Elegía
de un mundo sin canciones
ENTRE CANTARES NACÍ
Entre
cantares nací
y
entre cantares viviré,
entre
canciones alejo las penas
y
escapo de ellas,
con
cánticos las he vencido,
con
cantares las he olvidado.
Los
que son como yo
tienen
que morir entre canciones
Entre
cantares he pasado
los
días y las noches,
entre
canciones he trabajado;
entre
cantares
nos
reunimos amigos y vecinos
Son
las canciones
las
que han labrado mi fama.
Que
entre cánticos
me
reciba Dios
Que
entre canciones
me
entierren cuando muera,
que
entre cantos
lleven
mis restos mis amigos
y
me entreguen a la tierra.
Muchos
cantares
dejaré
en el mundo,
para que tengáis canciones
y
os acordéis de mí.
Popular Vasca.
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"¿Y
cómo vas a recoger el trigo
y a alimentar el fuego si yo me llevo la canción?"
León
Felipe
KANTUZ
SORTU NAIZ ETA
Kantuz
sortu naiz eta kantuz nahi bizi,
Kantuz
igortzen ditut, nik penak ihesi,
Kantuz
izan dudanean zerbait irabazi,
Kantuz
gostura ditut guziak iretsi,
Kantuz,
ni bezalakoak, hiltzea du merezi.
Kantuz
pasatu ditut gau eta egunak
Kantuz
izan dirade ardura ene lanak,
Kantuz
biltzen nintuen aldeko lagunak,
Kantuz
eman daitate obra gabe famak,
Kantuz
hartuko ahal nau, gure Jeinko-Jaunak.
Kantuz
eman izan tut, zenbeiten berriak,
Kantuz
gustatu izan zait erraitea egiak,
Kantuz
eman baditut ainitzi afruntuiak,
Kantuz
barka ditzaten ene bekatuiak,
Kantuz
egiten ditut nik penitentziak.
Kantuz
eginez geroz, mundura sortzia,
Kantuz
e'in beharko dut ene ustez hiltzia,
Kantuz
emaiten badaut Jeinkoak grazia,
Kantuz
idokiko daut San Pedrok atia,
Kantuz
egin dezadan, zeruan sartzia.
Kantuz
ehortz nezaten, hiltzen naizenian,
Kantuz
ene lagunek harturik airian,
Kantuz
ariko dira ni lurrean sartzian,
Kantu
frango utziko diotet munduian,
Kantu
egin dezaten nitaz oroitzian
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Erramun Martikorena canta "Kantuz sartu naiz eta"
Este anónimo vasco nos muestra de una forma
muy transparente la función de la lírica en el mundo tradicional. El cantar es
allí una forma de ser y estar en el mundo, se canta porque se vive, la vida es
cantada, se canta el trabajo, se canta el amor, se canta la muerte, se canta el
paisaje y el paisanaje, se nace en la canción y la infancia es un vivir en la
palabra y en el ritmo, en el cantar y en el contar.
Hoy habitamos un mundo sin poesía y sin
canciones ¿qué función tiene en nuestra sociedad la lírica? Es una
experiencia de excepción que se sitúa en un gueto, condenada a la marginalidad
de los pocos que la escriben y los más pocos que la leen y la ínfima minoría que la dice, la canta o la recita. Si entrásemos en la
tienda o en el banco y los empleados canturrearan mientras trabajan ¿qué
pensaríamos? Pero no sucederá tal cosa, el trabajo asalariado no casa con la
canción como no casa con la alegría, si antaño se iba a la labor cantando hoy
vamos a trabajar llorando porque hoy el trabajo no es una necesidad vital sino
una condena.
La canción, el poema, ya no nos acompañan. Ni
siquiera en las edades jóvenes tiene ya un lugar el canto, los encontraréis con
los cascos puestos, aislados de sus cercanos, escuchando lo último que vende la
gran industria del espectáculo, porque hoy la música es algo que está fuera y
no dentro, algo que se compra, no algo que se tiene.
En el mundo tradicional la poesía formaba
parte de la vida cotidiana, todos los hitos vitales eran poetizados, eran
cantados, las nanas, los mayos, las canciones de trilla, de espadar el lino, el
ciclo festivo… Y la música seguía el ritmo de la tarea en las canciones de
trabajo, o la cadencia del sueño y de los ritmos orgánicos en las nanas, o la
vibración del baile en las canciones festivas, o el acento del eros en las del
amor... porque la vida tradicional tenía ritmo, un compás que cambia y que
siempre acompaña una existencia que integra
el trabajo y la fiesta, la intimidad y lo colectivo, lo familiar y lo
comunitario, por eso dice Menéndez Pidal que el Romancero se manifestaba en
actos de recitación y canto que tenían lugar en las noches de invierno en la
reunión de la familia y de los vecinos.
De este estudioso es también el precioso
concepto de "autor-legión" para expresar esa abundancia de lo
creativo que hace que del "Romance de Gerineldo" conozcamos más de
quinientas versiones, interpretaciones de la misma historia en distintos
espacios, distintos tiempos y distintas idiosincrasias, fórmulas que avivan lo
singular a la vez que alimentan la permanencia creando un cordón umbilical
entre lugares, individuos y generaciones.
Filandón, obra de Luis álvarez Catalá , 1872
Hoy la música es un producto más de consumo y
la poesía una labor de la extrema marginalidad, no forman parte de lo
cotidiano, de la vida corriente. Es lógico, todas las estructuras que sostenían
esa cultura, esa forma de engarzar las necesidades vitales físicas, estéticas,
espirituales, afectivas, morales y convivenciales, han desaparecido. No existe
ese sujeto multifacético que es poeta, cantor, rapsoda y músico, que fabrica
sus propios instrumentos pero que además es ganadera, agricultor, tejedora,
educador, filósofa, médico y psicólogo. No. Nosotros somos seres mutilados y
nuestra vida no tiene poesía, no hay lírica en ella ni hay épica, no tiene
sublimidad ni armonía. Nuestra vida es, decidamente, fea y prosaica.
Se podría pensar que estas pérdidas lo son de
aspectos ornamentales o decorativos de
la vida pero que no afectan a lo fundamental. No es cierto. La asociación entre
las necesidades vitales, orgánicas, de los seres humanos y las necesidades
espirituales (la virtud y la excelencia del sujeto, la estética de los objetos,
las personas, las relaciones y las instituciones, la calidad de comunidad en
tanto que tal, el lenguaje y la ética) son el fundamento de la vida plenamente humana.
De entre todas las pérdidas asociadas a la
muerte de la lírica la más penosa es la agonía de la oralidad, del lenguaje, somos
"multitudes mudas", seres silenciosos unas veces o estridentes y lenguaraces otras,
con voz, pero sin expresión o habla humana. En el mundo tradicional la palabra
tenía un valor no solo funcional sino estético y convivencial, era un
instrumento muy apreciado que se cuidaba como la mayor fortuna, que se regalaba
como un tesoro. Hoy se tienen varios idiomas pero no hay voces para expresar el
pensamiento propio, las emociones singulares, la vida individual, los afectos
auténticos y los impulsos naturales.
La desaparición de la poesía enraizada en la
vida es una gran tragedia, no solo porque la vida se hace fea sino porque nos arrebata una parte de nuestra
humanidad, cuando el lenguaje se hace puramente instrumental y pierde su
función estética, pensante, introspectiva,
afectiva y creadora, cuando se
desconecta del mundo real y de las vivencias auténticas, hemos bajado un peldaño hacia el desastre de la
civilización y hemos hemos dado un nuevo paso hacia nuestra conversión en seres-nada.
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