Comparto este texto de mi
amiga Vanesa Quiles Gomis, pues aunque no coincida en todo me parece un excelente trabajo de auto-reflexión
desde la experiencia propia, la observación y la escucha.
Para elaborar un nuevo
paradigma de una transformación integral hace falta que cada vez más gente
recupere el sentido común, los ojos para ver, los oídos para escuchar, las
manos para tocar, todos los sentidos para gustar, oler, palpar, morder la
realidad y presentarla a una sociedad que está enferma de mentiras, de dogmas y
doctrinas. Pensar desde uno mismo es siempre un acto revolucionario, nuestro pensamiento se irá desarrollando, matizando y creciendo a la vez que lo hagamos nosotros, pero quien repite tópicos nunca crea nada.
La mirada de Vanesa es
una mirada limpia que busca ver lo que las cosas son y buscar la verdad y el bien afanosamente, con esfuerzo. Le estoy muy agradecida por
dejarme compartirlo.
“ALGUNAS
REFLEXIONES PERSONALES SOBRE LA INFANCIA”
Me engañaría a mi misma
si dijera que lo que pienso acerca de los niños hoy, no tiene nada que ver con
lo que me ha ido llegando siempre desde fuera (familia, escuela, universidad,
amigos, etc...) Se me hace bien difícil formarme una opinión clara acerca de
este tema, de hecho cada día más. Después de haberme estudiado tantas y tantas
teorías, me encuentro ante un profundo conflicto que me está haciendo luchar
fuerte para volver a recuperar mi capacidad para observar y sacar mis propias
conclusiones.
Después de haber creído
en el conductismo puro y duro (a pesar de no haberlo mamado) pasé a odiarlo
profundamente, negando todo lo que no tenía que ver con mirar a los niños desde
el amor y respeto. No llegué a esto por mi misma sino que todo lo relativo a la
crianza natural fue llegando a mí, pasando así al otro extremo y como no,
creyéndome todo lo de este bando por el simple hecho de odiar al otro.
Y en este lado del río
me encuentro por el simple de hecho de tener que “casarme con algo”. Hoy se que
la mayoría de cosas no las he pensado por mí misma, me han convencido tanto que
incluso teniendo preguntas he sido capaz de auto convencerme con tal de no
re-confundirme de nuevo ahora que ya había encontrado algo que me gustaba y
cuadraba. Pero una vez dentro del meollo encuentro tantas cosas que no me
encajan que me pongo las manos en la cabeza y me pregunto cómo es posible que
el ser humano haya perdido algo tan valioso como el sentido común para convivir
con los niños (además de con los adultos, con el medio..con uno mismo…con todo
vaya…)
Me parece increíble
verme tan perdida en algo que es tan sencillo y básico en nuestra existencia y
al mismo tiempo tan precioso. ¿Cómo es posible que necesitemos tanto manual,
tantos talleres, tantos materiales especiales para el aprendizaje vivo, tanta
escuela para padres…en definitiva, tanta teoría para algo que nuestros
antepasados hicieron de forma innata y sensible…?
A mi alrededor veo
muchas personas preocupadas por el futuro de los niños, cosa que me sorprende,
puesto que a mí me entristece profundamente su presente. Niños que no pueden
disfrutar del tiempo de sus padres, que
apenas tienen tiempo para el tiempo libre de juego, que para disfrutar de la
naturaleza tienen que ir de excursión con el colegio, que su realidad es una
pantalla, que no pueden aprender el valor que tiene esperar y desear algo con
fuerza y esforzarse al máximo para conseguirlo. Niños que piden a gritos
comprensión y limites, y que por encima
de todo buscan ser cuidados y amados. Al menos esto es lo que observo yo en la
escuela y en mi vida rodeada de niños.
“No se puede esperar de
un niño el comportamiento de un adulto, puesto que no es un adulto”. No sé bien
de quién es esa frase pero resume un poco lo que ocurre hoy en día. Ritmos de
guardes y escuela insufribles más toda la carga depositada en cada niño
respecto a su futuro. Las escuelas
alternativas de hoy plantean grandes cambios respecto a pequeñas cosas pero son
tan incoherentes en otras que se caen por su propio peso. Hoy mismo en una
escuela viva nos hemos ido de excursión todo el día con los niños de 3 años en
autobús 30 minutos de camino a una granja. Allí no han podido descansar
absolutamente nada y a pesar de ser una salida programada para el contacto con
la naturaleza y animales, los niños no han tenido ni un solo minuto de juego
libre ni contacto espontaneo con nada…Resumiendo se podría decir que ha sido
una actividad vendida como algo natural y bonito pero dirigida hasta el extremo
y sin lugar al descanso para niños que normalmente duermen una siesta...Por no
hablar de que durante la mañana han estado desubicados en un entorno que no es
el suyo habitual y con monitores a su cargo también extraños…lo que ha
convertido la mañana es una jornada de llanto, puñetazos y euforia colectiva,
tanto de niños como de maestros desbordados intentando controlar la situación.
Yo no veo necesario desplazarse para estar en contacto con la naturaleza,
porque no puede priorizar un punto positivo sobre todos los demás que no eran
favorables. Las fotos habrán salido preciosas pero los niños no lo han pasado
mejor que lo podrían haber pasado en el patio del cole jugando con barro (si
estuviese permitido), un cubo y una pala. Simplemente porque nada más llegar a
la granja la mitad ya estaban preguntando que cuando volvíamos a casa…
Y no es que yo crea que
los niños no tienen que llorar y estar pegados 24 horas a sus mamas, pero creo
que hay ciertas cosas que no hay necesidad de promover y que en ciertas edades se
puede ir observando como un niño esta de preparado para asumir según que retos.
La propia vida ya pone suficientes frustraciones y situaciones difíciles que
los niños han de ir superando solos y con nuestra ayuda…No veo necesario añadir
más.
Tampoco creo en los
castigos ni en los refuerzos positivos, no creo que hagan actuar a los niños
por moral si no por miedo o por afán de conseguir algo. Tampoco me gusta que
interfiramos tanto en el juego de los niños ni en sus conflictos; es demasiada
la infravaloración que hacemos de sus capacidades para ello. No creo en no
poner límites y me perturba la confusión de libertad con caos. No hay libertad
sin responsabilidad y eso es algo que debemos transmitir sin lugar a duda.
Escuché en uno de mis
cursos que las personas que trabajamos con niños no teníamos que dejarnos
influenciar por las emociones de los
niños. Esto me hizo pensar mucho, puesto que yo he llegado a sentirme muy
triste viendo a un niño llorar toda la mañana porque quiere que venga su madre
o porque se le ha roto algo que le costó mucho construir. Así que como
acostumbro a hacer, me puse en el lugar de los niños y pensé como me gustaba a
mí que me acompañasen cuando estoy triste...y no me imaginaba a las personas de
mi alrededor con rostro indiferente y sin contacto físico la verdad. A mí me
gusta coger a los niños en brazos y quererlos con el corazón, es algo que
además necesito hacer para cuidarlos de verdad. Alguien me dijo que eso podía
ser una carencia mía a lo que yo conteste que quizás sí pero que en este caso a
nadie iba a perjudicarle mi exceso de cariño, imagino.
Yo creo que los niños,
como los adultos, necesitan ser queridos...y mucho más en la escuela donde
pasan tantas horas y donde los maestros o maestras pasan a ser sus cuidadores
de referencia. ¿Qué relación debería establecerse si no? Todavía no lo entiendo...
¿es eso educar con corazón como presumen en estos proyectos alternativos?
Para mi estar con los
niños consiste en estar de tu a tu, con máxima presencia, en escuchar sus
necesidades junto con las nuestras, en quererlos por encima de todo y en
mostrarnos reales y fieles ante sus ojos. No puede convertirse en lo que hoy es, un no
saber estar frente a lo que por naturaleza creamos.
(Imagen: "Último Ángel, Nicoletta Tomás)
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