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"Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras” Juan de Yepes

Patriarcado criminal


Patriarcado criminal


“Dejadme llorar
Orillas del mar”
Luis de Góngora

El suicidio de Amina Filali nos enfrenta, de nuevo, al rostro más feroz del patriarcado en sociedades donde la mujer no es solamente subyugada, sino expulsada de la humanidad, convertida en cosa, relegada a ser objeto o animal humano. La ferocidad con que algunas sociedades (no solo las islámicas) tratan a la mujer es algo que debemos deplorar. Pero no es coherente que nos quedemos en la condena o reprobación, la reflexión sobre este hecho es imperioso para quienes aspiramos a una sociedad libre de sexismo, de guerra de los sexos y de la opresión derivada de ello.
En “El libro negro de la condición de la mujer” dirigido por Christine Ockrent varias mujeres provenientes de países islámicos denuncian la espeluznante situación femenina en esas culturas. Es un relato que recomiendo leer si se desea una visión de primera mano sobre la auténtica condición de la mujer en ellos.
Para que esta forma de patriarcado impere previamente ha debido desaparecer completamente el amor entre los hombres y las mujeres, deshumanizándolos a ambos y liquidando los lazos afectivos en toda la sociedad. No podemos olvidar que las mujeres, en estos países no son únicamente víctimas del patriarcado sino también copartícipes y verdugos de otras féminas; a Amina no la defendieron su madre y su familia y la maltrataron tanto su violador-esposo como su suegro y su suegra. Las ridículas y simplistas versiones sobre la supremacía cultural de todo lo “anti-occidental” (suponiendo que fuera cierto que el Islam político es hoy contrario a Occidente y no su cooperador) quedan así al descubierto.
Resulta cuando menos sorprendente que el partido que abandera el feminismo en nuestro entorno, el PSOE, sea, a su vez, el principal valedor de las virtudes del mundo musulmán, el inventor de la “Alianza de las Civilizaciones” y el que usa el calificativo de “islamófobo” para todo el que se atreva a condenar la horripilante tiranía política que domina en los países donde el Islam político es, no religión, sino religión de Estado. Su defensa de los “derechos de la mujer” no interfiere con las magníficas relaciones que les unen con los déspotas de esos países que son, en realidad, el espejo en que se miran, su auténtica vocación política.
Quienes insisten en desacreditar todo lo occidental, alentando procesos de aculturación y culpabilización para liquidar nuestro arraigo cultural, lo consuman para negar, precisamente, sus aspectos positivos. El patriarcado occidental tuvo unas peculiaridades que lo hacen relativamente raro en el contexto de la historia universal conocida. Incluso en el Código Civil de 1804 que estatuye el patriarcado más riguroso de la edad moderna, el art. 146 dice, “no existe el matrimonio sin el consentimiento”, consentimiento que implica por igual a la mujer y al hombre. Esta norma y otras muchas corroboran la distancia de lo occidental respecto a otras culturas que han tratado a la mujer como ganado y donde, por lo tanto, son compradas, vendidas, casadas a la fuerza, violadas rutinariamente, forzadas y asesinadas de forma habitual. No debemos olvidar que, según el derecho islámico, la mujer vale la mitad del hombre y puede ser golpeada y violentada sin castigo para el varón. Los países donde se aplica la Sharia, además, continúan aplicando castigos feroces e inhumanos como la lapidación, persiguiendo la sexualidad libre y condenando a muerte a los homosexuales.
El caso de Amina nos recuerda también el obsesivo uso sexual de las niñas que se hace en estos países, tomando ejemplo de la vida del profeta que desposó a una chiquilla de 6 años. En realidad la forma natural de sexo, en la tiranía política extrema, cuando ha desaparecido, o no ha existido, el ideario del amor, cuando las relaciones horizontales se han desvanecido definitivamente y el pueblo es populacho, es la violación y la esclavitud de la mujer.
Como expresa Denis de Rougemont en “El Amor y Occidente”, la cosmovisión del amor cortés es la expresión de un itinerario, el de la cultura occidental, plenamente singular y de gran valor. Este ideario, al fundirse con las formas de existencia horizontal y asamblearia del pueblo en la península ibérica produjo una auténtica revolución en la condición femenina que puede rastrearse en numerosos hechos, documentos y obras de arte como el románico erótico que expresa la magnífica posición social que ocupa la mujer en esas sociedades.
En las antípodas de la triste y desventurada existencia de Amina Falali se encuentran las figuras femeninas del Quijote, por ejemplo, podemos escuchar a Dorotea expresar el sentimiento de amor recíproco que la unía a sus padres y cómo siempre supo “que ellos me casarían con quien yo más gustase”, o Marcela quien hace un discurso sobre la libertad y el amor de contenido y envergadura filosófica: “el verdadero amor no se divide y ha de ser voluntario y no forzoso (…) tengo libre condición y no gusto de sujetarme a nadie”.
Si la presente guerra de los sexos se consuma, si el amor entre las mujeres y los hombres es arrojado, como desean las y los poderosos, al basurero de la historia ¿Qué podrá salvarnos del horror?

3 comentarios:

  1. Querida Prado: Soy Carlos J. Álvarez, tu ferviente y leal seguidor. Creo que tienes toda la razón. Y te dejo algo interesante a reflexionar: creo que el Islam no permite la liberación porque traería el descenso de la reproducción y con ella el número de los fieles; no hay que olvidar que ellos saben que occidente se despuebla y que ellos, si bien no tienen la tecnología, les queda la fuerza de ser el futuro. Creen que vencerán porque deben hacerlo según el dogma, y ello ha de pasar por el absoluto control de la "fuente generadora de hijos", es decir, y aunque suene mal, las mujeres. Un beso. (Y gracias por seguir en la trinchera).

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  2. Lo cierto, querido Carlos, es que la comprensión de los proyectos biopolíticos y demográficos es para mi primordial, pero yo no veo tan claras las causas de ese horrible estatuto de la mujer. en los países islámicos la tasa de natalidad está cayendo en picado desde los años 80, los datos del Banco Mundial así lo confirman, las mujeres se están incorporando en masa a la universidad y en muchos países como en Irán ya son mayoría en las aulas de la educación superior. Eso no ha generado ninguna mejoría en la condición femenina, coexiste con las más bárbaras prácticas contra la mujer. En realidad a mi caa vez me cabe menos duda de que la meta del patriarcado es únicamente la fractura por sexos de la sociedad para fortalecer el dominio de los poderosos.

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  3. Hola, no hace mucho que descubrí tu blog, me gustan tus artículos los que puedo leerlos cuando me doy el tiempo. Concuerdo sobre tu perspectiva sobre el patriarcado occidental. Desde mi perspectiva el patriarcado tiene muchos matices y colores, diferentes grados en función de las sociedades a las cuales subyuga, particularmente pienso que los patriarcados de medio oriente son los más cruentos pues anulan a la mujer y al hombre desde el nacimiento con las mutilaciones genitales (ablación, circuncisión como ejemplos) no se que grado de afección corporal de la madre se de luego a las criaturas en estas sociedades, aquí en Francia las mujeres musulmanas hacen alarde de un maternaje "proximo" más que el de sus compatriotas "occidentales" con la crianza robotizada (falta de afección corporal, no lactancia no portaje, no cododo, etc.). Esta calientito el tema de egipto con su nueva ley y te paso esta noticia sobre la protesta de un grupo de activistas anti sharia: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/81822-protesta-desnuda-nueva-constitucion-egipcia, http://www.youtube.com/watch?v=sX83SQKI-3s.

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