ACULTURACIÓN,
LAS POLÍTICAS DE GÉNERO COMO
ETNICIDIO.
(Extractos de "Feminicidio o auto-construcción de la mujer")
La aculturación de las clases populares es una meta perseguida con vehemencia por las elites mandantes desde hace más de doscientos años, pues con ella alcanzan una situación de preponderancia óptima, al ser equivalente a ganar al pueblo la batalla de las ideas por el procedimiento de aniquilar su mismidad cultural, paso previo a la imposición completa de la ideología más deseable para el poder. Negar el pasado y el presente de la gente común, inculcar en sus mentes la idea de que en uno y otro hay un espanto indecible, un pecado ignominioso en grado superlativo, la mentalidad patriarcal y las prácticas machistas, es derrumbar el mundo interior del desventurado sujeto, convertirle de golpe en no persona y ser nada entregado a todas las manipulaciones. Una vez que se considera a la sociedad del pasado inmediato como un infierno en el que los hombres-demonios atormentaban, violaban cada noche y asesinaban a las mujeres-víctimas impunemente y a su entero albedrío, y cuando se nos dice que las cosas siguen igual porque “culturalmente” el problema permanece, de manera que hay una responsabilidad popular en todo ello, de naturaleza absoluta, el individuo medio se desmorona por dentro.
La aculturación de las clases populares es una meta perseguida con vehemencia por las elites mandantes desde hace más de doscientos años, pues con ella alcanzan una situación de preponderancia óptima, al ser equivalente a ganar al pueblo la batalla de las ideas por el procedimiento de aniquilar su mismidad cultural, paso previo a la imposición completa de la ideología más deseable para el poder. Negar el pasado y el presente de la gente común, inculcar en sus mentes la idea de que en uno y otro hay un espanto indecible, un pecado ignominioso en grado superlativo, la mentalidad patriarcal y las prácticas machistas, es derrumbar el mundo interior del desventurado sujeto, convertirle de golpe en no persona y ser nada entregado a todas las manipulaciones. Una vez que se considera a la sociedad del pasado inmediato como un infierno en el que los hombres-demonios atormentaban, violaban cada noche y asesinaban a las mujeres-víctimas impunemente y a su entero albedrío, y cuando se nos dice que las cosas siguen igual porque “culturalmente” el problema permanece, de manera que hay una responsabilidad popular en todo ello, de naturaleza absoluta, el individuo medio se desmorona por dentro.
Reducir a la gente de ayer -y de hoy- a un
revoltijo de monstruos (ellos) e “idiotas” (ellas) es transformarles en seres
sin confianza en sí mismos ni autoestima, devastados psíquicamente, llenos de
un sentimiento de culpa que les aniquila, inseguros, pasivos, abrumados,
angustiados y dóciles. La creación de la mentalidad masoquista propia de la modernidad,
que se desprecia y odia a sí misma para transferir toda esperanza de salvación
al Estado, es el gran logro del feminismo de Estado y el sexismo político en el
terreno de la lucha ideológica. En efecto, frente al pueblo malvado y pecador
se levanta el Estado bueno y redentor, en tanto que Estado protector, que a
través de una severa política represiva, pero, sobre todo, por medio de una
gigantesca operación de reeducación e ingeniería social, dirigida a transformar
las mentes y las conductas, ponga fin a tanta abominación.
Antaño el pueblo pecador era redimido por la Iglesia,
que extraía enormes réditos de la ideología de la culpabilización. Ahora es el
Estado la instancia purificadora y salvífica. El machismo es hoy el nuevo
Pecado Original de la novísima religión política oficial del Estado, el sexismo
político hembrista. Invocándolo se expropia al pueblo su pasado, que es
sustituido por la mentira integral sobre la historia que ofrecen el funcionariado
de género y el mundo académico al alimón. Pero la expropiación de la cultura
del pasado por vía de su completa desnaturalización y falseamiento la realizó a
conciencia antes por la Sección Femenina.
El
franquismo se sirvió a gran escala del arma de la culpabilización. Fueron los
famosos “demonios familiares de los
españoles”, el principal de ellos la indocilidad a las autoridades y la
natural propensión a “la anarquía”,
pero también la noción del “atraso”
usados para auto-avergonzar a la población y poder espolear hasta la locura el
productivismo y el conformismo. En la época se demonizó a la gente rural,
presentados como seres infrahumanos (recordemos los versos insultantes del
jacobino Antonio Machado y del por un tiempo anarquista Azorín, en esto y en
tantas cosas indistinguibles del franquista Cela, por ejemplo), por tanto,
destinados a ser manejados por medio de los fusiles y los vergajos de la
Guardia Civil. En conjunto, se trataba de crear vergüenza de sí y auto-odio en
la gente modesta, con las -deseadas- secuelas de debilidad psíquica, anomia, confusión,
servilismo, pasividad, renuncia a la propia mismidad y auto-entrega a la
instancia redentora. Ello fue tomado tal cual del franquismo por la progresía y
la izquierda, en particular con la alevosa teorética sobre el “atraso”, del que hacían un problema
descomunal, y que fue usada para levantar la más agresiva apología de la
modernidad contra la execrada “tradición”,
esto es, para destruir la cultura popular, milenaria, democrática y
experiencial (a la que el feminismo más venal y fanatizado, sin atender a datos
ni a razones, como acostumbra, cuelga la infamante etiqueta de “machista”), a fin de que triunfasen
absolutamente los envenenados productos culturales creados por los
profesores-funcionarios, la intelectualidad burguesa y la industria del espectáculo,
autóctona y sobre todo estadounidense.
Hay
que proclamar bien alto que la destrucción desde arriba de la cultura popular
se aproxima mucho a la aniquilación del individuo que de ella extrae sus
nociones cognoscitivas, categorías axiológicas y criterios organizadores. Eso
busca el poder, porque el sujeto destruido en tanto que ser humano es luego
reconstruido por las instituciones como criatura subhumana, conforme a sus
intereses y necesidades fundamentales. El par destrucción-reconstrucción es cardinal
para expandir el poder de acción del statu quo. De esa manera el sujeto ya no
se auto-construye, sino que es construido, ya no es por sí mismo, sino por la
voluntad del poder.
Además,
se priva al individuo de temporalidad, se le expolia el pasado, al presentarlo
como espeluznante, y se le niega el presente, modo de imponerle el futuro, así
ya no es dueño del tiempo, sólo su víctima. Todo ello tiene lugar en el
contexto de un nuevo orden totalitario en el que los dogmas del feminismo
sexista son impuestos desde arriba, con linchamiento de quienes se atreven a
cuestionarlos. Se ocultan datos (por ejemplo, el número de varones asesinados
por mujeres, o el de mujeres asesinadas por mujeres), se falsifica a placer la
historia, se lanzan campañas de aleccionamiento continuas, se premia
magníficamente a los y las patéticas lumbreras académicas del género, se
provoca una avalancha de textos inculcadores de todo tipo, se usa sin límites
la publicidad y la mercadotecnia, se manipula a las mujeres para hacer de ellas
seres emocionalmente enfermos, llenos de paranoia y odio. Sobre todo, vivir en
la mentira, que es lo que preconiza el feminismo y el Estado feminista, devasta
al sujeto de una manera colosal, pues deja a la persona inerme ante la
realidad.
Ciertamente, en lo popular del pasado (ya no
se puede hablar de lo popular del presente pues, en puridad, no existe, dado
que el proceso de aculturación ha culminado en un gran éxito para el Estado)
había cosas acertadas y desacertadas, buenas y malas, pero debía ser el mismo
pueblo el que realizase el proceso de auto-corrección y rectificación
consciente desde lo positivo, que era muchísimo, de su cultura. Incluso había
elementos de los que avergonzarse razonablemente, adoptar un enfoque
autocrítico y desarrollar sentimientos parciales y relativos de culpa, que así
calificados son muy saludables y necesarios. En la vida social, como en la
individual, los procesos de autoevaluación, corrección e innovación son el
instrumento esencial de crecimiento y mejora; afianzar lo positivo y superar lo
negativo es la aspiración de una sociedad y una vida buena y humana. Contra
ello se despliega la magna operación de denigración y negación integral del
pasado popular que no son sino campañas de lavado de cerebro implementadas
desde fuera y destinadas a un fin truhanesco: hacer de la dictadura estatal un
megapoder aún más efectivo.
Hay que resaltar, llegado a este punto, que lo
ahora realizado por el feminismo sexista no es nada nuevo, pues campañas de esa
naturaleza se llevan haciendo en otros países desde hace bastante tiempo. Se
conoce bien lo realizado en Alemania en 1945-1949 para aculturar y
desnacionalizar a la población, bajo la dirección del Gobierno Militar de
Ocupación estadounidense, con el pretexto de la desnazificación. Con tal propósito
se arrojó a la basura la cultura clásica alemana y, aún más, la cultura popular
tradicional, para imponer la subcultura de EEUU, la llamada música negra, el
cine de Hollywood, la motorización, el jazz, el pragmatismo, el arte abstracto,
el individualismo que aniquila la individualidad, el culto por el dinero, las
bebidas de cola, el nihilismo, el alcoholismo, la infantilización universal, la
tecnofília, la comida rápida, la superficialidad y el simplismo, el servilismo
hacia el poder constituido y los demás componentes de aquélla. Los alemanes
debían dejar de ser lo que eran, alemanes, para convertirse en portadores de un
cuerpo de ideas y unos estilos de vida propios de lo que se tildó de “el Sueño
Americano”, en un proceso desnacionalizador que hizo de ellos meras piltrafas a
las órdenes de los nuevos amos, los militares norteamericanos.
Al mismo tiempo, se inculcó a las masas una
idea rematadamente falsa de las causas y las instancias creadoras del nazismo.
Se impuso que éste había salido del elemento popular, que era un producto
genuinamente alemán y que todo el pueblo germano era responsable y culpable de
sus crímenes. La perversa noción de culpabilidad colectiva fue impuesta con
obstinada determinación a las multitudes para que cada uno de sus integrantes
quedara devastado y paralizado por los sentimientos de pesar, pecado político y
auto-odio, con lo que se entregaban dócilmente a sus nuevos dominadores, como
así sucedió en gran medida. Esta operación de ingeniería social magistralmente
llevada adelante permitió a EEUU, en sólo unos años, moldear a las y los
alemanes del oeste conforme a sus designios geoestratégicos y políticos del
momento.
Ello
sirvió también para, culpando al pueblo, exculpar a quienes realmente habían sido
los creadores del movimiento nazi, por este orden, 1) el ejército, 2) los
aparatos universitarios y la mayoría de la intelectualidad, 3) el gran capital.
De ese modo, éstos siguieron operando plácidamente en Alemania, una vez que la
gran operación de imputación desde arriba del pueblo les hubo exonerado de toda
culpa.
Por tanto, el pueblo es culpable, absoluta y
totalmente culpable, en Alemania del nazismo, aquí del machismo. En todas
partes la instancia salvadora, el nuevo Mesías que nos libra de pecado y nos
guía hacia el paraíso celestial realizado en la tierra, es el Estado. A eso se
reduce el “pensamiento crítico”, crítico con el pueblo y no-crítico con el
Estado.
La Escuela de Frankfurt, en especial Theodor
W. Adorno, tuvo una responsabilidad grande en esta operación de moldeamiento de
las mentes y alteración provechosa de las conductas. Poniéndose a las órdenes
de las autoridades militares de ocupación, como ya habían hecho con el
capitalismo estadounidense anteriormente, usaron el dudoso prestigio de su
izquierdismo “antifascista” para, por un lado, limpiar de toda responsabilidad
al Estado y al capitalismo alemán y, por otro, triturar psíquicamente a las
clases populares, en lo que fue una colosal campaña de “reeducación” de las
masas a partir de su ilimitada culpabilización.
El
Estado apuntaba al individuo lo que tenía que pensar y cómo debía vivir, sin
consideración hacia lo más sagrado e inviolable de la persona, es decir, la
conciencia y la libertad de conciencia. Es esta una noción que en los textos de
dicha Escuela no se encuentra, pues su cosmovisión es un novísimo totalitarismo
de jerga marxista y corte izquierdista en el que unas elites esclarecidas
dominan absolutamente al pueblo, sintiéndose legitimadas para someterlo a no
importa qué manipulaciones y adoctrinamientos, naturalmente “por su bien”.
Uno de los escritos que orientó la citada
política de culpabilización fue el libro de Adorno “La personalidad
autoritaria”, que situaba en la psique del sujeto no modernizado el origen de
la experiencia fascista. Aquel texto se publicó en EEUU con el apoyo económico
de grupos empresariales, que necesitaban romper las resistencias a la
modernización capitalista que había en el seno de la clase obrera
estadounidense, y luego, al terminar la guerra, se utilizó contra el pueblo
alemán. Al tachar todo lo popular tradicional de “nazi” se violentó
psíquicamente a las masas para que avanzaran por el camino de la sociedad de consumo,
el dominio absoluto del dinero, la expansión sin límites del Estado, la
pérdidas de saberes y habilidades, la aniquilación de las redes de apoyo mutuo
tradicionales, la degradación de la masculinidad y la feminidad, la extinción
de la familia, la conculcación planeada de la libertad de conciencia, la
violencia machista y demás maravillas de la modernidad capitalista, metas, por
lo demás, en nada enfrentadas con las que se proponía el régimen nazi que
portaba el mismo paradigma modernizador.
Otro
libro de Adorno que dice bastante sobre sus retorcidas formulaciones e
intolerables intenciones es “Dialéctica negativa: la jerga de la autenticidad”,
en el que el título lo dice casi todo. La “dialéctica negativa” se ejerce
contra los saberes auto-elaborados por la gente popular durante milenios, que
en sí mismos son (eran, cuando existían) un valladar contra la expansión del
totalitarismo, también contra la falsa sabiduría de los profesores-funcionarios
y los intelectuales a sueldo de la gran empresa privada, que, para adoptar un
estilo oracular lo más intimidante posible, toma esa forma tan ridícula, por su
artificial oscuridad y pedantería, que se encuentra en sus textos.
Por eso han de ser “negativizados”, para
alcanzar “la autenticidad”, esto es, el saber “verdadero” que los sabihondos de
la pedantocracia “radical” más primorosa (la Escuela de Frankfurt) proporcionan
a la plebe, a través de las campañas de “reeducación”. Escuela ésta, tan
versátil y flexible, que lo mismo sirve a consorcios de empresarios en EEUU que
al Gobierno Militar de Ocupación en Alemania, sin olvidar al Estado teutón
reconstruido tras 1945, del que Adorno dijo maravillas, dado que era
“antifascista”.
La
descripción básica de la gran operación de culpabilización y desnacionalización
del pueblo alemán tras la II Guerra Mundial se encuentra en “The
americanization of Germany, 1945-1949”, Ralph Willett. La denuncia de los
fundamentos izquierdistas de esa operación, a cargo en buena medida de la
Escuela de Frankfkurt y del “antifascismo” militante, se formula en “La extraña
muerte del marxismo. La izquierda europea en el nuevo milenio”, de Paul E.
Gottfried. Este autor, tras deplorar la falta de respeto hacia el ser humano
que hay en esas campañas para “inculcar la culpa” a las masas con fines de “reeducación”
totalitaria e ingeniería social, expone que los jefes de la mencionada Escuela,
no sólo Adorno, sino también M. Horkheimer, J. Habermas y casi todos sus
integrantes, así como sus continuadores hoy, en realidad admiten “una forma
modificada del capitalismo”, la propia de la sociedad de consumo y el Estado de
bienestar. En consecuencia, dirigen la atención de sus acríticos seguidores a
través de las martingalas y escabrosidades de su histriónica “teoría crítica”
hacia metas de muy dudosa radicalidad sin comillas, el feminismo, la
multiculturalidad, el antirracismo y así sucesivamente, que sirven de manera
decisiva a los intereses estratégicos del capital y el Estado en el siglo XXI.
Aquel es autor también de “Multiculturalism and the politics of guilt. Toward a
secular theocracy”, en que examina otra gran operación de culpabilización
colectiva, expropiación del pasado y destrucción planeada de las capacidades
psíquicas de las masas en Occidente, la que toma el multiculturalismo y
antirracismo como pretexto y contenidos fundamentales. En efecto, son las
elites occidentales las que hoy están llenas de aborrecimiento hacia la cultura
occidental, por temor a los efectos de su parte positiva, cuya consecuencia más
obvia es el cuestionamiento integral de su dictadura, lo que no sucede en otras
culturas, o sólo de forma mucho más débil e insuficiente. Por ello Gottfried
cita con repugnancia la enormidad de una reaccionaria notable, en tanto que
intelectual al servicio del poder, Susan Sontang, con la cual la susodicha
proclama que Occidente es “el cáncer de la humanidad”, expresión señera del
genocidio cultural que está llevando a efecto el poder constituido occidental
en la hora presente. Tal es hoy la consigna de quienes quieren crear un nuevo
totalitarismo al lado del que los viejos fascismos serán cosa de risa y cuyo
fundamento es la aculturación completa y la subhumanización integral de las
masas occidentales. A esa meta se dirige también el feminismo, con la
culpabilización, por “machista”, del pasado cultural y social. Nótese que, al
mismo tiempo, ese feminismo es, como manda el orden establecido en Occidente
hoy, islamófilo, dato que lo aclara casi todo. Empero, los libros de Gottfried
están lastrados por un excesivo ideologicismo, en ellos falta el análisis de
las causas políticas, militares, geoestratégicas, históricas, demográficas,
biopolíticas y económicas de lo que describe y, a veces, denuncia.
Sin
duda, cuando progrese la autogestión
popular del saber y el conocimiento la humanidad podrá liberarse de
tales pelmazos e histriones subvencionados, cargados de pseudo-saberes; y
también nos liberaremos de esa tropa de adoradores del “pensamiento crítico”,
formada por sujetos tan ignaros, papanatas y acomplejados, y que entienden tan poco
de la realidad en que la viven, que hasta se toman en serio a Adorno y a sus
colegas por ignorancia y limitación intelectual. La verdad, no la crítica, es
la primera función de las capacidades reflexivas humanas, y la crítica sólo es
legítima cuando va unida a aquélla.
Pero, ¿has leido a la escuela de Francfort?, ¿has leído algo de ellos?. La dialectíca negativa es un libro de Adorno, "La ideología como lenguaje, la jerga de la autenticidad" otro. Son dos libros diferentes. La dialéctica negativa es un método de negación y crítica hacia todos los autoritarismo y la noción de "identidad afrimativa", como el feminazismo, deberías de leerlo. Adorno afirma en sus textos que el auge del nazismo se debío a una radicalización del capitalismo, como buen marxista, y como buen marxista rechaza el totalitarismo capitalista en todas sus versiones y el comunismo soviético. Tanto Adorno como Marcuse, uno en Alemania y otro en USA, fueron los teorícos que instigaron e inspiraron las revoluciones de los años 70, especialmente Marcuse (muy bien conocido y leído en el mundillo Hippy y progresista norteamericano, Influyó en la formación de la llamada "nueva izquierda" estadounidense y lo consagró como el ideólogo de las revueltas estudiantiles de los años sesenta.) y que sufrió la persecución política en ese país. Lo que dices de Adorno no es cierto tampoco, jamas fue colaborador de ningún Estado o gobierno, se le considera un revitalizador del anarquismo de hecho. Estoy de acuerdo con tu artículo, pero todo lo que dices sober la escuela de franckfort es mentira, se nota que no has leído ni un sólo libro. Te lo dice un antiguo estudiante de filosofía, escritor de filosofía, que además ha leído toda la obra de la escuela de francfort, incluido a Habermas. Por favor, rectifica tus falsas afirmaciones a favor de la verdad.
ResponderEliminarHola, yo no he sido estudiante de filosofía, ni he leído ni una sola obra de la escuela de francfort pero sí al filósofo Joxe Azurmendi que en uno de sus libros pone la siguiente cita de Horkheimer (que también era de esa escuela): "(...) la tendencia del liberalismo a transformarse en fascismo, (...) tendencia que tan frecuentemente ha surgido en la historia europea más reciente (...)", frase, que al parecer, dijo en...¡1946! Obviamente, esa tendencia no sólo se da en Europa si no también en los Estados Unidos, Canadá, etc., pero la cuestión es que esa frase (que supongo que no estará manipulado), en mi opinión, jamás lo podría haber dicho un estatalista. Conozco esa cita desde hace unos seis años, ántes de que conociera la obra de F.R.M., Prado, Icke, Rafapal...y y siendo como es una verdad aplastante, he tenido una opinión bastante buena de los filósofos de Francfort, por lo que me he solido quedar sorprendido por la reiteración de los citados autores anti-sistemas en atacar a esa escuela. En mi opinión, todos esos autores que son sinceramente antiestatalistas porque estan a favor de la esencia concreta del ser humano, cometen el error de caer en topicazos. Así, por ejemplo, critican a la escuela de Francfort. No sé, supongo que tendrán sus motivos pero quizás no se pueda meter a todos esos filósofos en el mismo saco.
EliminarPor lo demás, estoy de acuerdo con ese fragmento de su libro "Feminicidio..."
Ibon U.
En efecto, la culpabilización de las masas y la gestión de la culpa es muy util para el poder, ya lo decía Baroja que aunque lo conocemos como escritor fue médico de profesión
EliminarEn aquellos años los médicos primerizos en lugar de hacer el MIR se iban a pueblos perdidos a trabajar de segundones del médico del lugar o a trabajar en la ciudad en destinos que nadie quería, Baroja hizo las dos cosas, estuvo un tiempo en Cestona donde salió a palos con el cura, el alcalde, el médico titular y demás aprovechados del lugar y trabajó en Madrid por los barrios bajos atendiendo a prostitutas
El contaba que cuando hablabas con una prostituta extranjera, ella recordando tiempos mejores decía; "entonces yo era joven y bonita" mientras que una de aquí te decía: "entonces yo no estaba deshonrada" el tema de la honra era una auténtica obsesión, Baroja decía, con mucha razón, que en este país nos encantaba fabricarnos monstruos para que nos atormentaran
La culpabilidad, la falta de fe en uno mismo es muy util para el poder y obviamente todos los manipuladores las fomentan, desde el estado a la iglesia pasando por los psiquiatras, sectas, echadores de cartas y demás vividores a costa de la credulidad ajena
Recuerdo cuando a finales de los 80 la ley general de Sanidad cerró los manicomios y la psiquiatría empezó a expandirse a la vida cotidiana y a sustituir a los confesionarios de la iglesia católica, una noche hubo un coloquio en la monopolizada tv de entonces, salían varios psiquiatras y un enfermo, aún recuerdo las primeras palabras del enfermo: "bueno, yo soy una persona de muy poquita cultura, graduado escolar y poco más" como si eso te convirtiera en una escoria humana, cuanta gente anciana hay en mi aldea que ni siquiera tienen el graduado escolar pero que tienen una cultura de la vida que ya la quisiera yo, y cuantos imbéciles y amargados hay con los 6 años de medicina y el mir de psiquiatria (que por cierto es el mir de los tontos, el de la nota de corte más baja) como esos vividores de la bata blanca; a ese desgraciado habían conseguido inculcarle un autodesprecio de sí mismo que es fundamental para que nunca llegues a nada y seas blanco fácil de esta casta de parásitos
Basicamente siempre hacen lo mismo, tratar de inculcarte una bajísima autoestima y dejar que les consientas gestionar tu vida para llevarte hacia la felicidad (rasgo clásico de todos los manipuladores es ser prometedores de paraísos) a cambio de llevarse por delante todas tus libertades
Y la libertad no hace más felices a las personas, las hace simplemente personas como decía Azaña
La desnazificación siempre imaginé que había sido la excusa para meter otro lavado de coco, recuerdo oir contar que Leni Riefenstahl estuvo ingresada a la fuerza en un manicomio para intentar quitarle sus simpatías hacia el nazismo
EliminarLeido lo leido, supongo que entonces el carácter alemán más puro se mantendrá en lo que fue la RDA, aunque algunos problemas de los que citas (por ej. el alcoholismo) también eran muy usuales allí
Y estoy totalmente de acuerdo con que estamos yendo hacía un tipo de totalitarismo que va a dejar en pañales a los del siglo 20, el nazismo y el comunismo podían ser sistemas totalitarios, podías tener miedo y estarte calladita pero internamente, en tu cabeza a lo mejor estabas en contra del régimen
Pero en estos sistemas que vivimos hoy han hecho una dictadura perfecta, es como cuando vas a comprar gasolina, aunque existan varias marcas la gasolina siempre es la misma, eso es porque después de la extinción del monopolio, las refinerías de la antigua campsa se las quedaron 3 compañías (repsol, cepsa y BP), el territorio nacional está dividido en zonas y en cada zona una de esas 3 es la que provee a las demás, por ej. en Extremadura es repsol, eso quiere decir que cuando tú vas a una gasolinera extremeña sea repsol, cepsa, shell, galp o esso tú siempre compras gasolina repsol, lo único que cambia son los aditivos
De la misma manera tú cuando votas cambias a los payasos pero el circo sigue siendo el mismo, no obstante con eso consiguen hacerte creer que no vives en una dictadura y responsabilizarte si la cosa sale mal
Así consiguen que la gente no esté en contra del régimen sino contra el gobierno, igual que como en el antiguo régimen cuando el rey era intocable y representante de Dios en la tierra que la gente al amotinarse gritaba viva el rey, muera el mal gobierno
Lo dicho, una dictadura peor que las anteriores porque han conseguido meterla incluso en la cabeza de la gente y si te metes con ella todavía pareces tú el fascista, como los herejes que fueron victimas de la inquisición
Necesito saber si :DIALECTICA NEGATIVA:LA JERGA DE LA AUTENTICIDAD.Es un libro o dos.
ResponderEliminarMi valorizacion tanto del articulo como de los comentarios es GENIAL.Hablando se entiende la gente y si encima aprendemos mejor.Esta pagina creo que realiza una labor muy importante en el despertar de las conciencias.Animo.Yo la sigo .
Un abrazo para todos.