Origen del modelo de ama de casa
Dentro de la tradición liberal y constitucional se sitúa el libro de María del Pilar Sinués de Marco “El ángel
del hogar. Estudios morales acerca de la mujer”, editado en 1857 y reeditado
varias veces después, obra de inmensa influencia, sobre todo porque entre
1864-1869 se editó una revista del mismo título, hecha por Pilar y un equipo de
mujeres, entre las que destacaron Angelina Grassi y Faustina Sáez de Melgar,
publicación que llevaba el subtítulo que sigue: “Páginas de familia: revista semanal de literatura, educación, modas,
teatro, salones y toda clase de labores de inmediata y reconocida utilidad:
ejemplos morales, instrucción y agradable recreo para las señoritas”. Pilar
dirigió también “Flores y perlas”, publicación periódica ya citada, editada en
1883-1884. Sinués fue una mujer culta y moderna, periodista, ensayista,
literata y compositora, autosuficiente al parecer en lo económico, que se valió
del modelo británico para introducir la idea de la mujer hogareña, en teoría
pero no en la práctica, entregada al marido y los hijos. Todo ello ha de
entenderse en su real complejidad, pues es una ideología dirigida a transformar
las formas de existencia de las mujeres del pueblo, porque la mujer ociosa de
la burguesía ni trabaja ni se ocupa de la casa (el servicio lo hace por ella,
vale decir, descarga sus tareas en otras mujeres, a las que explota y domina), y
su vida transcurre entre el teatro, la ópera, los salones, los viajes de
placer, las actividades caritativas, las fiestas, el coqueteo, el adulterio,
los toros y otros entretenimientos y vicios que hacían que donde menos tiempo estuviera
realmente fuera en el hogar.
El libro marca una tendencia que sólo
será seguida, por el momento, en las clases medias bajas, no en las clases populares,
cuyas mujeres han trabajado productivamente siempre dentro y muy a menudo fuera
del domicilio. Con todo, nos encontramos de nuevo con que en la construcción
del patriarcado desempeñaron una función de primera importancia las mujeres,
como se comprueba en este caso. Mujeres como Pilar y sus colegas que, dicho sea
de paso, explotaban a otras mujeres, las sirvientas y criadas, que en 1877
eran, oficialmente, 314.000 en España, dato que indica que la “solidaridad
femenina” nunca ha existido y que las mujeres han estado siempre, y lo siguen
estando, divididas férreamente en opresoras y oprimidas.