El
capitalismo contra el machismo
(o porqué
las mujeres deben entregarse sin condiciones al poder constituido)
20
grandes empresas que cotizan en el IBEX 35, multinacionales y empresas
españolas, van a asociar a sus campañas de publicidad “acciones de
sensibilización contra la violencia de género”, con ello las grandes compañías
del capitalismo se suman de forma manifiesta a la policía y las instituciones
estatales como artífices de la liberación de la mujer.
Los
productos que venden estas empresas llevaran incluida una campaña sobre el
maltrato a las mujeres. Así el acto del consumo se convertirá en un acto
integral que nos proporcionará un producto, necesario o no, una filosofía de la
vida, la que interese, y una dosis de “concienciación” sobre la violencia de
género, es decir de manipulación mental y de victimización paralizante con el
pretexto de salvar a la mujer.
Puesto
que el consumismo se asienta en las emociones y los impulsos primarios al asociarle
estas maniobras se asalta la psique de las mujeres en un estado especialmente
vulnerable, es además una forma perversa de incrementar la carga impositiva que
permita ampliar los procesos de asalto a la conciencia en tiempos de crisis de
las finanzas del Estado, pues el monto de las campañas irá incluida en el
precio de los productos.
Salvo
que se considere que entre los ideales de las grandes corporaciones
capitalistas esté el practicar el desinterés y el bien social estos hechos
deberían inducirnos a una reflexión sobre la verdadera naturaleza de estas
operaciones.
Si
el capitalismo brega por aumentar el beneficio empresarial y el poder político
que le permita seguir creciendo ¿qué aporta el asunto de la violencia machista
a sus proyectos? Pues es evidente, la mujer victimizada, insegura y
aterrorizada que crean las campañas sobre
el maltrato es fácil rehén de los intereses empresariales, como mano de obra
está sometida tanto mejor cuanto más aislada de sus iguales se encuentre, como
consumidora es tanto más manipulable cuanto más se adecue a los estados
emocionales intensos como los que crean las “campañas de sensibilización”.
Al
insistirle en que no es capaz de reconocer las señales del maltrato se la
despoja de la seguridad básica sobre sus propias percepciones de la realidad y
sus ideas y se la convierte en sujeto connaturalmente heterónomo y plenamente
dirigido. Esa mujer reconstruida según los designios de los poderes ilegítimos,
casada con el Estado, será, o se
pretende que sea, el pilar que sostenga el sistema de dominación durante los próximos
mil años.
En
“Legislar contra el amor, la ley de violencia de género y la construcción del Estado policial”, “La ley de violencia de género vista desde Europa” y “Precisionessobre la Ley de Violencia de género” he reflexionado sobre diferentes aspectos
de esta inicua ley que debe ser denunciada por todos los que deploramos la
violencia entre iguales, el machismo, el privilegio femenino, la desigualdad
política, el maltrato y todas las formas de destrucción de la libertad.
Quienes
desde una radicalidad de pega defienden ardorosamente el programa de las
instituciones sobre la violencia machista han de asumir y explicar sus acuerdos fundamentales
con las más altas esferas del poder, su coincidencia con el Alto Estado Mayor
del Ejército, la alta jerarquía estatal y con los Botín, los Alierta y las grandes multinacionales del IBEX 35.
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