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NO TODO ES LO QUE PARECE.
Una reflexión acerca de la conexión con el propio
imaginario erótico y amoroso.



 En la sociedad de los estereotipos, los patrones y la visión taxonómica y encasilladora de la vida y las personas, quienes deciden buscar y vivir por y desde sí mismos hacen una función muy transformadora de romper esquemas y dejar puertas abiertas a formas diferentes de ver el mundo.
Un año después de publicar “Una entrevista para pensar. Hacia una erótica de la experiencia” me volví a reunir con Claudia para tomar un café. Me había llamado porque quería compartir conmigo algunos aspectos de su modelo de relación que quedaron desdibujados en aquella entrevista en la que ofreció una visión muy rompedora de la erótica.
Necesitaba expresarse sobre un aspecto de su experiencia bastante espinoso y controvertido, su idea de la fidelidad. La fidelidad no es un concepto a la moda, parece un valor desusado y caduco, una imposición del patriarcado más vetusto. Pero curiosamente Claudia me hablaba de otra dimensión de ese atributo en sus relaciones. Me empezó aclarando que no tiene en ella nada que ver con la idea de una virtud  de cariz cristiano sin pretender deslucir a quienes así lo sientan.

Ella quería ante todo explicar su forma personal y peculiar de vivir una relación en la que ambos tienen, materialmente, posibilidades de conocer carnalmente a otras personas puesto que poseen un espacio personal de vida propio e independiente. Su esposo ha usado siempre esa prerrogativa y tiene relaciones de amistad y sexo o aventuras sexuales con algunas mujeres, ella no lo ha hecho nunca y le ha sido perfectamente fiel los últimos veinte años.
A la pregunta de por qué, Claudia me espeta “porque me lo pide el cuerpo”, me dice que no es una motivación racional ni moral, en el sentido de un deber impuesto, lo que la mueve, sino una necesidad interior, muy profunda, de entregarse totalmente. Sin ello no podría, dice, tener una relación plena y satisfactoria en todos los planos. No es solo por el amor que siente por su esposo que tal vez podría mantenerse fuera de la fidelidad sexual, sino que es un imperativo que parte de sí misma, lo vive como una exigencia de su naturaleza.
“A veces me gustan otros hombres”, me dice, “los deseo y puedo soñar con ellos  pero si me cortejan y me piden ir más allá soy incapaz de hacer nada con ellos. Sé que a mi marido le gusta que le sea fiel pero no podría impedirme el tener una relación con un hombre que me gusta. Tampoco me parece mal la gente que tiene relaciones abiertas, simplemente yo no quiero hacerlo ni siquiera cuando un hombre me despierta el deseo” “Lo cierto es que cada vez que he dicho “no” a alguien que me gustaba, la relación con mi marido ha ganado en profundidad y en  fuerza, es como subir un peldaño hacia un estadio superior de la entrega erótica”. “Cuando leo a San Juan de la Cruz me siento identificada con su visión del amor. No sé si eso resulta cursi pero él habla de una entrega que es total y eso me llega”
Le cuesta convencer a las pocas amigas que conocen los detalles de su relación que no hay debilidad ni dependencia, que es otra cosa. Intenta expresarlo aunque, me dice, “es difícil con palabras” pero “si me acostara con otro hombre no podría encontrar luego la suficiente plenitud para seguir con él, no por compararle con otro, sino porque no podría sentirme completamente entregada y abandonada, y si no es así el sexo no me llenaría, me parecería demasiado frívolo”.
Claudia vive con naturalidad esa forma de estar fuera de los cánones establecidos y la ortodoxia al uso pero no quiere dar una visión edulcorada de su experiencia. “Al volver a leer la entrevista que hicimos hace un año creo que puede entenderse que mi relación es perfecta y no tiene sombras. Quería expresar entonces sobre todo la parte buena de mi experiencia pero ahora quiero también que se vea que tiene, como todas las relaciones zonas de sombra”
Lo que más le pregunta la gente que conoce su situación es si no siente celos y resentimiento por los privilegios de que goza su marido. Resulta muy difícil convencer a nadie de que no encuentra motivos para practicar “la igualdad” en ese ámbito, pero, reconoce que hay momentos de crisis, y, a veces, celos y miedo. “Algunas veces, cuando él se ha sentido atraído especialmente por alguna mujer, yo he tenido una reacción “tradicional” de celos y temor a ser abandonada o ninguneada. Creo que nadie nos libramos, aunque seamos muy modernos, de probar esos sentimientos cuando estamos enamorados. En esos casos mis amigas siempre me han aconsejado que use la misma moneda y busque alguna aventura para compensarme. Nunca lo he hecho”
“Si llegara a suceder que esa situación pesara tanto en mí, o que mi esposo dejase verdaderamente de mirarme con deseo y con amor, le dejaría, pero nunca utilizaría a otro hombre para compensar o equilibrar una situación que me parece inadmisible” En última instancia es el convencimiento de que tiene la posibilidad y la capacidad para abandonar la relación lo que la permite mantener su impulso más primario y no traicionar la esencia de su mundo afectivo-sexual.
A lo largo de la conversación me doy cuenta de que Claudia es de esas mujeres que tienen la capacidad de amar sin límites pero también de renunciar al objeto amado si conciben como perniciosa la relación, de esas mujeres que no tienen miedo al dolor y que pueden mirar con tranquilidad el mundo aún dentro del sufrimiento más amargo. Me conmovieron profundamente algunas de las historias que me contó y que no desea hacer públicas por ser demasiado personales, pero sobre todo me demostró que el amor puede ser ilimitado solo cuando hay la suficiente energía personal y fuerza interior para perderlo sin perderse.
Solo puede entregarse plenamente quien se tiene a sí misma en integridad solo cuando eso sucede podemos hablar de libertad verdadera para amar y para vivir.





3 comentarios:

  1. Las 3 paradojas del amor:
    - solo te hace crecer el amor que das.
    - no puedes ir a la búsqueda del amor porque no está fuera de ti.
    - el amor no es algo que puedas tener, porque el amor es lo que eres.
    Un abrazo, Prado.

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  2. "Sé que a mi marido le gusta que le sea fiel pero no podría impedirme el tener una relación con un hombre que me gusta. Tampoco me parece mal la gente que tiene relaciones abiertas, simplemente yo no quiero hacerlo ni siquiera cuando un hombre me despierta el deseo” “Lo cierto es que cada vez que he dicho “no” a alguien que me gustaba, la relación con mi marido ha ganado en profundidad y en fuerza, es como subir un peldaño hacia un estadio superior de la entrega erótica”.

    Vamos... leamos entrelíneas... esto no es recíproco. A ella le gusta más satisfacer a su marido que satisfacer sus propios deseos y a su marido le gusta más satisfacer sus propios deseos que a ella. Puede funcionar, he visto cosas peores funcionar... pero no vendan esto como "maravillosa capacidad de entrega" xd.
    La libertad o es recíproca, o no es nada. Al igual que el respeto. Uno puede tener una maravillosa capacidad de entrega, pero si no la compensa con una maravillosa dosis de auto-respeto, terminará en relaciones así... entregando todo a alguien que le devuelve un 1/3.

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