Una
reflexión personal sobre la exposición
“Contraviolencias. 28
miradas de artistas”
"Poblada
soledad es hoy el mundo”
Enrique
Gil y Carrasco
Después de la visita
colectiva realizada el 9 de junio en la que diez mujeres y dos bebés recorrimos
de forma personal y en silencio la exposición realizada en la fundación Canal
de Madrid, presento estas conclusiones que son mi percepción personal de lo
que contemplé.
He necesitado reposar y
reunir las fuerzas necesarias para expresar algo que me resultó profundamente
perturbador e inquietante, una experiencia que introduce al espectador en un
horror inconcreto, tantálico y que se resiste a la reflexión y la comprensión.
LA EXPOSICIÓN
La muestra está
compuesta sobre todo por audiovisuales y montajes fotográficos, muy poca
pintura o dibujo y alguna instalación y se centra en presentar, según nos
informa el programa, los cinco orígenes de la violencia contra las mujeres: el individuo, la familia, la comunidad, la
cultura y la política y explicar que “en
todo el mundo, las mujeres y las niñas son víctimas de absurdos e innumerables
actos de violencia. Los alcances de estas prácticas basadas en la
discriminación de género son devastadoras y tienen lugar literalmente, desde el
seno materno hasta la tumba. Esta situación se repite en todos los segmentos de
la sociedad sin importar la clase, el origen étnico o la educación; tampoco si
el país se encuentra en periodo de paz o de guerra. A menudo, el único delito
de la víctima consiste en ser mujer”. El argumentario de la exposición, en
dos grandes paneles, precede la entrada en la misma.
No podré entrar en un
análisis de las 28 producciones que llevaría un esfuerzo y espacio del que no
dispongo en este momento, dividiré las obras entre el núcleo mayoritario que
representan la doctrina que expone la comisaria, Randy Rosenberg, un pequeño
núcleo de obras neutras o de bajo contenido y una obra que expresa otro mensaje,
pero deseo ante todo comunicar el sentimiento y la reflexión que me ha
suscitado la exposición.
LA MUJER COMO ARGUMENTO
La mujer es aquí el argumento, aparece como
instrumento puro para ilustrar el mensaje que es lo verdaderamente importante.
La mujer como objeto-material expresivo del ideario en la obra y la mujer como
objeto-espectador, como oyente/público en el espacio físico de la exposición, sin
embargo no hay un espacio para la mujer como sujeto, como ser pensante dentro
de la obra y, fuera de ella, en comunicación con su mensaje.
La inmensa mayoría de
los trabajos expuestos presentan mujeres cosificadas, diluidas, sin rostro
humano. Son manchas inconcretas como en la instalación de JUNG JUNGYEOB (Corea)
Ser #1-15 (2007), sombras sin rostro que evocan actos femeninos desvalorizados
en esos contornos indefinidos; otras veces son rostros deshumanizados, aberrantes
figuras que escupen o tragan una cinta sin fin como las que presenta MARÍA
MAGDALENA CAMPOS-PONS (Cuba) No es otro día cualquiera (1998) o la de ALMAGUL
MENLIBAYEVA (Kazajistán) Totems besándose (2008), entes enjaulados o en
movimiento pero sin atributos de humanidad, envueltos los cuerpos o los
rostros, sin ojos, sin conciencia, sin intención ni albedrío. En la performance
de LISE BJORNE LINNERT (Noruega), una garganta emite un sonido, no es grito ni
lamento sino voz sin contenido, sin mensaje, sin lenguaje, rumor vacío.
En la mayor parte de las obras la mujer aparece
así, despojada de la categoría de persona, sujeta a la condición de víctima de
manera trascendental, su imagen es la de la fragilidad, el anonimato, la
predestinación a ser violentada, es, ahora sí, sexo débil.
Nos informan que esta mirada es una crítica de
la condición real de la mujer en el mundo pero no lo es en verdad porque se
limitan a mostrar y describir algo sin presentar su conflicto, sin ofrecer
ninguna fisura por la que emerja el potencial femenino.
Lo cierto es que el mensaje que recibimos es que
esa es la realidad de cada una de nosotras, el ser seres-cosa, seres-vacío,
seres-desierto. Y, ¿qué es esto sino la visión patriarcal de la mujer? Pero esta
nueva perspectiva supera en perversidad
al patriarcado clásico que equiparaba a
nuestro sexo con los niños y los débiles mentales porque ahora somos rebajadas
a la categoría de objetos puros, no-seres, no-personas. La negación total de la
mujer es el mensaje, así es el neo-patriarcado. Es, además, una mentira, porque
presenta la violencia como realidad universal y absoluta del ser mujer, es decir,
absolutiza una situación que, con ser trágica, es real únicamente para una minoría de mujeres.
Lo peculiar de la nueva opresión femenina es que
se presenta como nuestra liberación pero define ésta como la emancipación de lo
que somos, es decir, la negación de la feminidad. No casualmente la exposición
se abre con una obra de Louise Bourgeis, una feminista clásica, contemporánea
de Simone de Beauvoir que, como ella,
gira de forma permanente en torno al odio,
odio al hombre, que en ella se define por la idea de matar al padre y
odio a la mujer en tanto que mujer. Se odia al hombre porque se le envidia pero
se odia a la mujer porque se la desprecia. El resentimiento hacia o masculino y
el menosprecio de lo femenino es el
sentimiento dominante, de lo que se deriva una misoginia pura, interior,
profunda. Por eso una de sus obras
fundamentales es llamada “Las mujeres
fálicas”. En esta exposición presenta un dibujo de formas esquemáticas hasta lo
grotesco, una mujer sin brazos, atravesada por una muleta y cuyo rostro se
resuelve con dos puntos y una raya.
DOS VISIONES, DESDE
FUERA O DESDE DENTRO
Me llamó la atención especialmente la
instalación fotográfica INTERNATIONAL RESCUE COMMITTEE (Liberia) Un crescendo
global: Voces de mujeres de zonas en conflicto (2008), en mi opinión una obra
excepcional en el contexto en que se encuentra. Una serie de fotografías
muestran mujeres, hombres y criaturas en ambientes y actividades cotidianas, en
trabajos duros o en momentos relajados, en todas ellas las mujeres aparecen con
los rasgos de dignidad y nobleza de lo humano. La pobreza o lo duro del entorno
no resta respeto a lo que vemos. En una de las instantáneas aparece una escena
de violencia de un hombre hacia una mujer; incluso en esa situación ignominiosa lo que retrata la cámara son dos
personas, un hombre, vil en esa acción, pero humano, y una mujer dolorida y
humillada pero persona al fin.
Descubro entonces que este montaje es la obra de
las propias mujeres de una zona de Liberia que recibieron cámaras de fotos para
documentar su vida, lo que aparece es la realidad de sí mismas y su entorno
comunitario vistos por ellas mismas y no por la mirada deformada del artista
mercenario.
Observadas así las mujeres, en todas sus
dimensiones, en su fuerza y energía, en la colaboración con sus iguales, otras mujeres
y varones, adultos y criaturas, y también en su desamparo y en la humillación del
maltrato, podemos observar el potencial constructivo de la persona (de ambos
sexos) y de la comunidad que permitiría la victoria sobre la violencia
horizontal (una victoria que no podría significar su desaparición completa a no
ser que se considere la existencia del paraíso terrenal).
Creo que esta sola obra permite descalificar el
resto de la exposición, porque esta única obra nos muestra que TODO LO DEMÁS
representa LA MENTIRA, la mirada desviada de aquellas que sirven a LA IDEA y no
a la verdad de las cosas.
Este hecho es tanto más evidente cuando se
observa la performance de Yoko Ono descrita así en el documento de la exposición,
“Yoko Ono está sentada en un escenario
con un vestido negro. Poco a poco, conforme los espectadores van cortando
trozos de su vestido, el cuerpo de la artista queda al descubierto. Como unos buitres que fueran arrebatando
trozos de su persona, los miembros del público van violando el cuerpo de Ono,
destrozándole la ropa, quitándosela y dejándola prácticamente desnuda. Y
sin embargo, durante la mayor parte de la performance Ono se muestra impasible,
sentada, intentando mantener su mirada serena sobre la audiencia.”
Lo que yo veo es a una Yoko Ono, la
multimillonaria investida de un inmenso poder, no solo económico, sino político,
mediático e institucional, obligando al público a cortarle la ropa para
demostrar al mundo la verdad de su prejuicio, que la violencia viene de los
pares, que, el infierno son los otros.
Yoko Ono no representa solamente el “arte” que
sirve al poder sino el “arte” que es voluntad de poder, del artista que se ha
constituido como autoridad ilegítima. Representa un arte totalitario que
cabalga a lomos del pueblo mientras escupe su fealdad estética y su miseria
ética.
Lo que yo veo es un ego tan descomunalmente
crecido que ha de ocupar también el lugar de la víctima y presentarse como maltratada por la sociedad.
¡Qué paradoja! Un público que no tiene
voz, que no hace sino obedecer, aparece ante el mundo como el verdugo de la poderosa.
En la concepción clásica la estética y la ética
se han considerado trascendentalmente unidas, de ahí la idea de sublimidad
asociada a la auténtica obra artística. Nada hay de arte auténtico en la gran
mayoría de lo que observamos (las fotos de las mujeres de Liberia son un
documento pero no arte, algunas obras son bellas como la pintura de HUNG LIU de
China, o los bellos vestidos de plumas
de CECILIA PAREDES de Perú) pero no hay voluntad de hallar ese estado de
sublimidad, excelencia y grandeza que ha de alimentar el arte.
Lo que encontramos es, ante todo, un producto
conceptual, no hay comunicación de ningún sentimiento verdadero, ni emociones
ni reflexión sincera. El drama y el dolor humano del maltrato no están
contenidos aquí porque todo es falso, es una caricatura de la tragedia
auténtica, propaganda al servicio de una marca. Estéticamente se sitúan en esa
forma fácil del pensamiento “crítico” que excusa del esfuerzo por la calidad y
perfección tanto de la idea como de la forma una forma de degradación estética
en que fueron especialmente hábiles las vanguardias artísticas.
LA EXPOSICIÓN COMO VIOLENCIA
Lo que veremos en la mayor parte de las obras de
esta exposición es propaganda con técnicas del cine de sangre y vísceras de la serie
B, efectos especiales artificiales, un exceso de impresiones sensoriales,
especialmente auditivas, en ambientes asfixiantes de luz escasa u oscuridad. Es
una forma de acoso emocional; el mensaje está descontextualizado, no hay
narración sino un permanente asalto de consignas sensoriales lanzadas al
pre-consciente del espectador, no hay espacios de silencio que permitan la
comunicación con la obra.
La libertad de conciencia exige de sosiego y
silencio, de distancia con las cosas, la propaganda es manipulación mental, borra
esos territorios que protegen al sujeto y asalta su psique anulando el juicio.
Sucede aquí que el Mal aparece lo suficientemente terrible a la vez que
inconcreto como para acceder a los miedos más primarios y las carencias
afectivas más dolorosas de cada una de nosotras creando especialmente
sentimientos de aislamiento y soledad y fuertes emociones de inseguridad/odio.
Hay una mentira premeditada, una voluntad
puramente intelectual de verter un mensaje usando las herramientas de la
publicidad, inventan, ocultan y deforman la realidad ahogando la inteligencia.
La propaganda es una forma ilegítima de
persuasión, una invasión del espacio sagrado de la libertad de conciencia y,
por lo tanto, una forma de violencia,
en este caso de violencia contra la
mujer que es a quien va especialmente dirigida.
En este adoctrinamiento hay, además, una falta
de respeto básica por la mujer, una intención de someter nuestra voluntad y
albedrío y anular nuestra inteligencia, de fijarnos a la condición de dirigidas
y por lo tanto es una expresión del patriarcado.
LLAMAMIENTO
Me parece necesario hacer un llamamiento a las
mujeres a resituarnos ante este tipo de obras, acudir, si acudimos a ellas,
para mirarlas de pie y no de rodillas, establecer en todo momento y ante todo
una posición de sano escepticismo; mantener siempre la distancia necesaria para
conservar la lucidez y el juicio personal.
Debemos aprender a mirar la realidad desde lo que la
propia realidad es y no desde los territorios discursivos de la academia y las
instituciones y para ello en primer lugar es obligado interiorizar nuestra propia
experiencia y biografía y la experiencia
de nuestros ancestros como material imprescindible para desentrañar la verdad en nuestra vida y en los
procesos sociales sin prejuicios y sin sistemas de ideas
dogmáticos y cerrados.
Desgraciadamente las mujeres vivimos hoy en un
estado de credulidad e inseguridad personal extraordinarias lo que nos hace
fáciles presas del nuevo patriarcado que usa alternativamente la seducción, el
miedo y la promesa de protección haciendo de nosotras eternas menores y sumisas
devotas de sus religiones.
Resulta especialmente inquietante observar que se
están realizando visitas guiadas para niños y niñas entre 6 y 12 años. Considerando
el grado de perturbación y manipulación que supone este montaje para la espectadora
adulta me parece un auténtico crimen el pasear a las criaturas por esa sala de los
horrores. Atendiendo a la lamentable imagen de la mujer que ofrece la muestra auguro
que a los niños los empujará hacia un machismo despreciativo de las mujeres y a las
niñas hacia un estado de negación de sí mismas patológico, y, por lo tanto, será
el material para hacer durar otros mil años el patriarcado.
Por fin la
realidad ha superado la ficción, Orwell ha quedado obsoleto en nuestros días.