas conclusiones? Vemos
de nuevo que los datos de la realidad son fabricados directamente en los
despachos de los ministerios.
No obstante me agrada ver la
virulencia con que se han lanzado contra nosotras, creo que en ello hay un
rasgo de debilidad y miedo, la conciencia de que, hoy por hoy, no han
conseguido dominar a toda la sociedad, el sexismo no ha adquirido carta de
naturaleza en amplios sectores sociales.
El sexismo es hoy atizado por el
Estado a través de la falsificación de la historia y de la realidad presente
que hacen las instituciones y de los privilegios que se otorgan a la mujer que
incluyen los que se derivan de LOVG (por ejemplo que su palabra sea prueba
fehaciente en un juicio y no necesiten de otra evidencia) hasta privilegios
económicos en diversos campos. Tal situación podría haber dado origen a un
movimiento de hombres en contra de las prerrogativas de las mujeres (objetivo
auténtico de tales operaciones) PERO ESTO NO HA SUCEDIDO (solo una ínfima
minoría de hombres esgrimen argumentos verdaderamente sexistas contra estos
hechos). Únicamente la Ley de Violencia de Género, por su especial brutalidad,
ha sido contestada, pero no por los hombres, sino por los hombres y las mujeres
unidos.
Sin embargo es necesario dar un paso
más, necesitamos comprender que los privilegios sobre la mujer son la forma
particular cómo somos sometidas, humilladas y destruidas. Mientras que para los
varones se destina la represión, el insulto y la difamación, para las féminas el
sistema utiliza la adulación (narcisismo) y el
desprecio (complejo y vergüenza de la feminidad) a partes alícuotas por
un lado, y, por otro, la gracia y preferencia institucional, los derechos, como
instrumentos para el quebranto de nuestras facultades y de nuestra autonomía.
Las mujeres no hemos ganado nada con la victimización, por el contrario, somos hoy el
espacio de la desolación, sujetos de un feminicidio real, espiritual y físico.
El consumo de psicofármacos se dispara y ya el 10% de las mujeres consumen
drogas para soportar la existencia, la enfermedad mental es la tercera causa de
muerte entre nosotras y, lo que es más trágico, entre las mujeres en la edad
más creativa y poderosa de la vida femenina, entre los 30 y los 34 años, el
suicidio es ya la primera causa de muerte. La explicación interesada que los
feministas del Estado dan a estos hechos es que son las secuelas del machismo y del maltrato que sufrimos, pero,
si justamente estamos en el momento de la historia en que esta lacra está, por
fin, siendo corregida ¿no deberían las cifras de dolor y sufrimiento de las
mujeres estar disminuyendo y no creciendo, como sucede?
Los privilegios de la mujer no son
tales, las mujeres del pueblo no ganamos nada porque lo que recibimos no puede
compensar, ni remotamente, lo que perdemos. Si una autónoma tiene ventajas
económicas sobre el trabajador por cuenta propia varón, si la mujer es favorecida por las leyes del Estado ¿qué significa eso? Significa únicamente
que tendremos beneficios en aquellos terrenos a los que nos dirige el poder que
nos otorga esos derechos, que, como el conductismo clásico, usa el refuerzo
positivo/negativo para hacer de nosotras el nuevo perro de Pavlov, seres
manipulados completamente. ¿Qué son esas migajas cuando hemos perdido el
control sobre la propia existencia, cuando se nos obliga a la soledad, se nos
niega el uso de la propia inteligencia, se nos despoja de la voluntad y el
albedrío, se nos prohíbe la maternidad y la vida erótica? ¿Cómo podría el
dinero y el privilegio del odio que ofrece la LOVG compensar la pérdida de
nuestra humanidad?
Bajo este sistema todos los
privilegios tienen el rostro de la esclavitud, en el pasado las supuestas
prebendas de que gozaban los varones iban acompañadas de obligaciones, algunas
livianas aunque injustas, como hacerse responsables y proteger a las mujeres, y
otras atroces y monstruosas, la de servir al Estado como soldados en las
guerras. Los feministas, cuando hablan del patriarcado OCULTAN su realidad, la
de los millones de hombres que morían en conflagraciones que no habían creado
ellos sino las instituciones del poder, y, por lo tanto MIENTEN.
Casi nadie ha sabido ver la cara
oculta en todas estas operaciones de “deferencia” hacia la mujer, el hecho de
que estamos abocadas a participar en las próximas guerras, en los formidables e
inevitables conflictos que se avecinan. En las próximas guerras las mujeres
iremos en la primera línea a morir por la patria, por los intereses de los
poderosos y poderosas de nuestros países. A ello sirven las políticas de
género, las espurias prebendas, el adoctrinamiento en la violencia, el
victimismo exterminacionista y la creación de una figura del enemigo en el
varón, el fanatismo feminista, la implantación de los disvalores del odio, el
egoísmo, la desconfianza, la asocialidad, la miseria moral y espiritual que son
la destrucción del ser humano de la mujer para su reconversión en ser para la
guerra.
Por eso sería un error considerar que
estas leyes inicuas son leyes contra el hombre, no es así, están pensadas contra
los hombres y las mujeres del pueblo, para destruir todo rastro de vida
horizontal, de comunidad y vínculos de amor y de concordia entre los pares. Por
eso, los perros guardianes del sistema se han lanzado con auténtica ferocidad
contra Inma Ocaña y todas las que no nos sometemos a la obligación de actuar al
dictado de los Lorente y a arrodillarnos ante su palabra, la palabra del poder
o, como dicen ellos, del hombre.
Pues bien, en este 8 de marzo tal vez
haya llegado el momento de que las mujeres nos pongamos de pie frente al
repugnante machismo de los que se han erigido como nuestra conciencia y nuestra
guía, tal vez sea el momento de recoger nuestros deberes como auténtico tesoro
espiritual que nos conduce por el intrincado y comprometido camino de la
libertad y nos acerca a la vida auténtica, a la vida humana.
Tal vez es el momento de que estos
movimientos anti-femeninos y anti-populares se encuentren con las mujeres
dispuestas a hacerles frente, a no callar, a no agachar la cerviz ante este
feminismo de machitos y señoronas que desea cerrarnos la boca, doblegarnos para
poder luego utilizarnos en su provecho.
En este 8 de marzo tenemos que hacer
retroceder al machismo institucional y prepararnos para las difíciles tareas
que tenemos enfrente y en las que debemos aspirar a ocupar la primera línea: la
regeneración del pueblo como sujeto de una revolución integral.
[1] En
“Feminicidio o auto-construcción de la mujer. Volumen 1. Recuperando la historia”,
Félix Rodrigo y yo hemos demostrado que los argumentos sobre la historia en que
se sustenta el feminismo de Estado y la LOVG son mentira, y lo demostramos con
una avalancha de datos. Ellos, en cambio, se limitan a repetir como un mantra
sus consignas, y a imponerlas por la fuerza y la agresión.
[2] En
su biografía de Pilar Primo de Rivera, María Antonia Fernández dedica bastante
espacio a éste asunto, señalando que en sus “Memorias Políticas (1959-1999) la
fundadora del Partido Feminista ofrece una imagen desvaída y velada de sus
relaciones con la Sección Femenina, relaciones que fueron públicas pues ella
fue llamada a colaborar en el diario Informaciones por Marichu de la Mora.
[3]
Alborch asumió la cartera de Cultura en el año 1993, cuando se acababan de destapar
dos de los escándalos de corrupción y abuso de poder más graves del
postfranquismo, no tuvo escrúpulos morales para unirse al partido de la
perfidia maquiavélica, el terror y el crimen como vocación política.
[4] De
la edición de Herstory, 2008.
[5] De
la encuesta se infiere que todos los que no concuerden con que el único origen
de la violencia de la pareja es el machismo de los hombres y apunten otros
factores como la drogadicción, el alcoholismo etc, justifican y aprueban la
violencia de género.