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Video y audio: "¿Porqué es necesaria una ley contra la apología del delito machista?"



Video y Audio Ateneo de Madrid, Tertulia “El ser Político”.
Debate sobre ¿Porqué es necesaria una ley contra la apología del delito machista?

Un debate de gran altura el de ayer en El Ateneo de Madrid. Ganó por abrumadora mayoría la idea de que no necesitamos una ley contra la apología del delito machista, es decir contra la libertad de expresión, y que lo que sí necesitamos es un debate social amplio sobre la violencia de género y las medidas que se aplican para su erradicación.
El vídeo 1(parcial)

El video 2 (parcial)

El audio (completo)

Debate: "¿Porqué es necesaria una ley contra la apología del delito machista?"

El sábado 29 de junio, a las 19,30 participo en la Tertulia Segunda "EL SER POLÍTICO", En el Ateneo Científico, literario y artístico de Madrid, calle Prado nº 21.
Se desarrollará un debate con el título "¿Por qué es necesaria la Ley Contra la Apología del Delito Machista?". http://nuestra-agora.vpweb.es/

Creo que es una necesidad imperiosa abrir un debate público sobre estos asuntos, una reflexión colectiva en torno a las políticas de género y su impacto sobre las mujeres y sobre la sociedad, espero que el sábado tengamos la oportunidad de iniciarlo.

Una reflexión personal sobre la exposición "Contraviolencias. 28 miradas de artistas"

 Una reflexión personal sobre la exposición “Contraviolencias. 28 miradas de artistas”

"Poblada soledad es hoy el mundo”
Enrique Gil y Carrasco



Después de la visita colectiva realizada el 9 de junio en la que diez mujeres y dos bebés recorrimos de forma personal y en silencio la exposición realizada en la fundación Canal de Madrid, presento estas conclusiones que son mi percepción personal de lo que  contemplé.

He necesitado reposar y reunir las fuerzas necesarias para expresar algo que me resultó profundamente perturbador e inquietante, una experiencia que introduce al espectador en un horror inconcreto, tantálico y que se resiste a la reflexión y la comprensión.


LA EXPOSICIÓN

La muestra está compuesta sobre todo por audiovisuales y montajes fotográficos, muy poca pintura o dibujo y alguna instalación y se centra en presentar, según nos informa el programa, los cinco orígenes de la violencia contra las mujeres: el individuo, la familia, la comunidad, la cultura y la política y explicar que “en todo el mundo, las mujeres y las niñas son víctimas de absurdos e innumerables actos de violencia. Los alcances de estas prácticas basadas en la discriminación de género son devastadoras y tienen lugar literalmente, desde el seno materno hasta la tumba. Esta situación se repite en todos los segmentos de la sociedad sin importar la clase, el origen étnico o la educación; tampoco si el país se encuentra en periodo de paz o de guerra. A menudo, el único delito de la víctima consiste en ser mujer”. El argumentario de la exposición, en dos grandes paneles, precede la entrada en la misma.

No podré entrar en un análisis de las 28 producciones que llevaría un esfuerzo y espacio del que no dispongo en este momento, dividiré las obras entre el núcleo mayoritario que representan la doctrina que expone la comisaria, Randy Rosenberg, un pequeño núcleo de obras neutras o de bajo contenido y una obra que expresa otro mensaje, pero deseo ante todo comunicar el sentimiento y la reflexión que me ha suscitado la exposición.


LA MUJER COMO ARGUMENTO

La mujer es aquí el argumento, aparece como instrumento puro para ilustrar el mensaje que es lo verdaderamente importante. La mujer como objeto-material expresivo del ideario en la obra y la mujer como objeto-espectador, como oyente/público en el espacio físico de la exposición, sin embargo no hay un espacio para la mujer como sujeto, como ser pensante dentro de la obra y, fuera de ella, en comunicación con su mensaje.

La inmensa mayoría de los trabajos expuestos presentan mujeres cosificadas, diluidas, sin rostro humano. Son manchas inconcretas como en la instalación de JUNG JUNGYEOB (Corea) Ser #1-15 (2007), sombras sin rostro que evocan actos femeninos desvalorizados en esos contornos indefinidos; otras veces son rostros deshumanizados, aberrantes figuras que escupen o tragan una cinta sin fin como las que presenta MARÍA MAGDALENA CAMPOS-PONS (Cuba) No es otro día cualquiera (1998) o la de ALMAGUL MENLIBAYEVA (Kazajistán) Totems besándose (2008), entes enjaulados o en movimiento pero sin atributos de humanidad, envueltos los cuerpos o los rostros, sin ojos, sin conciencia, sin intención ni albedrío. En la performance de LISE BJORNE LINNERT (Noruega), una garganta emite un sonido, no es grito ni lamento sino voz sin contenido, sin mensaje, sin lenguaje, rumor vacío.

En la mayor parte de las obras la mujer aparece así, despojada de la categoría de persona, sujeta a la condición de víctima de manera trascendental, su imagen es la de la fragilidad, el anonimato, la predestinación a ser violentada, es, ahora sí, sexo débil.

Nos informan que esta mirada es una crítica de la condición real de la mujer en el mundo pero no lo es en verdad porque se limitan a mostrar y describir algo sin presentar su conflicto, sin ofrecer ninguna fisura por la que emerja el potencial femenino.

Lo cierto es que el mensaje que recibimos es que esa es la realidad de cada una de nosotras, el ser seres-cosa, seres-vacío, seres-desierto. Y, ¿qué es esto sino la visión patriarcal de la mujer? Pero esta nueva  perspectiva supera en perversidad al patriarcado clásico que equiparaba  a nuestro sexo con los niños y los débiles mentales porque ahora somos rebajadas a la categoría de objetos puros, no-seres, no-personas. La negación total de la mujer es el mensaje, así es el neo-patriarcado. Es, además, una mentira, porque presenta la violencia como realidad universal y absoluta del ser mujer, es decir, absolutiza una situación que, con ser trágica, es real únicamente para una  minoría de mujeres.

Lo peculiar de la nueva opresión femenina es que se presenta como nuestra liberación pero define ésta como la emancipación de lo que somos, es decir, la negación de la feminidad. No casualmente la exposición se abre con una obra de Louise Bourgeis, una feminista clásica, contemporánea de Simone de Beauvoir  que, como ella, gira de forma permanente en torno al odio,  odio al hombre, que en ella se define por la idea de matar al padre y odio a la mujer en tanto que mujer. Se odia al hombre porque se le envidia pero se odia a la mujer porque se la desprecia. El resentimiento hacia o masculino y el  menosprecio de lo femenino es el sentimiento dominante, de lo que se deriva una misoginia pura, interior, profunda. Por  eso una de sus obras fundamentales es llamada  “Las mujeres fálicas”. En esta exposición presenta un dibujo de formas esquemáticas hasta lo grotesco, una mujer sin brazos, atravesada por una muleta y cuyo rostro se resuelve con dos puntos y una raya.

DOS VISIONES, DESDE 
FUERA O DESDE DENTRO

Me llamó la atención especialmente la instalación fotográfica INTERNATIONAL RESCUE COMMITTEE (Liberia) Un crescendo global: Voces de mujeres de zonas en conflicto (2008), en mi opinión una obra excepcional en el contexto en que se encuentra. Una serie de fotografías muestran mujeres, hombres y criaturas en ambientes y actividades cotidianas, en trabajos duros o en momentos relajados, en todas ellas las mujeres aparecen con los rasgos de dignidad y nobleza de lo humano. La pobreza o lo duro del entorno no resta respeto a lo que vemos. En una de las instantáneas aparece una escena de violencia de un hombre hacia una mujer; incluso en esa situación  ignominiosa lo que retrata la cámara son dos personas, un hombre, vil en esa acción, pero humano, y una mujer dolorida y humillada pero persona al fin.

Descubro entonces que este montaje es la obra de las propias mujeres de una zona de Liberia que recibieron cámaras de fotos para documentar su vida, lo que aparece es la realidad de sí mismas y su entorno comunitario vistos por ellas mismas y no por la mirada deformada del artista mercenario.

Observadas así las mujeres, en todas sus dimensiones, en su fuerza y energía, en la colaboración con sus iguales, otras mujeres y varones, adultos y criaturas, y también  en su desamparo y en la humillación del maltrato, podemos observar el potencial constructivo de la persona (de ambos sexos) y de la comunidad que permitiría la victoria sobre la violencia horizontal (una victoria que no podría significar su desaparición completa a no ser que se considere la existencia del paraíso terrenal).

Creo que esta sola obra permite descalificar el resto de la exposición, porque esta única obra nos muestra que TODO LO DEMÁS representa LA MENTIRA, la mirada desviada de aquellas que sirven a LA IDEA y no a la verdad de las cosas.

Este hecho es tanto más evidente cuando se observa la performance de Yoko Ono descrita así en el documento de la exposición, “Yoko Ono está sentada en un escenario con un vestido negro. Poco a poco, conforme los espectadores van cortando trozos de su vestido, el cuerpo de la artista queda al descubierto. Como unos buitres que fueran arrebatando trozos de su persona, los miembros del público van violando el cuerpo de Ono, destrozándole la ropa, quitándosela y dejándola prácticamente desnuda. Y sin embargo, durante la mayor parte de la performance Ono se muestra impasible, sentada, intentando mantener su mirada serena sobre la audiencia.”

Lo que yo veo es a una Yoko Ono, la multimillonaria investida de un inmenso poder, no solo económico, sino político, mediático e institucional, obligando al público a cortarle la ropa para demostrar al mundo la verdad de su prejuicio, que la violencia viene de los pares, que, el infierno son los otros.

Yoko Ono no representa solamente el “arte” que sirve al poder sino el “arte” que es voluntad de poder, del artista que se ha constituido como autoridad ilegítima. Representa un arte totalitario que cabalga a lomos del pueblo mientras escupe su fealdad estética y su miseria ética.

Lo que yo veo es un ego tan descomunalmente crecido que ha de ocupar también el lugar de la víctima y  presentarse como maltratada por la sociedad. ¡Qué paradoja!  Un público que no tiene voz, que no hace sino obedecer, aparece ante el mundo como el verdugo de la poderosa.

En la concepción clásica la estética y la ética se han considerado trascendentalmente unidas, de ahí la idea de sublimidad asociada a la auténtica obra artística. Nada hay de arte auténtico en la gran mayoría de lo que observamos (las fotos de las mujeres de Liberia son un documento pero no arte, algunas obras son bellas como la pintura de HUNG LIU de China, o los bellos vestidos de plumas  de CECILIA PAREDES de Perú) pero no hay voluntad de hallar ese estado de sublimidad, excelencia y grandeza que ha de alimentar el arte.

Lo que encontramos es, ante todo, un producto conceptual, no hay comunicación de ningún sentimiento verdadero, ni emociones ni reflexión sincera. El drama y el dolor humano del maltrato no están contenidos aquí porque todo es falso, es una caricatura de la tragedia auténtica, propaganda al servicio de una marca. Estéticamente se sitúan en esa forma fácil del pensamiento “crítico” que excusa del esfuerzo por la calidad y perfección tanto de la idea como de la forma una forma de degradación estética en que fueron especialmente hábiles las vanguardias artísticas.

LA EXPOSICIÓN COMO VIOLENCIA

Lo que veremos en la mayor parte de las obras de esta exposición es propaganda con técnicas del cine de sangre y vísceras de la serie B, efectos especiales artificiales, un exceso de impresiones sensoriales, especialmente auditivas, en ambientes asfixiantes de luz escasa u oscuridad. Es una forma de acoso emocional; el mensaje está descontextualizado, no hay narración sino un permanente asalto de consignas sensoriales lanzadas al pre-consciente del espectador, no hay espacios de silencio que permitan la comunicación con la obra.

La libertad de conciencia exige de sosiego y silencio, de distancia con las cosas, la propaganda es manipulación mental, borra esos territorios que protegen al sujeto y asalta su psique anulando el juicio. Sucede aquí que el Mal aparece lo suficientemente terrible a la vez que inconcreto como para acceder a los miedos más primarios y las carencias afectivas más dolorosas de cada una de nosotras creando especialmente sentimientos de aislamiento y soledad y fuertes emociones de inseguridad/odio.

Hay una mentira premeditada, una voluntad puramente intelectual de verter un mensaje usando las herramientas de la publicidad, inventan, ocultan y deforman la realidad ahogando la inteligencia.

La propaganda es una forma ilegítima de persuasión, una invasión del espacio sagrado de la libertad de conciencia y, por lo tanto, una forma de violencia, en este caso de violencia contra la mujer que es a quien va especialmente dirigida.

En este adoctrinamiento hay, además, una falta de respeto básica por la mujer, una intención de someter nuestra voluntad y albedrío y anular nuestra inteligencia, de fijarnos a la condición de dirigidas y por lo tanto es una expresión del patriarcado.

LLAMAMIENTO

Me parece necesario hacer un llamamiento a las mujeres a resituarnos ante este tipo de obras, acudir, si acudimos a ellas, para mirarlas de pie y no de rodillas, establecer en todo momento y ante todo una posición de sano escepticismo; mantener siempre la distancia necesaria para conservar la lucidez y el juicio personal.

Debemos aprender a mirar la realidad desde lo que la propia realidad es y no desde los territorios discursivos de la academia y las instituciones y para ello en primer lugar es obligado interiorizar nuestra propia experiencia y biografía  y la experiencia de nuestros ancestros como material imprescindible para  desentrañar la verdad en nuestra vida y en  los procesos sociales sin prejuicios y sin sistemas de ideas dogmáticos y cerrados.

Desgraciadamente las mujeres vivimos hoy en un estado de credulidad e inseguridad personal extraordinarias lo que nos hace fáciles presas del nuevo patriarcado que usa alternativamente la seducción, el miedo y la promesa de protección haciendo de nosotras eternas menores y sumisas devotas de sus religiones.

Resulta especialmente inquietante observar que se están realizando visitas guiadas para niños y niñas entre 6 y 12 años. Considerando el grado de perturbación y manipulación que supone este montaje para la espectadora adulta me parece un auténtico crimen el pasear a las criaturas por esa sala de los horrores. Atendiendo a la lamentable imagen de la mujer que ofrece la muestra auguro que a los niños los empujará hacia un machismo despreciativo de las mujeres y a las niñas hacia un estado de negación de sí mismas patológico, y, por lo tanto, será el material para hacer durar otros mil años el patriarcado.

Por fin la realidad ha superado la ficción, Orwell ha quedado obsoleto en nuestros días.

Esquivar el debate y censurar y prohibir los libros y las ideas. El totalitarismo que no se renueva

He recibido esta carta de un  amigo al que no conozco personalmente. Puesto que desea hacerla pública la comparto.

Vivimos un ascenso del totalitarismo que se manifiesta en el acoso a la libertad de conciencia y de expresión y el ascenso de un nuevo régimen teocrático  basado en las religiones políticas del sistema que es cada vez más represivo y  violento con la disidencia. No considero por eso un hecho singular los acontecimientos que se han producido en el último mes, como éste que cuenta Kiko, sino que se inscriben en operaciones de mucho mayor calado dirigidas desde el poder y que se materializarán en un nuevo reforzamiento del Estado policial y de excepción a través de la reforma de la LOVG.


Incluyo la expresiva foto enviada por otro amigo que representa el matrimonio feminismo de Estado/Policía.











A los responsables de la librería anarquista La Malatesta.

Escribo triste y decepcionado tras comprobar que vuestra librería (que frecuento desde hace más de cinco años y que he recomendado a tantos amigos y amigas) ha decidido dejar de distribuir los libros de Prado Esteban y Félix Rodrigo Mora.

Triste y decepcionado pues como persona de afinidad libertaria opino que la labor reflexiva es de primera importancia en la tarea revolucionaria; y mala reflexión podrá hacerse si todo el pensamiento ha de ser filtrado y depurado de los elementos discordantes. Se podrá argumentar que en una librería privada se venden exclusivamente aquellos libros que los propietarios/as deciden. Lo que me cuesta entender es cómo es posible que libros que llevaban años distribuyéndose (supongo porque encontrabais su contenido interesante o al menos os resultaba económicamente rentable su difusión), hayan pasado de la noche a la mañana a estar proscritos en vuestras estanterías, ¿han cambiado acaso el contenido de sus párrafos?

Todo me hace pensar que es el contenido del pensamiento de los citados autores el que ha llevado a tomar esta (a mi juicio nefasta) decisión y no las formas, ni la conducta de los mismos.

Creo que es justo reconocer que Prado y Félix han revitalizado el debate en el mundo libertario y antiestatalista, precisamente porque se han atrevido a cuestionar lo incuestionable y a prescindir de dogmas y apriorismos a la hora de abordar la reflexión sobre los más diversos temas (desde el análisis del ya desaparecido mundo rural popular tradicional a la geopolítica mundial, pasando por la filosofía, la historia, la agricultura, el trabajo, los suelos, la música, las ciudades, el ejército, el racismo, la espiritualidad, el feminismo, el nacionalismo, los fueros, el marxismo, la industria, la economía, la ética, Platón, la tecnología, los funcionarios, el carlismo, los EE.UU, el amor, la publicidad, las religiones, la belleza, la amistad, el arte, sobre Euskal Herria, el anarquismo, la arquitectura, Beato de Liébana, los bosques, la energía, la antropología, la polemología, la arqueología, el comunismo, Martí Ibáñez, el decrecimiento, las drogas, la ecología, el progreso, la ganadería, la guerra civil, la escuela, el capitalismo, el Estado, la Escuela de Frankfurt, el liberalismo, el comunal, los sindicatos, las asambleas, la lectura, la meditación, la fiesta, el consumo, la ascética, Federico Urales, el cristianismo, sobre Galicia, Alfonso X, la televisión, sobre China, politología, geografía, los instrumentos de música, bibliografía, sobre Castilla, sobre movilizaciones, sobre Andalucía, sobre León, el maquis, la Modernidad, el Imperio Romano, la comida, sobre Albacete, el concejo abierto, la monarquía, Izquierda Unida, la libertad, El País, sobre Huesca, el alcohol, el fascismo, Cataluña, la voluntad, Zamora, la burguesía, la socialdemocracia, la universidad, la policía, la Ilustración, el Islam, el cantar, la radio, las Islas Canarias, los ministerios, el bailar, la Edad Media, el academicismo, la lucha, la vestimenta, la bellota, Nietzsche, la Revolución Francesa, sobre Alemania, el Donatismo, Cantabria, las cartas de población, las cosmovisiones, la fraternidad, Durruti, la izquierda abertzale, el franquismo, la autogestión, la virtud, la Edad Antigua, la derecha, sobre Madrid, la Pepa, los catedráticos, Chávez, el sexo, los posmodernismos, etc.). 

Esta forma de actuar en cierto modo pionera es exactamente la misma que siguieron los padres de las ideas anarquistas clásicos (como Bakunin). En su momento también recibieron multitud de críticas por su iconoclastia y atrevimiento. Hoy ya nadie recuerda a esos que se esforzaron tanto en prohibirles.

Pero en fin, vosotros veréis a donde queréis llevar vuestro negocio editorial. Ya veo que os asusta la reflexión profunda y optáis por métodos rápidos para zanjar las posibles disidencias (mucha otra gente ha elegido métodos similares a lo largo de la historia, no resulta especialmente novedoso). Lo que sí me pregunto es qué tenéis pensado hacer con la plusvalía obtenida de la venta, durante años, de los libros que habéis proscrito hoy. Doy por sentado que emplearéis ese dinero en alguna causa desinteresada (pues hacer lo contrario sería tanto como enriquecerse con la venta de material “enemigo”.

Como os decía en el encabezamiento, me entristece esta decisión vuestra, pero se trata de vuestra librería y es legítimo que vosotros decidáis sus contenidos, aunque siempre me preguntaré porque sobreviven en vuestras estanterías autores como Heleno Saña o Miguel Amorós que no son, ni mucho menos, seguidores de la doctrina anarco-estatista tan en boga en nuestro tiempo. Sólo quería informaros de que esta nueva política vuestra os hace perder a un fiel cliente.

No obstante todo lo anterior, probablemente nunca me habría planteado siquiera escribir esta carta si no fuera por los graves sucesos que he vivido hoy día 7 de junio de 2013, cuando al entrar en vuestra librería (como tantas otras veces) y saludar a Ricardo (como tantas otras veces) y preguntarle (con el tono fraterno con el que suelo dirigirme a él) porqué se ha dejado de distribuir los libros de Prado y Félix; en cuestión de segundos se le ha mudado el rostro y como un basilisco, con un lenguaje agresivo y gritando (he llegado a temer por mi integridad física) me ha echado de la librería, recordándome entre insultos graves que él manda en su librería y que “sólo soy un cliente”. Estos modos (aparte de sorprenderme como provenientes de un militante anticapitalista y libertario) me han parecido simplemente inaceptables.

Agrava más la situación que dos chicas jóvenes que por primera vez se acercaban a la librería hayan tenido que presenciar este espectáculo de intolerancia y agresividad. ¿Es así como entienden la fraternidad, la crítica, el debate? ¿Es así como deben tratarse hermanos de lucha?

Nada me gustaría más que recomponer mis relaciones con la librería La Malatesta; pero vuestra política editorial y la actitud matonil y de segurata de Ricardo hacen esto, hoy por hoy, imposible. Recibiré con satisfacción la noticia de una rectificación por vuestra parte en cuanto a la política de distribución de los libros de Prado y Félix y especialmente, espero recibir las disculpas de Ricardo, pues creo que no merezco el trato que se me ha dado en el local. Yo me disculpo si en algo he faltado a Ricardo pero doy fe que mi actitud ha sido en todo momento cordial. De testigos quedan las dos jóvenes allí presentes.

Sin más que añadir. Kiko Bardají Cruz.

La joven Weil y el viejo Marx

Un excelente artículo de mi amiga Mailer Mattié

La joven Weil y el viejo Marx

CEPRID


Conmemoramos el 24 de agosto el sesenta y nueve aniversario de la muerte de Simone Weil a los 34 años de edad, en Ashford, Inglaterra. La actualidad de su pensamiento es incuestionable frente a los múltiples y decisivos acontecimientos globales contemporáneos. Hace más de medio siglo discutió sobre temas que apenas comienzan a tener relevancia en el análisis político y social: cuestiones de primer orden como los límites del crecimiento económico, la sacrosanta idea de progreso heredada del siglo XIX y la crítica al marxismo en relación con la construcción de la sociedad alternativa al capitalismo, entre otras. Su obra, pues, arriba con extraordinaria vigencia a nuestro propio tiempo.
La opresión: una constante histórica en la civilización moderna
Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social [1] –un meditado discurso sobre la civilización, la cultura y la dignidad humana- es tal vez el libro más complejo de Simone Weil, escrito en 1934 cuando apenas tenía 25 años y enriquecido probablemente por su experiencia como operaria en cadenas de montaje en varias fábricas de París, actividad que dejó honda huella en su corta vida. Su amplio y crítico conocimiento sobre economía política marxista la condujo a despejar allí el camino de dogmas, al revelar los profundos mecanismos sociales –y no sólo económicos- de la opresión en la sociedad moderna.
Constató que había sólo dos aspectos sólidos e indiscutibles en la obra de Marx. Uno es el método que permite el estudio científico de la sociedad y la definición de las relaciones de fuerza que actúan en ella; otro, el análisis de la sociedad capitalista tal como existía en el siglo XIX. El resto –afirmó-, es demasiado inconsistente y vacío para poder calificarlo incluso como erróneo. Así, argumentó que al ignorar los factores espirituales, por ejemplo, Marx no se había equivocado demasiado en la investigación de un mundo social que prescindía de ellos. En el fondo –escribió-, el materialismo de Marx expresaba en realidad la influencia de esta misma sociedad sobre él, convirtiéndose en el mejor ejemplo de sus tesis acerca de la subordinación del pensamiento a las condiciones económicas. Además, el filósofo alemán heredó del siglo XIX la arriesgada e insostenible idea de que el crecimiento industrial no tiene límites; la certidumbre de que la prosperidad de la humanidad depende del desarrollo ilimitado de la producción industrial. Es decir –sostuvo Weil-, mantuvo la tesis de los economistas, a quienes pretendió criticar, que justificó la explotación de generaciones de niños en Europa sin el menor remordimiento; la contradicción que permitió identificar progreso social, explotación de las personas y destrucción de la naturaleza en una misma, irrazonable e ilegítima ecuación. Marx –afirmó-, simplemente tomó esta idea y la trasladó al campo revolucionario.
Simone Weil argumentó además que, aunque había comprendido el fenómeno de la opresión en el mundo capitalista del siglo XIX como un instrumento al servicio del desarrollo de las fuerzas productivas –una función social-, Marx no demostró el modo de eliminarla en una futura organización alternativa de la sociedad. La razón es que el marxismo sólo toma en cuenta el aspecto económico de la opresión; es decir, la producción de plusvalía, la relación entre la explotación del trabajo y la propiedad privada. A su juicio, esto representaba una simplificación que ha llevado a creer que la eliminación de la propiedad capitalista conduciría automáticamente a la desaparición de la opresión de los trabajadores, dejando diversas e importantes cuestiones sin resolver. Para Weil, los marxistas no han resuelto ninguno de estos problemas, ni siquiera han creído que fuera su deber explicarlos. Como señaló Nikola Tesla, cuando el objetivo de la ciencia se aparta del bienestar humano, ésta se convierte en una perversión.
Al investigar el carácter de la opresión, en consecuencia, Simone Weil intentó comprender no sólo su origen, sino también las causas de su reproducción y la posibilidad real de eliminarla. Mientras el fin último de la sociedad sea el progreso –dadas las versiones conocidas de la sociedad industrial: la del extremo individualismo y la del extremo estatismo-, la opresión –sostuvo- será inherente a la vida de los trabajadores. Esto es así porque las razones de su explotación no se reducen a factores económicos, pues son además de naturaleza cultural y social, inherentes al régimen de producción de la gran industria y no sólo a las formas de propiedad. Su origen, pues, está en la cultura moderna que es principalmente una cultura de especialistas, asentada en la división entre trabajo manual y trabajo intelectual. Unos dirigen y otros ejecutan -tanto en el ámbito económico como en el político-, y quienes ejecutan permanecen subordinados a quienes coordinan. La opresión es, entonces, primordialmente una cuestión cultural que cumple una función social vinculada al progreso económico.
Subrayó entonces Simone Weil el hecho de que el mecanismo de la opresión capitalista se hubiera mantenido sorprendentemente intacto en el sistema de producción socialista, precisamente después de la revolución y el cambio del régimen de propiedad. Reflexión que la condujo además a incorporar a su análisis las implicaciones de la lucha por el poder -un problema que obvió Marx-, dado que la revolución no tiene lugar en todas partes y a un mismo tiempo. El surgimiento de la URSS, en su opinión, había revelado que la competencia por el poder en la civilización moderna estaba indisolublemente vinculado al crecimiento industrial y a la intensidad de la explotación del trabajo. Concluyó entonces que la opresión había permanecido como una constante histórica en la civilización contemporánea y, en consecuencia, las revoluciones habían fracasado en el objetivo de liberar a los trabajadores. La victoria de la revolución –afirmó- ha consistido sólo en transformar una forma de opresión en otra; los cambios jurídicos y políticos, por tanto, resultan del todo insuficientes para destruirla.
Mientras garantice el crecimiento de la economía, puesto siempre al servicio de la lucha por el poder, la opresión será invencible. Son las cosas –afirmó- y no los individuos las que otorgan límites al poder, dado que éste depende del desarrollo de la producción y requiere un considerable excedente de bienes. En la dinámica de una sociedad opresora todo poder, pues, mantiene y reproduce hasta el límite las relaciones sociales en las que se fundamenta; entre ellas, las relaciones económicas que se nutren de la opresión. Es imposible, entonces, construir una sociedad libre sin derribar el principio que fortalece la opresión: la relación entre la lucha por el poder y el desarrollo de las fuerzas productivas. La revolución subordinó así el fin de la emancipación de los seres humanos al objetivo del crecimiento de la producción, lo que se traduce en la subordinación del desarrollo de la democracia y de la libertad que permanece prisionera de la economía en el mundo contemporáneo.
La idea de que el crecimiento industrial no tiene límites constituía para Simone Weil precisamente la contradicción interna que todo régimen opresor lleva en sí como un “germen de muerte”. Contradicción que expresa la oposición entre el carácter limitado del crecimiento de la producción como base del poder y el carácter ilimitado de la lucha por el poder; circunstancia que se percibe siempre en cada proceso de transformación social. Juzgó, pues, como un rotundo fracaso la teoría del socialismo científico, sesenta y cinco años antes de la desaparición de la URSS. Marx, en efecto, nunca explicó por qué las fuerzas productivas tienden obligatoriamente a desarrollarse, como si poseyeran naturalmente esa virtud. Y es en esa “misteriosa” tendencia donde descansa precisamente la teoría marxista de la revolución. Una creencia que se trasladó al movimiento socialista –afirmó Weil-, poniendo a los seres humanos al servicio del progreso y no al revés. Advirtió, sin más, que esta posición coincidía por completo con la corriente general del pensamiento capitalista que hizo del desarrollo ilimitado de las fuerzas productivas la “divinidad de la religión económica”. Concluyó, entonces, que dicha teoría era “ingenua” y “utópica” y calificó a Marx de “idólatra” de la sociedad futura, al estimar que esta surgiría de una transformación mecánica, de un sombrío dispositivo generador de justicia y de libertad permaneciendo intactas la técnica y la cultura de la organización del trabajo. La fe en el crecimiento económico, además, permitió a Marx concebir la ilusión de que en la nueva sociedad el trabajo podría llegar a ser superfluo; una utopía en cuyo nombre –afirmó Weil- “se ha derramado inútilmente la sangre de los revolucionarios y de los trabajadores”. La conclusión inevitable era, desde luego, preguntarse por los límites del progreso económico; la respuesta de Weil fue que el progreso se había transformado en regresión.
Qué hacer siguiendo el método de Marx
La sociedad libre significó para Simone Weil un ideal del cual sería posible alcanzar una aproximación real. Abolir la opresión, en efecto, transformando las condiciones materiales de la existencia humana: provocando un cambio en la concepción misma del trabajo que caracteriza a la civilización industrial. Construir un régimen social que se acercara a este ideal supondría, pues, modificaciones no sólo en el ámbito de la producción, sino también a nivel cultural, principalmente en lo que se refiere a la separación existente entre trabajo manual y trabajo intelectual. El movimiento revolucionario, de hecho, ignoró siempre la necesidad de este planteamiento, aun cuando –aseguró Weil- es justamente lo que habría que hacer si se siguiese el método de Marx. [2] Es decir, investigar primero la cuestión del trabajo en relación con la reorganización del sistema de producción, como un medio para garantizar el bienestar de la población. Se daría, de esta forma, verdadero sentido al ideal revolucionario, vinculándolo a la abolición de la opresión social.
Habría que construir, pues, una primera representación: un ideal de la nueva civilización alejada de la religión de la economía y de la producción. Para Simone Weil sería aquella donde el trabajo manual fuese el núcleo de la actividad económica, considerado un “valor supremo”. En consecuencia, sería evaluado no por su productividad, sino como actividad vital del individuo; no sólo objeto de honores y de recompensas, sino estimado como una necesidad del ser humano que da sentido a su existencia. La futura civilización, en fin, revaloraría el trabajo manual, posicionándolo en el centro mismo de la cultura. Otorgar al trabajo tal jerarquía sería, sin duda, un verdadero logro revolucionario; un punto de partida para construir el mundo social alternativo. Revisar la condición del trabajo y su relación con la libertad, la justicia y la democracia significaba para Simone Weil, en suma, “la única conquista espiritual del pensamiento humano desde la civilización griega”.
Notas
[1] Weil, Simone. Las causas de la libertad y de la opresión social. Paidós. Barcelona, 1995.
[2] “Ningún marxista, incluyendo al propio Marx, se ha servido realmente de él. La única idea verdaderamente valiosa de su obra es también la única que ha sido completamente desatendida. Por eso no es extraño que los movimientos sociales surgidos de Marx hayan fracasado”. Op. cit., p. 54.
Mailer Mattié es economista y escritora. Este artículo es una colaboración para el Instituto Simone Weil de Valle de Bravo en México y el CEPRID de Madrid.
Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1497 


Exposición: "Contraviolencias. 28 miradas de artistas"


Os invitamos a realizar un visita grupal de mujeres a la exposición: 
CONTRAVIOLENCIAS. 28 Miradas de artistas

"Una exposición multimedia de arte contemporáneo que denuncia la violencia contra la mujer a través de las miradas de 26 artistas de América, África, Asia y Europa."

Proponemos
                                                 


                         Una   visita
 
                                                 
 
                                                   colectiva
 

                  reflexiva
 

                                              con el objetivo de
 

                                                                                             
 
                                                                     
 desentrañar

                                                                                     y       comprender
 

                                                            en diálogo
                                                    
 
                        sin      prejuicios


                                                  
    buscando  la                    LIBERTAD

      
 los  
 mensajes  
 mensajes    mensajes     mensajes     mensajes     mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes   mensajes    mensajes   mensajes     mensajes   mensajes    mensajes    mensajes   mensajes 
mensajes  
 mensajes  mensajes    mensajes   mensajes   mensajes   mensajes    mensajes    

              que   recibimos       las      
 MUJERES       sobre la      violencia de GÉNERO

                                                                                                    violencia de GÉNERO                                                                                                     violencia de GÉNERO 
                                                                                                     
 violencia de GÉNERO                                                                                                                     violencia 
                                                                                                                  de
 
                                                                                                                  
 GÉNERO

      
 
  lo que dicen                            lo que no dicen                        cómo lo dicen 

                      cómo repercuten sobre nuestra  
      
                                                                                     
 CONCIENCIA




Lugar: Entrada de la Fundación Canal. C/ Mateo Inurria,2   Madrid
Día:
 Domingo 9 de junio
Hora:
 11h


Confirmar asistencia en: juliagame@hotmail.com 

Aquí el enlace a la exposición:
 
http://www.fundacioncanal.com/8107/28-miradas-de-artistas-contra-la-violencia/?par=exposiciones