Una
sola imagen moviliza a millones
“No temas
por lo que vas a sufrir”
Apocalipsis
de San Juan
Resulta
estremecedor comprobar la marea emocional de toda la sociedad occidental ante
la repetida imagen del niño Aylan muerto en las playas de Turquía. Es sin duda
una imagen terrible, la muerte de una criatura siempre es una experiencia
pavorosa para toda alma sensible.
Un
solo niño muerto, de entre las decenas de miles de niños muertos en guerras,
conflictos y migraciones parece justificar que toda Europa se vuelque en el
apoyo incondicional a un desplazamiento masivo de personas desde Siria a las
que nuestro “buenismo” impenitente pretende ofrecer una vida mejor, acogerles
en nuestras casas e incorporarlos a nuestro modo de vida (que es el paradigma
de la vida buena para muchos).
Desde
nuestro cómodo sillón, mientras vemos la televisión o tomamos una cerveza,
pensamos en el bien como algo fácil y simple, basta con seguir la corriente y
ser generosos y caritativos con los débiles.
Pero
pregunto ¿Acogeremos a todos los sirios? Si no es así seguirán quedando muchas
criaturas, muchas mujeres y muchos hombres sufriendo las consecuencias de la
guerra, muriendo y siendo dañados brutalmente. He aquí la primera incongruencia
o al menos limitación a tan excelsa actitud, solo se salvarán algunos pero no
todos, y es posible que los que se quedan, siendo menos y más débiles sufran
más por ello mismo, incluyendo a miles de niños y niñas.
Además,
¿alguien ha pensado qué significa el desplazamiento masivo de poblaciones a un
territorio, una cultura y una civilización tan alejada de la suya propia? La
idea de unos seres humanos sin raíces ni apego a la tierra y la civilización a
la que pertenecen es demasiado normal ya para nosotros, demasiado cotidiana la
noción de buscar la vida lejos del solar que nos vio nacer, demasiado común un
cosmopolitismo que nos hace habitantes de ningún lugar, sin embargo es muy
dolorosa para quienes conservan algún rasgo de tradición o vida comunitaria. El
movimiento masivo de personas es el modelo de funcionamiento del sistema
estatal-capitalista presente ¿será casualidad que estas catástrofes tengan
justo ahora tales consecuencias?
No
conozco ningún estudio de los desplazamientos masivos de personas en África en
el último cuarto del siglo XX, no he tenido ocasión ni tiempo de buscar
análisis de esos procesos, pero me parece evidente que todo el continente fue
devastado por el formidable movimiento de personas ante las hambrunas, sequías
y guerras en su mayor parte provocadas por los mismos que ejercían como
protectores y cooperantes para paliar sus consecuencias.
Reconociendo
el dolor de los sirios, sintiendo la desesperación ante una guerra en la que
nadie representa el bien ni la cordura en la que se ven inmersos no puedo dejar
de aterrarme ante la idea de que todo lo que parece el bien impulsa el gran
movimiento del mal en el mundo, que aquello que resulta más humanitario es a la
vez el instrumento de la mayor deshumanización. No puedo dejar de sentir
dolorosamente que todo lo que se admite hacer ante el mal es huir y escondernos
en los brazos de los poderosos o los filántropos.
A pesar de sentir compasión por las personas no puedo dejar de sentir que hay una colaboración objetiva con el magno proyecto de destrucción de la comunidad humana natural que será realizado en los próximos tiempos. Sigo prefiriendo a quienes
resisten y mueren en Kobane y en las otras ciudades kurdas asediadas por ISIS, Turquía y Occidente,
seguramente serán derrotados pero al menos pertenecen al recuerdo de una
humanidad que amaba la libertad más que la vida.