Syriza
y las mujeres
Un amigo me pide en las redes
sociales que me defina sobre la ausencia de mujeres en el gobierno de Syriza.
Lo haré ahora.
En primer lugar diré que no creo en
las políticas de discriminación
positiva. Las mujeres no hemos de ser tratadas con ese paternalismo que es la
expresión más rotunda del patriarcado. La política de paridad ha incorporado a los
estamentos del poder a un cupo de mujeres de cuota sin otra virtud que su sexo,
mujeres que despiertan el desprecio por su falta de méritos personales y
alimentan una ola de resentimiento entre muchos hombres y mujeres. Por una cuestión de
principios y de justicia natural no debemos tener las mujeres ninguna ventaja especial
puesto que no somos inferiores a los hombres.
No admito otros privilegios que
aquellos que considero naturales, por ejemplo la deferencia y consideración de
la mujer gestante o lactante, privilegio que no se le hace a la mujer sino a la
criatura y, más realmente, a la vida, y que es limitado a esa circunstancia,
pero, curiosamente, esos privilegios hoy no existen, al contrario, el sistema
actual arrolla la única especial consideración hacia las mujeres que tendría justificación
y sentido.
Ahora bien, volviendo a Syriza, si no
hay féminas en su gobierno puede ser por dos motivos, porque hay un clan de
hombres que acaparan el poder o porque no hay mujeres con capacidades para
asumir las tareas. Y ambas cosas expresan la limitación y podredumbre de
quienes dicen tener la solución a todos los problemas de la sociedad y critican al vecino ignorando
la viga en su ojo.
Lo cierto es que, en las
organizaciones de izquierda, las mujeres suelen ser en su mayoría seres
borrosos y faltos de energía intelectual y moral, de creatividad y vitalismo o seres neutros sin rasgos femeninos. Hay dos formas principales de misoginia,
una limita, confina y relega a las mujeres, y otra las desprecia y agrede, no
las valora y no las considera porque las ha hecho desaparecer de la jerarquía
de lo humano. Esta es la propia de la Ilustración, el republicanismo, el
anti-clericalismo y la izquierda.
Reproduzco el análisis que en
“Feminicidio o auto-construcción de la mujer” hacemos sobre la misoginia en el
PSOE desde su fundación que ha tenido continuidad hasta nuestros días.
En los años 20 del siglo pasado. En
“XII Congreso del Partido Socialista Obrero Español. 28 de junio al 4 de julio
de 1928” no aparecen mujeres, ni se tratan en absoluto cuestiones relacionadas
con ellas en las diversas ponencias, ni se les cita siquiera. En el “Índice de
retratos” que contiene este libro, de 106 sólo uno es de mujer (Luz García).
Ésta fémina es la única que hemos logrado localizar en el voluminoso texto. En
“XIII Congreso del Partido Socialista Obrero Español. Del 6 al 13 de Octubre de
1932”, no hay nada en absoluto sobre la mujer, nada, ni hemos encontrado un
solo nombre femenino, en el PSOE ni tampoco en UGT. La Comisión Ejecutiva
designada la forman once varones, por supuesto. Todo ello da al Congreso, y al
partido, un espeluznante aire mitad cuartelero mitad eclesiástico, pues en
tales instituciones las mujeres también estaban exceptuadas.
En “Socialismo e igualdad de género.
Un camino común”, Rosa Mª Capel ofrece el dato de que en 1910, de los 2.900
afiliados a la Agrupación Socialista Madrileña, sólo 36 eran mujeres, el 1,3%,
dato que mide el hilarante nivel que consiguió la misoginia en esa formación
política. Este texto, que lleva un Prólogo de J.L. Rodríguez Zapatero, explica
entre líneas por qué la furia machista del PSOE no alcanzó niveles absolutos.
La causa estuvo en el pánico a que las mujeres, incluidas las trabajadoras, se
pasaran en masa a la derecha y a los sindicatos católicos, con la consiguiente
pérdida de influencia y votos para el PSOE. En efecto, aunque hasta 1931 las
mujeres carecieron de derecho de sufragio su influencia sobre los varones de la
familia, la vecindad y la empresa era grande, de tal modo que por el consejo
influían en el voto masculino. Sabedor de ello el partido de Pablo Iglesias se
sacudió todo lo que pudo su vetusta misoginia jacobina, pero sólo en lo formal
y aparente, para adoptar, dentro de lo posible, aires feministas, con el fin de
cazar más votos. En esto, como en casi todo, el PSOE ha sido, desde su
fundación, la vanguardia de la reacción y la expresión más acabada de la
caverna política renovada. Una sentencia que ese libro atribuye a Iglesias es
“que no haya patrono en el taller ni déspota en el hogar”, frase malévola y
demagógica que en muy poco impresionó a las féminas de aquel tiempo, que
tuvieron mucho cuidado en no dejarse enclaustrar en el reino de la misoginia
más sórdida que era, y es (hoy neo-misoginia), el dúo PSOE-UGT. Una pieza
oratoria que recoge toda la pútrida misoginia del socialismo español, que en
este caso llega hasta la calumnia, es la pronunciada por Indalecio Prieto en
1931, en la que tras jactarse, faltando a la verdad, de que “nosotros hemos
entregado a la mujer... el derecho a la papeleta electoral” culmina con una
explosión de atrocidades: “la obligación del socialismo español es, de un modo
inmediato, la conquista de la mujer, la adscripción de la mujer a las filas
socialistas, el adiestramiento ciudadano de la mujer, la labor profundamente
ennoblecedora de arrancar a la mujer -ser de fantasía algunas veces enfermiza-
de las garras del clericalismo, que, a través de la mujer, ha tenido y tiene un
dominio formidable en España”. Desde luego, no es fácil llegar más lejos en la
locura misógina y en la ceguera machista. Moebius habría sonreído satisfecho de
haber podido escuchar a Prieto. Los jerarcas del socialismo se lamentaban de
que las mujeres les evitaban política y sindicalmente, de ahí que entronizaran
a la inefable Margarita Nelken para pescar votos femeninos. ¿Podían las mujeres
actuar de otra manera al escuchar tales dislates?
Algo
menos misóginas, pero poco, eran las Juventudes Socialistas. En “Federación de
Juventudes Socialistas. II Congreso Ordinario. Orden del día y memoria. Madrid,
11-17 mayo de 1927” se informa que de 1182 afiliados “sólo 24 son mujeres”,
esto es, el 2% en números redondos. Con una industria en que ramas completas de
la producción eran mayoritariamente femeninas, cuando la participación de las
mujeres en las huelgas y luchas obreras era formidable, en una época en la que
comenzaba la incorporación en masa de la mujer a la enseñanza superior y cuando
el poder constituido ya había permitido a algunas féminas acceder a puestos
políticos de importancia en el municipio y las instituciones consultivas del
Directorio Militar, la pasmosa ausencia de mujeres en el par PSOE-UGT tiene que
ser explicada más allá de las disposiciones psicológicas de tipo fóbico de sus
integrantes, que en efecto existían, pero como consecuencia mucho más que como
causa.
Ciertamente,
quien de facto enclaustraba a las féminas en el hogar entonces era la izquierda
obrerista, mucho más que el catolicismo, pues mientras éste fomentaba
sindicatos y asociaciones bastante numerosas en las que muchas mujeres
socializaban sus vidas, al menos hasta un cierto límite, por contra, el PSOE y
la UGT las mantenían en sus funciones subpolíticas, no-reflexivas y
no-decisorias, marginadas y excluidas, como no personas y seres no existentes,
como realidades ajenas a lo humano que carecían de identidad e incluso de
presencia.
La
izquierda, por tanto, era en los años anteriores a la guerra civil la forma
peor de misoginia y patriarcalismo. Hoy lo sigue siendo y lo es exactamente
igual cuando no pone mujeres como hace Syriza o cuando las pone de cuota o por
puro protocolo. Ello explica el hecho de que la colaboración femenina con
Franco fuera mucho mayor que el que las féminas prestaron a las fuerzas de la
República, mientras en el lado franquista las mujeres encontraban espacios en
los que desarrollar su propia iniciativa no sucedía lo mismo en el otro lado en
donde resultaban castradas y debilitadas sustancialmente.
Pero es preciso seguir investigando con mayor precisión la cuestión de la parálisis y la dejación femenina de la acción sobre el mundo, hay una responsabilidad de las mujeres en ello, una falta de energía y creatividad para asentar la propia intervención y hacer posible conciliar la colaboración en la mejora del mundo y el cuidado de la vida. De ello hablaré más adelante.
En mi opinión la nula o menor presencia de mujeres en el debate político o en cualquier crisis, con hombres por medio, es la violencia de éstos. Es la conclusión que saco de mi experiencia en grupos: cuando el asunto se pone "peliagudo" las voces femeninas disminuyen y, normalmente, desaparecen. Así fue también en el 15m, por citar alguno. Al principio podría decirse que había paridad pero conforme se incrementaba la tensión aminoraba la presencia o la participación de éstas.
ResponderEliminarEsto no es una opinión sino un hecho basado en mi experiencia. Lo que es mi opinión es que, en lo fundamental, que otras razones habrá, esto es debido e, inversamente proporcional, a la violencia que se ejerce.
Como dice Prado esto da para mucho más pero aquí lo voy a dejar. Por cierto, mi más profunda admiración por las y los combatientes kurdos que luchan con su vida por la libertad y su tierra contra esos salvajes pagados por los saudíes y otros socios occidentales para mantener la inestabilidad en oriente próximo y legitimar los gastos militares y demás...
Saludos. juanra.
"por las y los combatientes kurdos que luchan con su vida por la libertad y su tierra contra esos salvajes pagados por los saudíes y otros socios occidentales" (juanra)
ResponderEliminarYa que distingues entre "las y los combatientes kurdos", lo coherente hubiese sido también visibilizar a "las y los salvajes", "los y las saudíes", así como "otras y otros socios". ¿O es que el papel de "malos" siempre tiene que ser masculino?
Y en cuanto a la "violencia" de los hombres que supuestamente desalienta la participación femenina, habría que recordar que cada vez es mayor el número de mujeres en el ejército y en las academias militares, que son el paradigma de la violencia.
Quizá mi opinión no es demasiado profunda, pero creo que lo que necesita Grecia es que personas preparadas hagan algo para solucionar el incremento de la prostitución -femenina, claro- del 1500% que se calcula que ha habido en el pais. Eso si es desigualdad. Que haya ministras de poco sirve, si son mujeres metidas en política como las que hay aqui, que se limitan a seguir modelos 'masculinos' La igualdad es muchísimo mas que el que las mujeres accedamos al mundo laboral, que también.
ResponderEliminarVa muy bien el tiro, pero hay que afinar un poquito más. Limitación y podredumbre, son términos acertados. Syriza es un proyecto de manipulación social, que encuentra en la izquierda burguesa el más dócil y fiel colaborador. El líder, Tsipras, encandila a las masas con ilusiones, que conscientemente sabe no podrá realizar. El que se llegue a ocupar representación insitucional, no es algo que suceda tan facilonamente como se quiere hacer creer. El propio modelo cuenta con unas estructuras, que sirviendo de filtro, deja pasar solamente lo que no le va a ser hostil. Otra cosa es la retórica que se utilice. Se adopta un nuevo lenguaje-el denunciado por Orwell como neolengua- diferente en la oposición y luego en el poder. Lo de Syriza, es ya una vieja cantinela, que no depara sorpresas para quienes somos inconformistas de las convencionales formas de informar. Al igual que un Felipe González o un Santiago Carrillo, desfilaron por lujosos salones para confraternizar en amigables charlas con los representantes del capitalismo más ultramontano, el bueno de Alexis Tsipras ha ido a dar sus conferencias, adelantando e informando de sus planes y actividades, en su particular tour en los USA, de la mano de una poderosa institución propagandística discreta controlada por el especulador y otras cosas más indeseables de George Soros. Nada que temer. Si uno lee los acertadísimos análisis que Félix Rodrigo Mora dedica al fenómeno "Podemos", y teniendo en cuenta lo dicho, no resulta incongruente la querencia de Pablo Iglesias con Syrizia, empezándo a comprenderse por qué ha gozado de tanto apoyo mediático y de entornos plutocráticos, sin los cuales hoy no disfrutarían del tremendo y lamentable eco social. Pablo apoya las políticas de género y Tsipras y Soros y la socialdemocracia y los liberales y el atlantismo y la OTAN. Todos apoyan el degradar al hombre y la mujer, en cosificarlos, para mejor manipularlos. ¿Y qué más dá si hay o no mujeres en el gabinete de Tsipras? Da lo mismo. Eso es quedarse en lo anecdótico y no ir al fondo.
ResponderEliminarSigue con el buen trabajo Prado. Adelante! .Jose, rethinker
Del PSOE y sí eran más o menos misóginos que la derecha tú sabrás, no lo he investigado. Pero yo no me haría demasiads ilusiones, España en general tiene una cultura muy machista hoy como ayer. Aplaudo cualquier ayuda que se haga desde el poder para hacer llegar a la mujer, no me parece mal.
ResponderEliminarA mí me choca bastante que en mi campo de trabajo siendo una rama con muchas mujeres, sin embargo, vaya, los puestos directivos, más sueldo menos horas de clase, menos contacto con los alumnos, los copan ellos. En centros como en delegaciones e inspección así como puestos políticos. A los que llegan personas que jamás han pisado un centro educativo. Pero centrémonos en que en el poder en la enseñanza actualmente somos mayoría de obreras y minoría de puestos directivos. ¿Por qué? que no me digan que no queremos.
No es cierto. No nos dejan, y tienen que hacerse a un lado para que lleguemos también nosotras
"en la enseñanza actualmente somos mayoría de obreras y minoría de puestos directivos" (Ana A)
EliminarLo anterior es demagógico, porque obviamente el director (o directora) de un centro escolar es tan "obrero" u "obrera" como el resto de docentes, con la sola diferencia de que hay diferencia de funciones entre ellos. Las diferencias sociales en un centro de enseñanza podrían verse entre el profesorado y las señoras de la limpieza, a las que Ana ni nombra...
Y en cuanto a que "no nos dejan" es una mentira flagrante. Otra cosa es que dentro de las diferencias entre la psicología de hombres y mujeres, ellos sean más competitivos y les guste más ejercer el liderazgo, mientras que ellas opten más por mantenerse en segunda fila, lo cual no es ningún delito. Pretender hacer creer que hay una especie de conspiración corporativa de los varones para apropiarse de los cargos directivos en los centros escolares sólo demuestra o bien la paranoia en la que vive quien eso afirma, su extremo victimismo, o su intención de engañar a quien vive al margen de los mecanismos de elección de cargos directivos en el sector público.
Estando de acuerdo con el post y con lo dicho en algún comentario, quisiera hacer una puntualización que creo que los engloba: si el espacio político de lo que “se puede” ha sido una farsa, un McGuffin de una sociedad esclavista en busca de renovación, tal vez en ese escenario esa “fantasía enfermiza y salvaje” que tanto aterroriza a los “Ilustrados señores Socialistas” sea en realidad inteligencia racional en acción. Y quizá cuando las cosas suben de tono en los círculos de turno, en el momento en que las posturas orbitan en torno a la farsa de lo que “se puede” llega el momento de bajar la voz e irse. Eso, per se, no es falta de carácter combativo, sino más bien una estrategia muy útil cuando uno tiene cosas más importantes que hacer que un discurso yermo.
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