“El alma humana tiene necesidad de verdad y libertad de expresión” Simone Weil

"Ni cogeré las flores, ni temeré las fieras” Juan de Yepes

La censura progre e izquierdista en acción

Recojo (y suscribo) aquí el texto de denuncia de Félix al diario “El País” por ocultar nuestro libro sobre el 15M y mencionar tan solo aquellos que se adscriben a su proyecto político, falsificando la realidad de que en el movimiento 15M coexisten tendencias muy diversas y en muchos casos enfrentadas, lo que demuestra el ánimo manipulador del emporio empresarial progresista del que forma parte “El País”.


LA CENSURA PROGRE E
IZQUIERDISTA EN ACCIÓN


Si hay un medio de comunicación que vulnere por sistema la libertad de conciencia de sus lectoras/es es "El País".

Su concepción estratégica como instrumento de adoctrinamiento y manipulación de las mentes le veda la objetividad e imparcialidad en un grado superlativo. Lo suyo son las religiones políticas, como preámbulo a un número casi infinito de operaciones de ingeniería social, destinadas a hacer más sólido el actual régimen de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentarista, y más próspero al capitalismo.

Pero lo cierto es que este diario tiene cada día más dificultades para conectar con las nuevas generaciones, que se sienten bastante alejadas de sus rancios y anticuados dogmatismos. Sus doctrinas sí es que tuvieron alguna relación con la realidad hace 50 años hoy la han perdido casi del todo. Ahora es el diario de la tercera edad izquierdista, trincona y pancista, vale decir, pro-capitalista de un modo convulsivo, como le sucedió al "Arriba" falangista en los últimos años del franquismo.

Por tanto, nadie ha de extrañarse de que en este chapucero artículo "falte" el libro "Pensar el 15-M y otros textos", de Prado Esteban, Frank G. Rubio y mío (editorial Manuscritos), a pesar de que ha sido leído con interés dentro del Movimiento 15-M, y ha dado pie a numerosos actos públicos, en lo que a mi respecta el último en Guadalajara, hace unos días, y el próximo en Burgos, dentro de unos días.

¿Qué lleva a la patulea progre a faltar así a la verdad?

 Pues, ante todo su odio a la revolución y su espíritu aleccionante y censor sin restricciones. Pero hay más: su odio al pensamiento. Es el no-pensamiento lo que preconiza la izquierda, que sustituyó al franquismo en 1975 (de ahí que "El País" sea el continuador en las nuevas condiciones del "Arriba") y persiste, como su heredero, en impedir el pensar libre.

Del libre pensar saldrá la revolución que va a poner fin a la sociedad del adoctrinamiento de las masas, a la dictadura ideológica de "El País", edificando una comunidad humana fundamentada en la libertad de conciencia, la libertad interior de la persona y la libertad de expresión.

El diario "El País" quiere un 15-M de memas y memos que agitan las manitas mientras escenifican parodias de debate y realizan "asambleas" de parvulario. Nuestro libro apuesta por un Movimiento de regeneración integral de la vida social, sin separaciones entre izquierda y derecha, entre mujeres y hombres, entre jóvenes y mayores, con todo el pueblo unido contra el Estado y los poderes económicos. Un Movimiento sólido, sin ñoñerías ni seniles recetas izquierdistas, que haga frente a la crisis general múltiple de nuestra sociedad, para reconstruirla, rehacer a la persona y reformular el sistema de creencias y valores.

Esta izquierda senil, este progresismo vetusto, esta rancia modernidad (paleomodernidad ha dicho alguien), está en un delicado momento. Dedicada a gozar y a disfrutar gracias a lo que logra con sus actividades predatorias ya es incapaz de crear nada nuevo. Por eso nuestra hora ha llegado.


                                                                         Félix Rodrigo

El capitalismo contra el machismo (o porqué las mujeres deben entregarse sin condiciones al poder constituido)

El capitalismo contra el machismo
(o porqué las mujeres deben entregarse sin condiciones al poder constituido)

20 grandes empresas que cotizan en el IBEX 35, multinacionales y empresas españolas, van a asociar a sus campañas de publicidad “acciones de sensibilización contra la violencia de género”, con ello las grandes compañías del capitalismo se suman de forma manifiesta a la policía y las instituciones estatales como artífices de la liberación de la mujer.

Los productos que venden estas empresas llevaran incluida una campaña sobre el maltrato a las mujeres. Así el acto del consumo se convertirá en un acto integral que nos proporcionará un producto, necesario o no, una filosofía de la vida, la que interese, y una dosis de “concienciación” sobre la violencia de género, es decir de manipulación mental y de victimización paralizante con el pretexto de salvar a la mujer.




Puesto que el consumismo se asienta en las emociones y los impulsos primarios al asociarle estas maniobras se asalta la psique de las mujeres en un estado especialmente vulnerable, es además una forma perversa de incrementar la carga impositiva que permita ampliar los procesos de asalto a la conciencia en tiempos de crisis de las finanzas del Estado, pues el monto de las campañas irá incluida en el precio de los productos.

Salvo que se considere que entre los ideales de las grandes corporaciones capitalistas esté el practicar el desinterés y el bien social estos hechos deberían inducirnos a una reflexión sobre la verdadera naturaleza de estas operaciones.

Si el capitalismo brega por aumentar el beneficio empresarial y el poder político que le permita seguir creciendo ¿qué aporta el asunto de la violencia machista a sus proyectos? Pues es evidente, la mujer victimizada, insegura y aterrorizada que crean las campañas  sobre el maltrato es fácil rehén de los intereses empresariales, como mano de obra está sometida tanto mejor cuanto más aislada de sus iguales se encuentre, como consumidora es tanto más manipulable cuanto más se adecue a los estados emocionales intensos como los que crean las “campañas de sensibilización”.
Al insistirle en que no es capaz de reconocer las señales del maltrato se la despoja de la seguridad básica sobre sus propias percepciones de la realidad y sus ideas y se la convierte en sujeto connaturalmente heterónomo y plenamente dirigido. Esa mujer reconstruida según los designios de los poderes ilegítimos, casada con el Estado,  será, o se pretende que sea, el pilar que sostenga el sistema de dominación durante los próximos mil años.

En “Legislar contra el amor, la ley de violencia de género y la construcción del Estado policial”, “La ley de violencia de género vista desde Europa” y “Precisionessobre la Ley de Violencia de género” he reflexionado sobre diferentes aspectos de esta inicua ley que debe ser denunciada por todos los que deploramos la violencia entre iguales, el machismo, el privilegio femenino, la desigualdad política, el maltrato y todas las formas de destrucción de la libertad.

Quienes desde una radicalidad de pega defienden ardorosamente el programa de las instituciones sobre la violencia machista han de  asumir y explicar sus acuerdos fundamentales con las más altas esferas del poder, su coincidencia con el Alto Estado Mayor del Ejército, la alta jerarquía estatal y con los Botín, los Alierta  y las grandes multinacionales del IBEX 35.

Tenemos tetas (la maternidad impúdica)

tenemos tetas
(la maternidad impúdica)

Un expresivo e inspirador nombre para una página que aporta una visión natural, fresca y auténtica de la experiencia maternal. 
Nos hemos descubierto mutuamente con gran contento.

Más sobre género y raza

Más sobre género y raza

Como decíamos hace poco es muy rentable para el sistema movilizar a los oprimidos. Como bien explica Carlos J. Álvarez, en la entrada que tenéis inmediatamente debajo de esta, el victimismo, aún cuando parte de una injusticia auténtica, se convierte en verdadero motor de mayores iniquidades que las que lo iniciaron cuando la víctima se deja enamorar por la seducción del Estado y sus instrumentos.

Las fotos que me ha mandado Alex son claras para quien no desee permanecer ciego. Deberíamos observarlas, penetrar en los detalles, intentar descifrar el fondo común de los rostros que se dirigen hacia el jefe negro con admiración e incluso fervor; es una adhesión a quien representa la exaltación de la raza, el pago de una deuda milenaria, la ascensión al paraíso. La inclinación de género y raza en el ejército imperial norteamericano lo hace mucho más potente, legitima su existencia y su práctica, forma parte, por ello, de su fondo esencial.

Vivimos en una sociedad profundamente racista y esencialista, fanática y prejuiciosa que cree que el color de la piel y el sexo marcan las líneas entre el bien y el mal, ese simplismo mental permite que la ignominia prospere envuelta en ese inane redentorismo biologicista.

Para quienes deploramos el racismo y el sexismo de viejo o nuevo cuño resulta a veces complicado desmontar argumentos tan necios como los que maneja esta nueva religión política; los dogmas resisten toda argumentación porque parten del paradigma de la fe y no de la sensatez. En cualquier caso conviene recordar, como ya explicábamos en “La rentabilidad política de movilizar a los oprimidos” que el uso de la cuestión racial en Norteamérica es antiguo.

En 1958 un jovencísimo muchacho negro, Colin Powell, era ya oficial del ejército, en 1962, con 25 años, fue uno de dieciséis mil asesores que Kennedy envió a Vietnam, en los años siguientes se le asignó la investigación de los sucesos de My Lai (la gran matanza de marzo de 1968) no encontrando motivos para acusar a nadie. De Powell se ha dicho que es el afroamericano más poderoso de la historia, su trayectoria explica la habilísima intervención estratégica que dirigió Stanley Resor al hacer del ejército la vanguardia para derribar el supremacismo blanco en la sociedad yanqui (no debemos olvidar que fue el ejército el primer lugar donde desaparecieron los urinarios sólo para blancos).












Militarismo y antimilitarismo en el siglo XXI

“Quienes deseen entender la guerra tienen que dirigir su
mirada atenta a los rasgos de la época en que viven”
Carl von Clausewitz

La visión economicista del mundo que predomina hoy en las llamadas fuerzas anti-sistema ha propiciado que, entregados a las luchas contra los “recortes” y obsesionados por las reformas que están modificando la sociedad de consumo de masas, haya pasado desapercibido que en octubre de 2011, un mes antes de las elecciones generales se desplegó en Rota un escudo antimisiles que forma parte de un nuevo sistema de defensa occidental frente a los misiles balísticos.

Comprobamos en este hecho, de nuevo, como la lucha antimilitarista, que tuvo una tradición magnífica en nuestra historia, ha quedado marginada y olvidada por esa vocación de mezquindad política, poquedad intelectual y confinamiento en lo doméstico que caracteriza las revueltas de nuestra época, que en su mayoría proceden, tanto las que se reclaman de ella como las que no, de la concepción del mundo de la izquierda, la misma, por cierto, que gobernaba en 2011 y negoció en secreto con EEUU el despliegue militar de Rota y que volvió a incrementar el gasto militar en 2011 en un 2,5%.
El estrechamiento de la mirada que se pone sobre la realidad impide, no sólo que se comprendan los grandes problemas de nuestro tiempo sino incluso los pequeños. No se advierte una verdad elemental, que los cambios sociales, económicos, políticos y de valores que se están produciendo forman parte del paquete de medidas estratégicas para recomponer el maltrecho imperio de Occidente frente al ascenso de China y los emergentes.

Descontextualizar las actuales medidas económicas y políticas de su origen nos condena a no entender nada y, por lo tanto, nos incapacita para la acción política. En primer lugar hay que reconocer que el ejército es el auténtico corazón del Estado. El crecimiento del aparato político de las elites desde la revolución liberal tiene, como demuestra Félix Rodrigo Mora en “La democracia y el triunfo del Estado”, su origen y su destinatario en la fuerza militar, cuestión elemental que se ha olvidado en aras de la visión deformada y alucinada que construyó el movimiento anti-globalización.

En “La casa de la guerra. El Pentágono es quien manda” (2006) James Carroll analiza la función central del ejército norteamericano, su verdadera condición de órgano rector de la política del imperio. Su influencia no es únicamente política pues el aparato militar de los Estados Unidos es la primera empresa por cantidad de empleados a escala planetaria. Efectivamente con sus 3,2 millones de empleados entre personal civil y militar no tiene parangón con ninguna otra multinacional.

Estos datos, con todo, no descifran la magnitud de los ejércitos en las sociedades actuales. El gasto militar no puede reflejar la auténtica dimensión de esa institución que, en realidad, es el núcleo sobre el que gira la actividad económica y política del país. Una gran parte del consumo social está supeditado a las necesidades militares. La industria agroquímica, la farmacéutica, la informática o internet son sectores que han impuesto el consumo de sus productos a las masas para mantener pujante un tejido industrial que es estratégico para el poder militar. Incluso la industria del entretenimiento como expone David L. Robb en “Operación Hollywood. La censura del Pentágono” (2006) tiene un compromiso real y material con las necesidades militares.

Lo mismo sucede con la universidad que, lejos de ser un centro del saber es, además de instrumento de anulación del pensamiento libre y de trituración de la juventud, un departamento más del aparato militar. Los centros universitarios de la Defensa están adscritos a las universidades públicas. Los programas de investigación vinculados a proyectos militares son crecientes, muchos directamente promovidos por el ministerio de Defensa (art. 55.1 Ley de Carrera Militar) y otros indirectamente. En muchos casos son secretos porque así lo permiten los estatutos de la mayor parte de los centros universitarios.

Presentar al ejército como una masa de descerebrados como hace cierto antimilitarismo indocumentado es impedir comprender esa institución y, por ello, liquidar la lucha contra ella. Es precisamente en los centros donde se elabora la estrategia y las líneas maestras de los proyectos del Estado donde existe el verdadero conocimiento de la realidad que nos es negada al pueblo. Por ejemplo, en la Academia General Militar de Zaragoza se enseña con una metodología rotundamente superior a la que padecen los millones de estudiantes universitarios obligados a la repetición de verdades dogmáticas, tópicos y lugares comunes. Un caso significativo es el del general Petraeus que dirigió las fuerzas norteamericanas en Afganistán, un hombre que tiene publicados numerosos ensayos pero que, ante todo, tiene experiencia directa y que, por ello, ha pasado a engrosar las filas de otro órgano fundamental en la dirección de los planes estratégicos de los Estados Unidos, la CIA.

Entender la verdadera naturaleza del ejército es uno de los pilares de cualquier acción antimilitarista, el otro es comprender la substancia del conflicto entre las potencias a escala planetaria. La crisis actual no es una crisis cíclica o coyuntural. Occidente, que ha sido el poder rector del mundo en los últimos quinientos años lo está dejando de ser en estos momentos. El ascenso de China que representa la irrupción de un despotismo estatal de nuevo cuño que promociona un capitalismo hiper-depredador, neo-esclavista y muy agresivo y la aparición en la escena mundial de las potencias emergentes ha generado un desequilibrio trascendental que se está desenvolviendo en estos momentos.

China ha pasado a ser el mayor inversor de capitales por encima del Banco Mundial, ha incrementado su gasto militar casi un 200% en los últimos diez años y superará por gasto militar a EEUU en 2025. Con ello se ha abierto una nueva etapa que se materializa en una escalada armaméntistica  sin precedentes desde la caída del muro de Berlín. Australia ha aumentado su gasto militar en un 50%, lo mismo que India y Vietnam, EEUU ha definido la cuenca del Pacífico como zona geoestratégica decisiva. Si la guerra ha sido siempre un hecho integral y político, hoy lo es más que nunca.

Digamos que el momento presente se caracteriza por una suma de conflictos o una sucesión de encrucijadas que tendrán que ser resueltas por el sistema a través de la definición de una estrategia, es decir, a través del pensamiento analítico  de gran alcance y proyección y la sucesión de decisiones en múltiples dimensiones: militar, económico, político, ideológico, social, axiológico etc. Entre los factores o fuerzas actuantes, en los planos del conflicto, las fuerzas populares contra el sistema deberíamos ser uno más pero, la lucha contra la guerra requiere un proyecto estratégico pues lo estratégico es decisivo en cualquier operación que implique acción con proyección de futuro, elemento que es obvio que hoy no existe.

Lo cierto es que construir un pensamiento y proyecto estratégico contra el sistema es una tarea que hoy nos supera, sin embargo las grandes epopeyas se han expresado como puro amor a la acción necesaria y desinteresada  pues como dijera Thomas Carlyle "Puede ser un héroe el que triunfa o el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate".

Suicidas, asesinos y otras desventuras

Suicidas, asesinos
y otras desventuras
La desaparición de la familia como
fuente de destrucción social.


“Me voy sin haber visto el Amor”
León Felipe




Un informe publicado a finales de 2011 por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia informa que Rusia ocupa el tercer puesto internacional en suicidios adolescentes, las primeras posiciones corresponden a Kazajistán y Bielorrusia, dos antiguas repúblicas soviéticas. En el pasado abril se habló de epidemia cuando durante 24 horas se produjeron al menos seis muertes de chicas y chicos entre 15 y 19 años. La desestructuración familiar aparece entre las causas cardinales de estos hechos.

Cuando Alejandra Kollontai imaginó la futura sociedad socialista la definió sin familia. La liberación de la mujer, según su ideario, pasaba por que el Estado se hiciera cargo de la crianza mientras los individuos, con independencia de su sexo, destinaban todas sus energías a la producción. La utopía  de la aristócrata rusa no pudo sostenerse mucho tiempo y en los años treinta se volvió a una concepción patriarcal clásica, pero la estructura social no era recuperable, es decir, se devolvieron al ámbito de lo privado las tareas de crianza pero en condiciones completamente diferentes porque en esa sociedad hiper-productivista, deshumanizada y burocratizada el sujeto había ya dejado de ser sujeto humano para transmutarse en instrumento puro, aparejo de la formidable máquina estatal que desarrollaba un capitalismo de Estado sin trabas ni límites, de ese modo se iniciaba un experimento social cuyo alcance estamos descubriendo hoy.

Al otro lado del planeta, en Medellín, sicarios de 11 o 12 años matan o mueren por dos euros; el padre Velásquez, que ha convivido con ellos, afirma que el problema no es el económico como pensó en un principio, sino la falta de afectos y referentes en que han crecido. El desarrollo del capitalismo en Latinoamérica ha triturado lo poco que quedaba de la institución familiar, Colombia es hoy la cuarta economía del continente y su consumo interno empieza a ser motor eficiente de un crecimiento sostenido, ese “milagro” proviene, no en su totalidad pero sí en gran medida, de que en los últimos decenios millones de mujeres se han incorporado a las fábricas y los servicios afluyendo en aluvión a las ciudades, incrementando de forma extraordinaria tanto la producción mercantil como los ingresos del Estado. Madres solteras, sin red de apoyo en un espacio hostil y dañino, sus hijos crecieron en condiciones de un consumo básico garantizado, es decir físicamente atendidos, pero afectiva y emocionalmente famélicos.

En sus formas extremas la crianza sin amor hace la vida humana carente de significados y sentido y por lo tanto de valor, la muerte es anhelada inconscientemente como salida a esa espeluznante existencia. Cuando Rene Spitz (1887-1974) estudió los altísimos índices de mortalidad infantil en los orfanatos durante los años treinta y cuarenta del siglo XX descubrió que los cuidados físicos en ellos eran adecuados y, sin embargo, casi la mitad de los bebés (en algunas instituciones llegaba al 90%) morían antes de cumplir los dos años. Los que sobrevivían tenían, en su mayoría, retraso mental, motor o comunicativo grave. Explicó este hecho porque la necesidad de vínculos, apego y seguridad afectiva son elementos tan básicos en el desarrollo del bebé como el alimento, la higiene y el sueño; los recién nacidos institucionalizados eran atendidos de forma impersonal, eficiente pero con indiferencia y con un contacto físico, verbal y emocional mínimo. Nombró con el término “marasmo” ese estado de estupor y repliegue sobre sí mismos, ausencia de demandas de atención y rechazo del contacto físico, detención del crecimiento y caída grave de las defensas que precedía a la muerte; describió el estado del bebé abandonado como “ojos abiertos de par en par sin emoción, cara congelada con una expresión distante, como si estuviera aturdido”.

En Occidente han sido la izquierda, la contracultura y la mayor parte de los feminismos los que han vulgarizado la oposición a la familia presentándola como fuente de un sinfín de males sociales y limitaciones al desarrollo de la personalidad de los individuos. Según su modelo teórico la opresión de la mujer y de los niños y niñas tiene su raíz en la institución familiar. El Estado, la crianza acometida por profesionales, la generalización de los servicios mercantilizados (públicos o privados) dedicados a los cuidados a la infancia, han sido por ello presentados como auténticos instrumentos de liberación. Hoy siguen con su letanía de pedir más dinero, más guarderías, más  crianza por expertos, más titulaciones como sinónimo de mayor calidad. Las familias, cuando existen, han quedado limitadas a la función de proveedores de los fondos que pagan esos servicios.

Quienes han moldeado el mundo presente ignoran y ocultan que las principales víctimas de estos experimentos han sido los niños, el crecimiento aterrador de los desórdenes psíquicos infantiles, el aumento de las alteraciones neurológicas, las dificultades de aprendizaje, el autismo y la desestructuración psíquica son el resultado de la vida desquiciada de las sociedades modernas. Las instituciones acometen estos problemas creando cada vez más etiquetas y nombres para toda conducta que se desvíe de la norma y promocionando el uso inmoderado de drogas y funcionarios a sueldo del Estado o profesionales de pago que no solo no remedian el mal sino que crean otros nuevos como la exclusión, el aplastamiento de los individuos bajo el nombre de alguno de los infinitos síndromes y la medicalización y burocratización de su existencia.
Un caso significativo es la epidemia que hoy se vive del llamado Síndrome de Deficiencia de Atención e Hiperactividad cuyo tratamiento con metilfenidato (bajo el nombre comercial de Ritalín o Rubifén) es un auténtico crimen. Esta sustancia que pertenece a la categoría de los estimulantes cercanos por sus efectos a la cocaína tiene consecuencias muy similares a los de ésta y a las anfetaminas, incluidos los comportamientos psicóticos, violentos y suicidas.
La obsesión de la izquierda por la mercantilización y la burocratización de todas las funciones vitales, vehículo de la hipertrofia estatal, su absoluto desprecio por las necesidades más básicas de la persona y en especial de la infancia, como la necesidad de amor, de contacto humano, de vida espiritual, de relación con el mundo exterior, de apego y separación seguros, de exigencia y límites, de observación del mundo, de descubrimiento de los otros como otros cercanos y distintos y en el mismo proceso de sí mismos como seres singulares y únicos, la reducción, en el ideario progresista, del ser humano a criatura fisiológica cuyo centro son las funciones corporales que, separadas de su intrínseca fusión con aquellas espirituales y afectivas básicas, convierten al individuo en autómata, replicante o monstruo, ser a la vez doliente y dañino, condenado a una existencia sin sentido, abocado a su ruina, es el origen del descarrilamiento social del presente.

Viendo la descompuesta situación actual se lanzan a culpar a las familias ¡de nuevo! de todos los conflictos y a pedir más dinero, más mercancías, más funcionarios y más servicios estatales, es decir a solicitar el aumento de los agentes creadores del problema, abriendo así una espiral de devastación sin límites.

Los servicios del Estado del bienestar son causa eficiente y principal de la destrucción de la infancia y pedir más  de esas mercancías es colaborar en sus funestas consecuencias.

El Estado no puede sustituir a las instituciones naturales humanas. El amor es el alimento auténtico del desarrollo infantil, el  crecimiento de la humanidad en las criaturas no es posible sino a través de los vínculos afectivos que no son una técnica, no pertenecen al ámbito de los conocimientos especializados y no pueden ser comprados o vendidos porque forman parte de otro ámbito. La familia, cuando es institución humana y no espurio producto del despotismo estatal es el lugar donde esos procesos se han desarrollado de forma natural de manera no perfecta pero sí genuinamente humana como procesos enraizados, además, en la cultura y en la historia.

Donde asciende el Estado y el capitalismo, progresa la profesionalización de los cuidados, los expertos dictan las normas sobre las que se desarrolla la vida, se convierten las necesidades básicas en servicios o mercancías, donde la familia es desaparecida o bien despojada de sus funciones para convertirse en célula de consumo y experiencias frívolas e intrascendentes, la infancia queda expuesta a la más horrible de la torturas, la carencia de amor verdadero, la soledad más destructiva, la falta de sentido de la vida y, por lo tanto, de futuro.

En “Refugio en un mundo despiadado. Reflexión sobre la familia contemporánea” Christopher Lasch anota que “La tensión entre la familia y el orden político, que en una etapa anterior de la sociedad burguesa protegía a los niños y los adolescentes de la influencia del mercado, disminuye gradualmente”, si en el pasado el grupo familiar fue el santuario emocional que permitía crecer en un entorno seguro a las criaturas y proporcionaba las herramientas básicas para enfrentar la vida con lucidez y decisión, hoy los niños y niñas crecen sin resguardo ni abrigo humano.

Lasch, que conocía de primera mano los movimientos contraculturales de los años sesenta del siglo XX,  tuvo la clarividencia de ver su carácter destructivo muy tempranamente y dibuja la imagen de una sociedad que se despeña a la barbarie tanto en el texto citado como en “La cultura del narcisismo”.

El trabajo asalariado ha sido otro factor fundamental de destrucción de la institución familiar, los padres y madres no viven ya con sus hijos sino algunos momentos de ocio, consumo y, cada vez más, actividades mercantilizadas, no comparten la vida en todas sus dimensiones por lo que terminan siendo unos desconocidos los unos para los otros. Dice Bruno Bettelheim  (“No hay padres perfectos”) que “la sociedad opulenta ha separado las actividades vitales del niño de las de sus padres, además ha puesto mucha distancia física entre ellos (…) entonces todos sufren porque viven emotivamente distanciados unos de otros”.

Las personas no podemos vivir sin vínculos, al menos no como humanas, la satisfacción de las necesidades vitales como indivisible unidad de necesidades físicas, psíquicas y espirituales es la base material de los lazos afectivos, no es sustituible por servicios y  mercancías. La familia, sobre todo cuando es familia extensa y compleja, trama orgánica sustentada en la continuidad genética del parentesco y a la vez abierta y disuelta en la comunidad de los iguales, es la mejor forma de crecer humanamente, hasta hoy no ha sido superada por ninguna otra forma de agrupamiento humano. La sublime comunión de las generaciones que nos fija a la línea de continuidad del tiempo es el modelo ideal para una sociedad que aspire a ser sustento de las formas humanas de vida.

Audio: "El planeta militarizado: grandes ejércitos y situación geoestratégica mundial"



Audio charla en Salamanca: “El planeta militarizado: grandes ejércitos y situación geoestratégica mundial”
4 de mayo de 2012.

Tengo que hacer una corrección a lo dicho en Salamanca, cuando he mencionado la fecha de edición del libro de Paul Kennedy “Auge y caída de las grandes potencias” dije, erróneamente que era 1998, no es así, sino que fue publicado en 1988. Es pertinente la corrección porque su análisis sobre China se refiere a los años ochenta y no a finales de los noventa.
Por lo demás trato en esta ocasión de temas de enorme trascendencia de los que apenas he arañado la superficie, mi compromiso es seguir comprendiendo y analizando las enseñanzas de los procesos históricos y de los de la actualidad para comprender el mundo y participar en su transformación.

Las nuevas tablas de la ley para la mujer moderna

LAS NUEVAS TABLAS DE LA LEY
PARA LA MUJER MODERNA



Laia Vidal y Prado Esteban hemos reflexionado al alimón sobre la campaña de la web de Vicky Form, una marca de lencería. En 31 imágenes de mujeres cuya mirada expresa un estado entre la hostilidad y el desafío se presentan 31 consignas de los que las lectoras elegirán 10, para definir lo que debe ser la nueva mujer, dicen “Mandamientos dirigidos a la nueva mujer que es sensual, atrevida y con total libertad”.(con total libertad para comprarse una liga cada mes y cambiar de sujetador cada dos, y si además cambia de pareja habitualmente, todavía mejor, porque será necesario volver a reencantarlo…). Es curioso que la campaña proclame asimismo: “¿en qué momento dejamos que alguien decidiera por nosotras?" Y al puntualizar a quién se dirigen los mandamientos la marca ya está decidiendo cómo es la nueva mujer; así pues este alguien que decide por nosotras pasa de ser implícitamente “los hombres” a ser explícitamente “la empresa”.


 De las 31 consignas, 29 son negaciones  y exigencias, las dos únicas en positivo son “Tengo la responsabilidad de luchar por los derechos de la mujer” y “mis orgasmos son mi responsabilidad”. La mujer del presente se define por lo que no quiere, no hace, no desea, no acepta, es una personalidad de la exclusión, del vaciamiento interior, su aportación positiva es tan restringida, sexista y limitada que no puede ser factor de crecimiento personal, sino que viene a fortalecer ese encierro personal en lo mezquino, es decir el enclaustramiento en formas cada vez más perfectas de encogimiento intelectual, moral y existencial.



“¿Quién decidió que no podíamos IMPONER nuestras reglas?”. Este mensaje, ataque de quien se sitúa a la defensiva, evita proponer cómo debiéramos encontrar nuestras reglas, reflexionar nuestras reglas, cambiar nuestras reglas... y propone como aspiración femenina el IMPONER,  la búsqueda de un poder sin limitaciones.

La mujer tiene que elegir entre desafiar las convenciones comprando la ropa de Vicky Form (ropa, por cierto, muy cara) o pertenecer a ese universo de las sumisas y esclavizadas sin poder de compra.

El dinero y todos los instrumentos para conseguirlos son la marca de la libertad, una libertad que tiene una connotación siempre negativa, de enfrentamiento con el otro, especialmente con el varón. Nunca se plantea que la sumisión es un acto de la persona que no está vinculada de forma especial a la dependencia económica, que en la realidad hay mujeres sin independencia económica que no tienen comportamientos sometidos y otras, con trabajo y dinero que  practican el vasallaje y la subordinación en sus relaciones (lo que sucede cada vez más, no con el marido, sino con los jefes). La autonomía de la mujer depende más de la participación y compromiso social y estará garantizada solamente en una sociedad con democracia verdadera, es decir, con autogobierno, en ella la mujer será tan libre como el hombre pero no más.    


En los hechos estas campañas destruyen unos estereotipos para construir otros muchas veces peores e incluso para afianzar aquellos que dicen criticar, como sucede siempre con la publicidad contra los supuestos males sociales que deviene en aumento de las conductas que se pretenden limitar como sucedió en el pasado con las campañas contra la droga y hoy con el alcoholismo juvenil y con las leyes contra el tabaco o la violencia de género que sirven sobre todo para normalizar conductas y acciones que en el pasado se veían con horror y bochorno por toda la sociedad.                                                            

Podríamos entre todas buscar otras consignas alternativas o un comentario a cada una de ellas que muestre su sordidez.
PROPUESTAS:

De Laia:
·        “Trabajaré para no depender económicamente de alguien” (salvo de mi jefe)
·        “No aceptaré ganar menos que él” (quiero ser igual de esclava)
·        “Lucharé por los deberes de la mujer”
·     Satisfacer a otro me causa tanto placer como mis propios orgasmos, a mi pareja le sucede lo mismo.
·     Me comprometo a resarcir los lazos de la comunidad para evitar la necesidad de ligarme a un hombre o de no poder abandonar una relación para que mis hijos tengan un padre.

De Prado:
·        Salir de la sumisión es mi obligación e impone la autoexigencia y el esfuerzo.
·        Todo lo que media el dinero nos esclaviza.
·        No me dejaré avasallar por la publicidad.

Os animamos a contribuir y realizar una contra-campaña a favor de la auténtica emancipación de las mujeres. 

12 fábulas contra el nuevo orden mundial

12 fábulas contra el nuevo
Orden Mundial



La reflexión sobre el mundo desde la literatura puede ser tan penetrante como los más sesudos tratados, tiene, además, cuando es de calidad, la capacidad de conectar con inquietudes muy profundas de nuestra humanidad.

Gracias Carlos.