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POR QUÉ NO ESCRIBO

POR QUÉ NO ESCRIBO

"cuando comiences a leerle es  dulce en la boca, pero sentirás amargor
cuando empieces a predicar y a poner por obra lo que hayas entendido"
Beato de Liébana “Comentario al Apocalipsis”

Efectivamente escribo poco y estos días me preguntaba un amigo si me pasa algo y cuál es el motivo de mi silencio. Hablaré ahora sobre eso, sobre mi necesidad de callar en este momento, que es tan importante como la necesidad de decir en otros periodos de mi vida.
Durante los últimos años he hablado mucho, he escrito mucho, también he leído mucho. Intentar poner palabras a realidades complejas y ocultas, a ideas difíciles, ha sido mi quehacer más importante, la palabra es un arma, nadie lo duda,  sin embargo nada es por sí misma. El discurso, sea este verdadero, bello, apasionante o sublime solo es discurso. La única verdad incontestable es EL ACTO.
La campaña para explicar el contenido de “Feminicidio o auto-construcción de la mujer” ha sido para mí un proceso personal complejo y orgánico, no se trataba únicamente de exponer lo ya sabido sino que implicaba una cierta revolución interior, una necesidad de indagar dentro de mí misma la realidad del mal que revelo y condeno, pues todos somos bipartidos y la plaga se manifiesta en cada uno singular e ineluctablemente.
De nada sirve exponer la verdad si no se usa, si queda en alegato o arenga pero no deviene en acto y movimiento auténtico, si no se materializa y se hace carne. Me ha preocupado la posibilidad de que mi actividad terminara creando un nuevo espacio discursivo e ideológico, una zona de debates o incluso de investigaciones y análisis que aún conteniendo verdad permanecen muertos por ajenos a la práctica y la vida.