REHUMANIZAR LA VIDA Y LA MUERTE
Para los mortales, la "vida fácil de los dioses" sería
una vida sin vida"
Hannah Arendt
Un año más la chocarrería carnavalesca de halloween se cuela por
las enormes grietas de una sociedad sin energía propia ni mismidad, aculturada
y desarraigada hasta lo indecible. Una sociedad acomplejada desde que el
franquismo convenciera/obligara a los perdedores a escupir sobre sí mismos y
sobre sus ancestros, sobre su cultura y sus raíces para someterse a los
designios del régimen tecnócrata y
modernizador surgido de la guerra civil.
Casi nadie tolera hoy el paseo por los cementerios, el recorrido
silencioso por lo perdido, por el duelo y el recuerdo, casi todos huyen de la
conciencia de nuestra propia finitud. Incluso muchos mayores han pervertido
este día convirtiéndolo en un acontecimiento consumista y frívolo, un acto de
cara a la galería vacío de contenido.
Todos los ritos y costumbres del pasado, sin distinción ni análisis
de sus particularidades son tachados de atrasados y caducos para importar una
nueva filosofía que tiene sus templos en las hamburgueserías y los centros
comerciales y sus corrientes de peregrinación en los emporios turísticos
mundiales.
La conciencia de nuestra condición de mortales, que podría ser tomada
como el rasgo más definitorio de lo humano, desaparece bajo el manto de un
terror de pacotilla, de la boba fiesta de los espectros. Y las nuevas generaciones
son lanzadas a una existencia sin sensibilidad hacia su propia naturaleza,
convertidos en bárbaros deshumanizados dispuestos para ser uncidos al yugo de
un laborar solo apto para bestias.
En “Divertirse hasta morir” el sociólogo norteamericano Neil Postman
reflexionaba sobre el futuro de una sociedad que se desploma en el
entretenimiento, se embrutece y degrada a través de la diversión mercantilizada
del mundo de espectáculo y pierde sus rasgos más esenciales de humanidad, en
primer lugar la inteligencia. Si en 1985 cuando se publicó esta obra le llamaba
la atención al autor la caída de la calidad de las personas en la primera
potencia mundial, treinta años después el
panorama es desolador y el grotesco espectáculo de halloween es tal vez una
imagen vívida de esa degeneración social y personal en la que nos hallamos.
El miedo a la muerte se ha adueñado de nosotros y sostiene todos
esos actos incivilizados y descarriados que desean enterrar la realidad de
nuestra condición mortal. Todas las experiencias humanas se han enajenado de la
conciencia, tanto la muerte como la vida se apartan de la mirada lúcida y se
producen fuera del espacio común de la convivencia, escondidas en los fríos
muros de los hospitales. Nacemos y morimos narcotizados y solos, separados
sustancialmente de nuestro entorno y de nosotros mismos.
La filosofía clásica llamaba al individuo a dedicar algún tiempo a
la reflexión sobre la muerte, la cultura tradicional añadió el ritual del
recuerdo de los muertos concretos, los cercanos y conocidos, como una manera de
reunir a los muertos con los vivos y hacer permanecer sus experiencias y sus
rastros en el entorno en el que vivieron. Ambas formas de acercarse a la muerte
tienen que ser recuperadas si deseamos frenar la barbarie que viene.
Bellas y atinadas reflexiones. El ocultamiento de la muerte es una realidad en la sociedad actual, como lo es el acortamiento y debilitamiento del duelo. Quizá también ayude a este fenómeno el incremento de la esperanza de la vida y el hecho de que mucha gente muere muy mayor tras un cierto tiempo en condiciones muy frágiles, por lo que la familia, inconscientemente, vive la muerte del anciano como liberación de una carga muy pesada
ResponderEliminarLa inteligencia nunca está de moda, y entre nosotros, nunca es real y propiamente nunca. Pero al margen de todo, tambíén la fiesta usamericana importada es una transformación de otras fiestas como la de los Santos, de los cristianos noreuropeos que emigraron.
ResponderEliminarHay que hacer la reflexión sobre la muerte, en clase de filosofía se hace, compatible con que el día de los disfraces. Todo tiene su lugar y su ocasión.
José Luis Millares Lorenzo
ResponderEliminarLa sustracción de un hecho esencial en la vida humana, como es la muerte, por los poderes estatuidos, tiene como finalidad la enajenación de la persona de su realidad, de su finitud y de la, en principio, infinitud de la humanidad. El encuentro con nuestros muertos, la reflexión sobre lo que nos trasmitieron en vida, la valoración de lo humano que tenían, las circunstancias que los rodearon, lo que tenemos de ellos, lo que en suma nos hace humanos, continuidad de la humanidad, lo nuestro, se trata de sustraer de las mas diversas formas. El abandono de nuestros mayores, el encerrarlos en centros de aislamiento, eufemísticamente llamados residencias de mayores, las hospitalizaciones, la mayoría innecesarias, sólo para experimentación de los expertos, las subvenciones de estas cárceles por el Estado, el miedo al dolor impuesto desde el poder, la eliminación de la autoayuda, la muerte en soledad al realizarse fuera de nuestro entorno aunque parezca que estamos acompañados, la disposición de la persona muerta en centros, tanatorios, no en el hogar, tiene como finalidad la ruptura de la continuidad de lo humano entre las generaciones y la oposición a su enajenación como persona.
Mar Lozano
ResponderEliminarEl consumismo parece adueñarse de todo, en el pueblo de 900 habitantes donde vivo, hay flores preciosas en el campo. Y sin embargo la gente pasea su dinero en forma de flores y mira mal a aquel que adorna a sus parientes con unas simples ramas de romero, nunca lo he echo pero lo sé. Y al igual que se venden calabazas y disfraces de halloween que muchas veces no son más que un entretenimiento para los más pequeños, se venden flores y se vende la idea de que solo hay un día para recordar a los que se fueron cuando en realidad tendrían que estár presentes siempre en nuestras mentes.