“El alma humana tiene necesidad de verdad y libertad de expresión” Simone Weil

"Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras” Juan de Yepes

Entrevista en "El Pulso"

Entrevista publicada en la revista digital "El Pulso"

Frank G. Rubio: ¿Cómo te definirías personalmente?
Prado Esteban: Soy una persona común, miembro de la CNT, sin currículo académico ni título universitario alguno. Me he sentido comprometida siempre con los ideales de una sociedad en que la libertad consciente y equitativa sea la mayor aspiración de los sujetos. Mi feminidad ha sido marcada por mi pertenencia a una familia tradicional y rural donde las mujeres representaban una fuerza, energía y sabiduría muy valoradas y respetadas. Mi condición de madre de familia numerosa, un bagaje experiencial situado en las antípodas del imaginario feminista, me ha convertido en víctima de acoso y hostigamiento por parte de estos sectores.
F. G. R.: En diversos ambientes, y con justificación a mi modesto juicio, comienza a hablarse de “feminazismo”…

P. E.: El Manifiesto SCUM (siglas en inglés de la Sociedad para el Exterminio del Hombre) es un ejemplo de feminismo fascista e ideología exterminacionista. Sus seguidoras y seguidores han aumentado al calor de la propaganda sobre la violencia de género. Son los herederos del feminismo de la Sección Femenina y del nacional-catolicismo franquista. Pero no todo el feminismo es fascista, hay una gran multiplicidad y riqueza de tendencias, lo que hace que esta ideología tenga una eficacia social aterradora, una gran capacidad destructiva de estructuras sociales y de los propios sujetos. Su variedad implica también que existan tendencias parcialmente apoyables.
FGR: Tú que eres, además de una mujer comprometida política y socialmente, madre de familia numerosa, ¿cómo ves tanto la génesis como el impacto en nuestra sociedad de la Ley de Violencia de Género?
P.E: La ley parte del principio de que la violencia sobre la mujer es estructural, producto “de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres”. Eso significa que todos los varones, por el hecho de serlo, son potencialmente maltratadores. Esa afirmación no demostrada, justifica la injusticia de que los dos sexos no respondan de sus acciones de la misma manera, lo que es un agravio tanto para los hombres, que son castigados de forma mucho más severa, como para las mujeres, que somos despojadas de nuestra naturaleza humana más esencial, la responsabilidad sobre nuestros actos, y tornadas en infantiles e inmaduras y, por ello, necesitadas de la “especial protección” de las instituciones.

FGR: ¿Qué te sugiere el nombre de Simone de Beauvoir, para muchos la decana del feminismo contemporáneo avant la lettre?
P.E: Beauvoir es el paradigma del feminismo como ideología misógina, que considera a la mujer un ser inferior biológica y esencialmente y deplora la feminidad en todas sus facetas, pero especialmente en la maternal. Sus ideas han servido para enviar a millones de mujeres a las ergástulas del trabajo asalariado. Su pensamiento fue muy apreciado por la Sección Femenina, y loado por personajes tan importantes como la Condesa de Campo Alange, autora de “La Secreta Guerra de los Sexos” publicado en España en 1947, dos años antes que “El Segundo Sexo” de Beauvoir, y cuyo contenido es muy similar; o Mercedes Fórmica, una figura sobresaliente del falangismo desde sus orígenes.
FGR: España participa en la guerra de Libia y en el avasallamiento genocida de Afganistán. Así como en numerosos episodios de pacificación seudohumanitaria a lo largo y ancho del planeta. ¿Qué conexión ves entre el nuevo feminismo, auspiciado por el PSOE y lo que ha dado en llamarse a sí misma “izquierda”, influenciados por las corrientes norteamericanas académicas más sectarias, y la militarización progresiva de nuestra sociedad?

P.E: La deriva militarista del feminismo moderno es un hecho. No es casual que el mayor desarrollo de la actividad del ejército español en el exterior (aumento de las tropas destacadas, crecimiento de las exportaciones de armas etc.) se haya hecho durante el mandato ministerial de la feminista Carme Chacón. La incorporación de la mujer al ejército profesional ha sido el factor más importante para romper el antimilitarismo tradicional de la sociedad española: ésa es la obra del feminismo androfóbico.

FGR: Pasar del patriarcado al matriarcado, permaneciendo todo lo demás igual o peor, da poco juego a quienes creemos en la posibilidad de una sociedad más libre y mejor ¿no?
P.E: Toda sociedad basada en los privilegios es una sociedad indeseable, pero no creo que vayamos a un matriarcado. Las ventajas que se dan a la mujer van unidas a una especial opresión, una brutal limitación de nuestras libertades más básicas. Estamos sometidas a un implacable adoctrinamiento que niega nuestra condición humana como seres con libertad de conciencia, se nos impide la maternidad, se nos considera irresponsables… En la cima del pensamiento feminista oficial está un hombre, Miguel Lorente, del PSOE, que dicta la ortodoxia en estas cuestiones. De manera que más que de matriarcado hay que hablar de neopatriarcado.
FGR: ¿En qué estás trabajando ahora?
P.E: En este momento estoy trabajando en un libro, “Feminismo y feminicidio”, en el que me propongo una reflexión profunda sobre el impacto del feminismo sobre las mujeres (y sobre los hombres). Es un error creer que el feminismo representa a la mujer, que es un movimiento de mujeres. No sólo no es así, sino que somos millones las que hemos sido sus víctimas.