...A dar las
pascuas
Dicen
que este año ya no se han puesto villancicos en los centros comerciales, las
navidades consumistas y descreídas de los últimos decenios han dado paso, por
fin, a la extinción de la tradición ancestral del ciclo de invierno.
Un
anticlericalismo tan superficial como necio ha descalificado el ritual festivo
navideño sin comprender que hay en él tanto de profano como de religioso,aunque
a mi me parece que hay más de alegría convivencial que de devoción. Así han arrojado
la totalidad de las costumbres populares al basurero de la historia para dar
paso a un mundo sin canciones ni ceremonias convivenciales, descarnado,
depravado y podrido en el que ya no hay fiesta ni canto colectivo sino farra
deplorable y viciosa, alcohol y violencia, y todas las degradantes diversiones
que compra el dinero.
Prefiero
la antigua alegría popular de dar las pascuas, visitar a familiares y amigos,
cantar en común, pedir los aguinaldos, nada hay hoy tan expresivo ni tan intenso.
Los villancicos se aprendían desde niños, todo el mundo sabía cantar y tocar y
las rondas ensayaban desde meses antes para entonar con brío y con perfección
las canciones que pasaban de generación en generación.
Todavía
en las ciudades de los años cincuenta y sesenta se mantenían esas costumbres
convivenciales y civilizadas, me lo cuentan mis vecinas más mayores que en Nochebuena
los vecinos se juntaban en las casas y se iba de una a otra y se cantaba y se
comía y se bebía y se estaba juntos hasta altas horas de la noche, “éramos como
hermanos”, “éramos buenos vecinos”…
En
este mundo sin canciones y sin alegría deseo dejar un recuerdo emocionado para
aquellas costumbres del pueblo que hacían trascendente y buena la vida.
Amiga Prado, apenas tengo cuarenta y cinco años y recuerdo las Navidades de mi adolescencia. Recuerdo cuando con la pandilla íbamos cantando los villancicos por las casas, el aguinaldo era lo de menos, lo de más era la fiesta compartida. A mí las Navidades consumistas no me gustan nada, pero creo que todavía sobrevive el anhelo de juntar las familias - tanto la de sangre con la elegida, o sea, con los amigos y amigas - y de que estos días sean un símbolo de deseo de paz y de amor entre los seres humanos. Espero de todo corazón que el espíritu de las fiestas navideñas sobreviva al mercadeo mezquino que se nos intenta inocular. Un beso fuerte
ResponderEliminarAunque mi familia ya no es ni la mitad de lo que hubieran deseado mis abuelos que fuese, todavía en Nochebuena se canta. Este año hemos cantado villancicos y canciones populares de mi pueblo como "El borrego".
ResponderEliminarMe da mucha pena no conocer la mayoría de las canciones, me da mucha pena que hasta hace muy poco no conociera casi nada de mi pasado. Mis abuelos deseaban que nos llevásemos bien los unos con los otros. Pero el maldito dinero, la avaricia, la envidia, el interés personal lo ha corroído todo, destruyéndonos como seres humanos.
Te pongo unos versos de unas jotas que se cantaban en mi pueblo sobre los curas, esos que supuestamente han dominado al mundo rural los últimos mil años:
Aquí en Carrascosa
se baila la jota
todas las parejas
una tras la otra.
Por la calle abajo
muy contentos van
y al final va el cura
con el sacristán.
Me dijiste que era un gato
lo que había en tu ventana.
En mi vida he visto yo
gato negro y con sotana.
El cura de Carrascosa
tenía cuatro pelotas,
dos pa jugar a los bolos
y otras dos pa las devotas.
Las pelotas del cura
que hay en Millana
le asoman por debajo
de la sotana...
Un saludo, Prado.
P.D. Te felicito por tu trabajo. Y que la solidaridad humana no sea cosa sólo de una semana sino de todo el año, de toda la vida.
¿De qué pueblo eres, Alberto, que todavía se canta y se baila? ¡Que envidia! Necesitamos mucho recuperar los retazos de tradición que quedan aquí y allí, guardar las canciones y los recuerdos como un tesoro, serán, tal vez, el material con el que iniciar otros procesos de creación de tradiciones y rituales para encontrarnos y anudar los vínculos.
EliminarUn abrazo y también a ti Teresa, me he acordado de ti a menudo en estos días.
Mi pueblo se llama Carrascosa de la sierra en Cuenca. Lo cierto es que gracias a la Asociación que se creó hace ya más de diez años se han podido recuperar muchas canciones, es más, se publicó un libro con ellas. Además, todos los veranos, durante la semana cultural, se tocan y cantan las "rondallas". Cuando era más joven, he de reconocer que "pasaba" de ellas. Por el contrario, este verano me emocioné mucho escuchándolas antetamente mientras me entristecía mucho al saber que todo aquello se iba a perder. Desgraciadamente.
EliminarEspero que no tarde mucho en despertar de su letargo la juventud, mi generación para que por lo menos vuelva a mirar hacia aquello como lo hago yo a veces, como un tesoro a punto de caer en lo más profundo del mar.
Saludos cordiales, Prado.