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YO NO SIGO A ALICIA MURILLO NI A BEATRIZ GIMENO

YO NO SIGO A ALICIA MURILLO NI A BEATRIZ GIMENO

En una ocasión leí algo de cada una de ellas y también vi un video, lo reconozco, pero decidí que nunca más abriría un enlace que me llevara a sus textos ni a sus audiovisuales. No deseo criticar sus ideas, me parece un ejercicio inútil, en última instancia ellas son libres para vomitar sus exabruptos y yo para ignorarlos.
La creación de estas figuras mediáticas es posible porque, desgraciadamente, en nuestra sociedad muchos ganan fama por sus excesos, mal gusto, brutalidad o capacidad para escandalizar. La telebasura sabe mucho de eso y nos llena las salas de estar de personajes cada día más grotescos, soeces y mostrencos, han observado que eso vende, cuanto más inmundicia e impertinencias, más grosería y descortesía hacia los demás se vierta, más audiencia tiene un programa.
En el arte de la publicidad se entiende que para captar la atención del público hay que golpear la conciencia con imágenes o ideas impactantes, no importa que sean bellas o espantosas, que sean verdaderas o falsas, basta con que sean perturbadoras, que consigan atrapar al comprador, que se apoderen de su conciencia. Por eso los excesos de estas mujeres me parecen formas de vender su imagen siguiendo las reglas del mercado.

En una sociedad en la que falta el mérito, el esfuerzo, la virtud y la excelencia, lo chocarrero y lo extravagante vende más porque se oye más alto, porque grita más, gesticula y excita más e incluso porque es ridículo. Y vende más lo escandaloso y lo vil, el insulto y la insolencia que la serena reflexión sobre las cosas, la modesta exposición en busca de la verdad siempre esquiva y limitada. La virtud es demasiado humilde y la barbarie es arrogante. Así estamos.
En el arte lo feo vende y en el pensamiento vende lo infame. Escupir, ofender,  insultar, atropellar, humillar y ultrajar al pueblo es la idiosincrasia de estos movimientos, la nueva casta aristocrática que exhibe su desprecio hacia los de abajo. Su impulso e influencia social les viene de dos asuntos: las generosas subvenciones que reciben del Estado y la audiencia que les proporcionan sus excesos verbales que se amplifican sobre todo a través de quienes se escandalizan con ellos.
Si esos movimientos tuvieran que sobrevivir de quienes les son afines y están de acuerdo con sus propuestas, sin el chorreo de dinero que reciben del poder y la  difusión que les dan los medios, desaparecerían en pocas horas, nada son por sí, nada por su mérito, solo excrecencias del poder al que sirven.
Mi decisión, una vez que sé quiénes son y lo que gritan, es no seguir leyendo, no seguir mirando ni tan siquiera criticando su barbarie porque eso es darles una significación que no tienen.
En gran medida se nutren de la energía y la divulgación que hacen sus críticos. La tradición del  “pensamiento crítico”, que se ha hecho dominante entre quienes se oponen al sistema tiene muchos inconvenientes, en primer lugar nos sitúa en una posición de defensiva permanente, criticar esperando la iniciativa del contrario y actuando siempre en su terreno, supone que hablemos siempre de lo que ellos han decidido, que actuemos en su campo. En segundo lugar, nos condena a quedarnos en la fase de destruir perpetuamente y de la destrucción nada sale. Tras la crítica reaparecen siempre las construcciones y respuestas del sistema, más o menos reformadas y maquilladas pero esencialmente intactas.
¿Significa eso que debemos abandonar la crítica? No, la reflexión sobre el mal y sus múltiples formas es una parte sustantiva de la acción por la regeneración social, pero somos nosotros quienes tenemos que elegir los blancos, no ellos.
En medio del ruido permanente de la propaganda tenemos que encontrar el silencio y  la atención suficientes para percibir la realidad, oculta y velada por la algarabía de los perros guardianes del sistema, concentrar nuestro esfuerzo en lo importante, construir metas e ideales propios. No basta con mirar y escandalizarnos, necesitamos superar creadoramente su proyecto. De ello depende que podamos poner freno a la barbarie que viene.

4 comentarios:

  1. Me quedo con tus palabras ( quitando a quienes van dirigidas) para incorporarlas profundamente en mi ser y así dejar de hacerle caso a ciertas personas :-)

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  2. Crear exige un gran esfuerzo, y una voluntad adormecida. Hace poco escuché a un director teatral que decía que la sociedad nos lleva a ser niños siempre, sin responsabilidades. Y nos da juguetes al efecto. Tu camino, María, es digno de alabar: aprehender el mal, enfrentarte a él con la palabra, proponer y actuar. Yo no sería capaz de oponerme, porque no sería capaz de enfangarme de semejante manera. Mereces respeto y admiración.

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  3. No se si es su intención pero reconozco que leyendo alguna cosa de la Gimeno se me han revuelto las tripas, pero bien. Pero finalmente la opción mas sensata sea esa, dejarla correr. No hay mayor desprecio que no hacer aprecio

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  4. dignificas el feminismo, también le das voz a aquellas que no te gustan.

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