Hacia una declaración
de los deberes de la mujer
“Estar en pie es
propio del que lucha”
Beato de Liébana, “comentario al Apocalipsis”
Creo que ha llegado el momento de aclarar
lo más obvio y tal vez por ello lo más difícil de entender, la emancipación no
es un derecho, nada tiene que ver con los derechos ni con el bienestar, la
emancipación es la primera obligación humana, la más imperiosa y la menos utilitaria.
No pueden confundirse el interés, la prosperidad, la satisfacción y la
conveniencia con la emancipación, de hecho, bregar por ella nos proporciona más
sinsabores, asperezas, dolor y desventuras que fruiciones.
Cuando las sociedades de la modernidad
tardía se desplomaron en el hedonismo más mezquino y el egoísmo más ruin como
paradigmas de la vida buena todo proyecto emancipador fue cortado de raíz, solo
hay revolución positiva y emancipadora cuando sus hacedores se entregan a la
tarea de forjarla con el objetivo de hacer ascender el bien por su valor
intrínseco y no para conquistar dones para sí, pues el egoísmo redunda siempre
en la mejora y ampliación del sistema vigente que es el del interés
particular y la codicia.
El ideal de revolución integral e
integradora no excluye, claro está, las necesidades básicas humanas que tienen
que ser cubiertas, ni la celebración de la vida con su parte de alegría y de dolor,
de placer y de amarguras, pero sí dejan fuera la noción de “derechos” como
dádivas del poder destinadas a ampliar su jurisdicción sobre el sujeto.
Tal vez seamos las mujeres uno de los
sectores más tocados por la enfermedad de los derechos y los privilegios
corporativos, tan profundamente ha penetrado esa ponzoña en nuestro sexo que
“mujer” y “derechos de la mujer” se han constituido como sinónimos. La mujer se
define por ser depositaria de un conjunto de derechos. Cualquier mente
despierta se percatará de que entre ellos no se encuentra el de construir y
dirigir la propia vida que nunca como ahora ha sido tan gobernada desde fuera, tan
tutelada con el argumento de que hemos de ser protegidas por nuestra especial
debilidad, una mirada que nos ha
devuelto a la categoría de “sexo débil”.
Quien ponga un poco de atención verá también
que los privilegios de que gozamos poco tienen que ver con la facilidad para
realizar nuestras necesidades auto-elegidas sino que son concesiones que
favorecen ciertas prácticas, como la salarización general, la formación
académica, la vida “independiente” y solitaria o la satisfacción de las
necesidades en el mercado y obstaculizan otras como la construcción del propio
pensamiento, la vida comunitaria, la maternidad y la crianza de los hijos, la posibilidad
de vida familiar etc.etc.
Los derechos y privilegios lo son únicamente
en función de las metas del sistema y excluyen los fines elegidos libremente
por los sujetos, además sabemos que quien se sumerge en ese ambiente de recibir
las gracias y favores la autoridad se achica y se degrada porque renuncia a la
propia iniciativa, deja de desarrollar sus facultades y su talento, mata su
creatividad y se convierte en un ser infantilizado que lo espera todo de arriba
y se amarra a la propia impotencia ante la vida.
Por eso creo que ha llegado el momento de
comenzar a pergeñar una declaración de los deberes de la mujer como compendio
de reglas que nos acerquen a la emancipación. Lo haré de una forma sintética
para que cada una podamos pensarlos y pensarnos en un proceso de
auto-construcción por las obligaciones y compromisos libremente elegidos.
· 1) Ocuparse
de lo universal, lo significativo, lo trascendental y lo histórico por encima
de lo particular, lo insustancial, lo personal y lo inmediato. Pensar y actuar esencialmente
en función de grandes metas y procesos históricos, con mirada estratégica y perspectiva
de futuro.
· 2) Luchar
por los grandes ideales de verdad, belleza, convivencia, amor, justicia,
equidad, libertad, buen lenguaje, ascenso de lo espiritual, reconstrucción de
lo humano y reintegración de la vida psíquica, corporal e intelectiva.
· 3) Conseguir
las virtudes necesarias para ese combate por metas nobles y magnánimas y
forjarse como sujetos de excelencia con capacidad para aportar al mundo obras y
juicios de valor. Para ello es preciso desplegar las competencias intelectivas
tanto como las morales y las afectivas; cultivar la inteligencia, la capacidad
de juicio, la voluntad, la fortaleza, la valentía, la facultad de aceptar el
dolor, la autocontención, la disciplina, la aptitud para auto-evaluarse, el
desinterés, el colectivismo, la simpatía, la entrega por amor, la generosidad,
la concordia, la austeridad, la energía para actuar y responsabilizarse a la
par que la auto-limitación, la moderación y la economía del espacio que se
ocupa, el discernimiento sobre el deber de hablar en unos casos y el de callar
en otros, afirmando la superioridad del hacer frente al decir y la excelencia
en obras, en suma, construirnos para ser modelos de conducta aunque nunca se
llegue al arquetipo del ideal.
· 4) Renunciar
a todo privilegio, derecho o protección que venga de las instituciones y
también el que venga de los iguales y no tenga un origen objetivo o natural.
Fundar la vida en el principio de que dar es superior a recibir y de que cada
una debe aportar al mundo hasta el límite de sus capacidades. Repudiar el poder
ilegítimo, tanto el que sea ejercido sobre nosotras como el que podamos ejercer
injustamente sobre otros.
· 5) Combatir
la injusticia y especialmente aquella de la que nos beneficia, resistir a los
sexismos y a todas las formas de enfrentamiento entre iguales.
· 6) Aportar
a la regeneración de la sociedad a través de la vida conciliando todas las
dimensiones de la existencia humana y rehaciendo la trama social a través de
los vínculos primarios y naturales adaptados a las condiciones de nuestra
época.
· 7) Recuperar
en nosotras mismas y en toda la sociedad la potestad de vivir dentro de la
realidad, comprendiendo la naturaleza verdadera del mundo y participando en su
construcción, renunciando a los narcóticos químicos, psíquicos o espirituales
que impiden comprender y nos libran del dolor de la vida.
·
8) Reconstruir
la feminidad, una feminidad poliédrica, multidimensional, integral, plena y
práctica. Celebrar y realizar las formas propias de ser, estar y hacer de las
mujeres y, por ello mismo, exaltar la virilidad auto-construida y las formas de
ser, estar y hacer de los hombres. Sentirse concernidas por los problemas de
los varones como si fueran propios y tejer nuevos instrumentos de comunicación entre
los sexos.
Es evidente que si redactáramos una carta
de los deberes de las personas que incluyera a las mujeres y los hombres no
sería muy diferente de lo aquí expuesto en su acepción más general, sin embargo
he querido señalar y enfatizar la necesidad de que nos auto-construyamos como
sujetos de calidad y de excelencia y también como mujeres, sin renunciar a la
feminidad y aportando nuestra
idiosincrasia a la regeneración de lo humano.
La aspiración a la excelencia y la ejemplaridad
personal son ya, por sí, ingredientes de la emancipación, quien se sitúa a sí
misma en esa tesitura de esfuerzo y lucha por el bien conquista un grado de
libertad interior que quebranta al sistema. Solo el combate es liberador, los
derechos, los regalos y las gracias son siempre instrumentos de opresión.
Hola, Padro he encontrado esto en Internet, ¿Qué opinas?
ResponderEliminar[Opinión] La heterosexualidad nos mata
http://djovenes.org/archivo/?p=9362
[Opinión] ¡No insistan! Ser hombre es incompatible con ser Feminista
http://djovenes.org/archivo/?p=9392
El primero de los enlaces, sin duda ninguna, es de lo mejor que se ha dicho a lo largo de la historia del ser humano. Por fin alguien se ha dado cuenta de que la naturaleza se ha equivocado y lo mejor para la reproducción de la especie es el apareamiento entre sujetos del mismo sexo. Esperemos que la autora de ese gran descubrimiento, esa profunda pensadora que es nuestra compañera Nadia, reciba algún reconocimiento; aunque es poco probable que esta sociedad machista hetropatriarcal y misógina le reconozca a la autora su profundidad de pensamiento. Seguro que si fuera hombre le darían un Premio Nóbel como a Obama o en su defecto el Premio Darwin
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