Páginas

LA APOLOGÍA DE LA LACTANCIA EN EL ROMÁNICO

LA APOLOGÍA DE LA LACTANCIA
EN EL ROMÁNICO

Lloyd de Mause en su “Historia de la Infancia”  habla de la “revolución de la lactancia” en la Edad Media europea. La mortalidad infantil tuvo una gran disminución no solo porque el mejor alimento para el bebé es la leche materna sino por los vínculos tan intensos que se construyen en ese acto.
El acto de comer es, desde que nacemos, un acto ligado a la vida afectiva, al amor, las relaciones y a las necesidades superiores de la naturaleza humana.
El arte románico, que tiene un fuerte componente de exaltación de la corporalidad y de la sexualidad humana, también hace una intensa alabanza de la lactancia. Es de tal dimensión ese elogio que en muchos casos es el propio dios el que aparece mamando de su madre.
Es el caso de esta Virgen de Ansemil, pequeña localidad de 50 habitantes próxima a Pontevedra. En ese lugar hubo en el siglo IX o X un monasterio dúplice, de monjas y monjes, que seguramente fue antes monasterio familiar, un sistema monacal cuyo origen se remonta a la Alta Edad Media y del que tenemos referencias muy imprecisas pues solo conservamos su memoria por los escritos de sus críticos.





Con los ojos cerrados y una expresión de gran serenidad ofrece el pecho al pequeño. Pero mama dios como maman las criaturas humanas, nada lo distingue de las muchas madres que podemos ver en los canecillos, las columnas y las arquivoltas de tantas iglesias y monasterios.
En la fachada de las Platerías de Santiago podemos ver esta otra escena, en esta ocasión es el bebé el que coge el pecho de su madre y lo acerca a su boca en un gesto muy natural y común, muy real.



Las posturas de madres y criaturas son muy variadas, en la pila bautismal de la iglesia de San Martín de Tours en Unx, Navarra, la virgen aparece de pié con una rodilla levemente levantada para sujetar al niño que agarra con las dos madres la teta nutricia.




Y esta de Santo Domingo de Silos, en Burgos, dando el pecho tumbada, como es natural cuando se comparte el lecho con la criatura.




Podemos encontrar cientos de ejemplos a lo largo y ancho de la Península Ibérica pero quiero terminar con dos ejemplos curiosos y sorprendentes, el de la acróbata del canecillo de San Martín de Frómista, en Palencia, que aunque no está lactando aparece con el niño que mira al exterior teniendo los dos grandes pechos a ambos lados de la cabeza.



Y la más insólita de todas, la de la centaura que amamanta un niño en el capitel del castillo del bellísimo pueblo de Frías, en Burgos.



1 comentario:

  1. Preciosa la recopilación. Demuestra hasta qué punto lo normal es lo normal.

    ResponderEliminar